cap. 26: Heridas

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El resto de ese día y el siguiente fueron tétricos y oscuros... la alegría se disipó en un segundo y afortunadamente el campamento terminaba después de seis meses arduos y llenos de descubrimientos...

Fueron los únicos que recogieron todo en completo silencio, no intercambiaron ni miradas y se perdieron en la multitud al regreso... A la llegada a Londres, los casi primeros fueron Draco y Rolf apareciendo en el ministerio de magia en la enorme estancia

Por un momento Rolf no se movió, estaba mirando como del portal mágico salían los campistas... sus ojos buscaban y esperaban a Luna, quizás porque tenía la esperanza que le rogara que siguieran viéndose... Draco por un momento fue por una bebida y al regresar miró a Rolf sentando en su maleta

-Ya todos salieron – Señaló Draco – Y yo tengo que irme... ¿A quién más esperas?

-Yo...

-¿A Luna Lovegood? Según me contaste ella te dijo que terminando todo esto se iría sin decirte ni pedirte nada...

-Así es...

-¿Y luego? ¿Qué esperas? ¿Qué de pronto ella venga aquí a suplicarte que no la abandones y que la ames cuando tú mismo me has dicho que no la amarías nunca y que solo era sexo?

Draco suspiró y cerró los ojos, masculló entre dientes y volvió a mirar a Rolf que estaba serio, absorto y le miraba con la respiración contenida...

-Lo lamento Rolf, se que estoy molesto y herido por lo que Granger me hizo... pero tengo que reconocer que si Lovegood te dijo que no te volvería a ver jamás, así será, claro, a no ser que quieras ir a buscarla a su casa...

-No – susurró el muchacho

-Yo ya no aguanto a estar aquí... ¿te quedas?

-Si...

-Háblame, escríbeme o visítame cuando puedas – se despidió Draco arrastrando su baúl y yéndose de ahí con su corazón herido

Rolf se quedó una hora más, ya nadie salía del portal, se sintió un completo idiota y su ego se burló de él y salió de su corazón escapando como un vil cobarde... porque ella nunca apareció, nunca fue a suplicarle de rodillas que no dejara de amarla, que la quisiera, que fuera para siempre su hombre

Ella cumplió... No volvería a verlo jamás... y esa frialdad le rompió el corazón, pensaba en el fondo que Luna se arrastraría y suplicaría ¡Pero gran desilusión se llevó cuando ella nunca apareció! Nunca le suplicó, quizás nunca sintió amor por él, quizás solo era deseo, quizás solo quería dejar de ser virgen con un hombre atractivo

Hermione y Luna habían salido por otro sitio, ambas se despidieron y la castaña se fue directo a su casa, en donde tuvo que hechizar a sus padres para que no le preguntaran nada y ella se encerró en su habitación para llorar y llorar, odiando su idiotez, odiando a Ronald y odiando al imbécil de Draco ¿Por qué tenía que ser tan apeteciblemente encamable?

¿Por qué tuvo que atravesarse en su camino? ¿Qué acaso no había otros hombres en ese campamento hasta el idiota de Rolf? ¿Precisamente Draco? ¡Porque la muy bruta, estúpida y zonza se había tenido que enamorar de él! ¡SI, SI; SI! Ella se había enamorado de Malfoy

Su peor enemigo... su mejor amante... el único con el que nunca podría tener una vida de pareja, porque su amor estaba prohibido, Hermione solo podía sentir como su corazón se rompía y caía a pedazos, como lentamente se rasgaba y desquebrajaba, el dolor le quemaba y la herida pensaba, nunca se cerraría

Por el otro lado, Luna al llegar a su casa, no dijo nada a su padre, éste la recibió con alegría pero se tuvo que excusar por un asunto, ella lo dejó ir y cuando subió a su habitación se sentó en la cama y miró al techo en donde aún estaban dibujados los rostros de sus amigos con la palabra "amigos" entrelazándolos

Bello ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora