Cara de idiota

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Un nuevo atentado, esta vez se trataba del rey de la depravación que deseaba entretener a su publico con su intento de coliseo, donde monstruos parecidos a leones pero con con grandes mandíbulas por cabeza tratarían de devorar a quien se cruzara en su camino

Zappy Leo se encontraban en el lugar para frenar el ataque. Leo usó su Ojo de los Dioses para localizar puntos débiles y desactivar trampas, mientras Zapp destruía a las bestias con su sangre manipulada. Tras una intensa batalla, lograron neutralizar a los monstruos y liberar a los cautivos

Después del enfrentamiento, Leo tomó una bocanada de aire, aliviado de que el uso de sus ojos no fuera tan agotador esta vez. Deseaba descansar, pero el peliblanco seguía bromeando sobre cómo uno de los leones lo había perseguido

"No me fastidies, fuiste tu quien lo mando a mi dirección en primer lugar"

A pesar de intentar mantener la calma no podía evitar empezar a irritarse al escuchar la risa burlona de Zapp. Fue cuando este comenzó a hacerle una llave a Leo, con su puño restregándose repetidamente su cabeza en un intento de irritarlo aún más

—¡Ey! ¿Quién demonios eres tu?—

Al mirar al frente, Leo vio a su novio, Siro, parado frente a él con una expresión fría y furiosa —¿Siro?—

De inmediato, Siro se acercó y lo apartó con brusquedad —No te atrevas a tocarlo o te golpeare esa estúpida cara—

—¿Oh? Que mierda dices, voy a matarte—

En eso rápidamente Leo se interpuso entre ambos, sabia que Zapp podía tener poca paciencia, lo que menos quería es que alguien terminara lastimado, por lo que suplico —Cariño, vámonos—

Por suerte, su pareja desistió de la confrontación para seguidamente tomarlo de la mano y salir de ahí. No soltó el incomodo agarre hasta una vez en la intimidad del departamento de Leo, la ira de Siro estalló

—¿Quién era ese?— su voz temblando de enojo

—Un compañero del trabajo. Solo estaba bromeando— trató de explicar Leo, su voz no podía evitar temblar ligeramente

—Te veías muy cercano ¿crees que soy idiota? Ese tipo parece el tipo que se tira encima de cualquier cosa que se mueva—

—¡Oye! No hables de Zapp de esa manera— replicó Leo, su voz llena de indignación

Siro entrecerró los ojos, su expresión se volvió aún más fría. —¿Así que lo defiendes? ¡Eso lo hace aún peor! Es como si no te importara cómo me siento. ¿Es que no piensas en mí para nada?—

Leo sintió como si un puñal atravesara su corazón. —Siro, no es así. No quería lastimarte. Solo...—

—Solo nada, Leo. Si realmente te importara, no estarías tan cómodo con alguien como él. Me haces sentir como si yo fuera el problema por preocuparme por ti— acusó Siro

Leo, abrumado por la culpa, susurró —Lo siento. No quise que te sintieras así...—

Su pareja suspiró profundamente y suavizó un poco su expresión. —Está bien, Leo. Te perdono. Sé que esto no es fácil, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a seguir adelante. Solo necesito saber que me pones a mí en primer lugar—

Leo asintió, sintiendo la calidez del abrazo de Siro. A pesar de la manipulación y la culpa que sentía, se aferró a la esperanza de que podrían encontrar una manera de estar bien juntos

Poco después Siro se marcho del departamento. Leo trato de despejar su mente tratando de restarle importancia a lo sucedido hacia un momento. Pronto su pequeño amigo Sonic descanso en su hombro mientras lo observaba con una mirada preocupada

—No es nada. Solo... tomare un poco de aire fresco—

A pesar que estaba oscureciendo y cada vez mas sentía el aire frio golpearlo, no le importo. Su vago andar lo llevo hasta el muelle, donde el sonido del agua lo distraía lo suficiente

—¿Así que este es el imbécil con el que sales? Sabia que eras idiota pero superas las expectativas—

Ese estúpido tono burlón no era otro que Zapp, las manos de Leonardo se apretaron mientras exclamo con frustración:  —¡Cállate!—

Leo le daba la espalda, lo que menos quería era escuchar a un mujeriego recriminándole sobre de su vida amorosa. El peliblanco tomo una calada de su cigarro mientras contemplaba el mar, para luego exclamar con cierto fastidio

—Demonios, puedes conseguirte algo mejor—

Aun si no quisiera admitirlo, para este punto Leonardo se había vuelto ese hermano menor para molestar, no negaría que ver esa cara lamentable en él le daban ganas de darle una paliza al tipo, sin embargo Leo no se lo perdonaría. 

Zapp suspiró, lanzando la colilla de su cigarro al suelo y apagándola con el pie. Miró a Leo de reojo y, por un momento, su expresión se suavizó

—Mira, sé que todo esto apesta. No voy a seguir molestándote, ¿de acuerdo?—. Se rascó la nuca, incómodo pero al no recibir respuesta exclamo con fastidio —Como quieras, no es asunto mío—

Déjame amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora