Prólogo

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Las luces de neón parpadeaban en tonos violeta y azul, llenando el club nocturno con una atmósfera cargada de energía. La música retumbaba a través de los altavoces, los bajos profundos hacían vibrar el pecho de todos los presentes. La pista de baile estaba abarrotada, pero cuando las luces se apagaron, todos los ojos se dirigieron hacia el escenario principal. Una barra de metal brillaba bajo los reflectores, y en el instante en que la luz se enfocó en ella, apareció una figura femenina, como si hubiera surgido de la nada.

La música cambió a un ritmo más lento y sensual. La mujer, con un vestuario brillante que reflejaba los destellos de las luces, comenzó a moverse con una fluidez envidiable. Cada paso parecía estar perfectamente sincronizado con el compás de la melodía, como si ella fuera la directora de la orquesta. Rodeó la barra con gracia, sus manos deslizándose sobre el metal frío antes de elevar su cuerpo con una precisión impecable.

Su cabello largo se agitaba en el aire mientras sus piernas se envolvían alrededor de la barra, y su figura se arqueaba hacia atrás en una contorsión que parecía desafiar la gravedad. La sala se llenó de una expectación silenciosa mientras sus movimientos, mezclados de fuerza y sensualidad, cautivaban a todos. Deslizó su cuerpo de cabeza hacia el suelo, deteniéndose a centímetros de la superficie antes de impulsarse hacia arriba con una explosión de energía. Al final, terminó con una serie de giros rápidos y aterrizó suavemente de pie, con la respiración apenas agitada. La ovación fue instantánea.

A medida que recuperaba el aliento, sus ojos se elevaron hacia la zona VIP, donde por un instante creyó cruzar miradas con alguien. Sin embargo, desvió la vista, ignorando la sensación extraña que la había invadido. Desmontó del escenario, escuchando los gritos de admiración a su alrededor, pero su mente aún estaba nublada por esa breve conexión visual.

En una esquina del lugar, un hombre observaba en silencio. Había estado atento a cada movimiento de la mujer, una sonrisa apenas perceptible en su rostro mientras apagaba su cigarro en el cenicero. Cuando la última nota de la música se desvaneció, se levantó, su mirada fija en ella.

—Quiero su nombre. La quiero frente a mí en diez minutos. ¿Oíste? —ordenó, su voz firme y autoritaria mientras enviaba a un empleado en su busca.

Estaba decidido a conseguir lo que quería, y la mujer que acababa de ver en el escenario, con su gracia y fuerza inusuales, había capturado su atención de inmediato.

Se acercó a ella cuando finalmente la tuvo frente a él. La observó, fascinado por su belleza, y murmuró con voz baja:

—Du bist unwiderstehlich, wunderschön.

Su mirada era intensa, sus ojos verdes brillando como esmeraldas, y su cabello rojo como el atardecer. En ese instante, vio en ella algo más que una simple bailarina. Era una joya rara, una piedra preciosa en un lugar oscuro, algo que había permanecido oculto demasiado tiempo. Deseaba poseerla, dominarla, tomar control de cada parte de su ser. Pero, ¿cederá ella a sus encantos o será él quien termine arrodillado, rogando por una mirada que, ya sabía, lo tenía completamente cautivo?

El rubí del Emperador [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora