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Pov 3ra persona

El lugar estaba oscuro, con el sonido exterior vibrante de voces y demás ruidos energéticos filtrándose débilmente a través de las paredes. Un par se acercaba cada vez más hasta que se escuchó una voz decir:

-Solo iré a buscar mi abrigo.-

-No te tardes.- Otra voz respondió.

-¿Cuando he llegado tarde antes?- La primera replicó, riendo mientras abría la puerta:

La luz entró al lugar, y Alex ingresó a su cabaña, revelando el interior. Un pequeño vistazo del exterior mostraba un paisaje seco y frío, con hojas amarillentas cubriendo el suelo, como si fuese el comienzo del otoño.

Alex vestía pantalones largos, en vez de cortos. Una sudadera oscura, a diferencia de la distintiva playera anaranjada. Se frotaba las manos mientras chispas brotaban de ellas y soplaba, como si eso le diera calor.

Avanzó distraído viendo el interior de su cabaña. Cruzó la sala de estar con los sofás y se dirigió hacia su litera. Su chaqueta colgando de una de las esquinas, cuando se detuvo en seco y frunció el ceño.

Lentamente giró hacia atrás, y vio la puerta. Repitió en su cabeza lo que estaba viendo: la puerta de entrada. Eso... no debería ser posible.

Su ceño se frunció más mientras buscaba lo único que siempre se interponía en medio, lo único que más detestaba de este lugar, y jamás se molestaba en mirar cada vez que entraba. Solo que ahora no estaba.

La gigantesca estatua de bronce de su padre no estaba.

Alex entrecerró los ojos. Su nuca chispeando.

-¿Qué...?-

La descarga detrás de su cuello se intensificó cuando escuchó un crujido detrás y se giró de inmediato. Las chispas brotaron mucho más fuertes en sus manos y se encontró con un hombre de espaldas. Sus ojos se inyectaron de ira cuando lo vio.

Ese traje a rayas azul.

Cabello negro.

-¿Qué haces aquí?- Alex exigió en un murmuro.

No respondió, y Alex notó cómo miraba la pared donde reposaba su mesa de luz. El tocadiscos y algunas fotos encima, solo que podía verlo sujetar una en su mano. Un viejo recorte de revista, donde pudo ver la silueta de una mujer tan familiarmente desconocida.

-Tenía que verte.- Respondió. Su voz tan profunda y grave como siempre.

Alex se burló.

-Demasiado tarde para recuperar el tiempo perdido, ¿no crees?- Escupió, sus puños aún chispeando electricidad. -Ahora dime... en el nombre de los doce, que tártaros haces aquí.-

Escuchó como exhalaba con cansancio, y lentamente se giró para por fin ver el rostro estoico de su padre. Zeus. El mismo par de ojos como los que veía todas sus mañanas en el baño.

La descarga detrás de su cuello tan locamente intensificada como cada vez que lo veía. Y todo mientras decía.

-Vine a hablar.-

-Imprudente.- "La Batalla del Laberinto." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora