III

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FAMILIA BYRNE

~Charlotte~

Al llegar a casa de mis familia lo primero que hice fue buscar a mi madre. No tarde en encontrarla, siempre esta en la cocina. Fui corriendo abrazarla.

—¡Mamá! —exclamé alegremente con los brazos extendidos como si fuera una niña chiquita.

Se dio la vuelta. Sus ojos azules se iluminaron al ver qué ya estaba en casa, me dedico una sonrisa maternal y abrió los brazos en mi dirección.

—Amor mío ¿cómo estás? —Me dio un abrazo lleno de amor.

—Ahora que te veo, muy bien.

—No sabes cuánto me alegro —dijo sin borrar su sonrisa—. Ve a lavarte las manos, la mesa está casi lista.

Subí las escaleras en dirección a mi antigua habitación. Al llegar una ola de nostalgia me invadió el cuerpo, pero desvíe todos esos sentimientos al instante. Entre en ella y, me lavé las manos.

Al salir al pasillo escuché sonidos de metralletas con explosiones que venían de la habitación vecina.

Ollie.

Me acerqué a su habitación. Abrí la puerta muy rápido gritando.

—¡¡HOLAAAAA HERMANITO!!

Dio un brinco del susto por el grito que pegué. El control ese de juegos salió volando. Me puso mala cara cuando en la pantalla de su juego se reflejó: Game over.

Me lanzó un cojín que logré esquivar.

—¡¿Por qué gritas loca?!

Abrí la boca fingiendo indignación.

—Todavía que me tomo la molestia de venir a saludar me tratas así —ladee la cabeza con los ojos cerrados.

—¡Has venido a gritar no a saludar!

—No me hables en ese tono jovencito, respetarme soy tu hermana mayor —le dije en forma de burla, pero a él no le hizo ninguna gracia.

Mi hermano es menor que yo, pero aun así es mucho más alto. Me cae mal.

Odio ser pequeña.

Siempre se la pasa en esa habitación jugando en pijama con el cabello todo alborotado. Apenas sabemos de su existencia.

Salí de la habitación antes de que me asesinará.

—¡Baja ya, mamá nos espera!

Le grité desde las escaleras.

Al bajar cuando cruzaba al jardín donde almorzaríamos, unos pequeños brazos delgaditos rodearon mi cintura.

Es mi hermanita, Dalila, ella es la menor de los tres. Es muy hermosa la muy desgraciada posee cabello ondulado color castaño y unos ojos cafés muy hermosos y brillantes, su confección es delgada, rostro perfilado, labios gruesos, pestañas largas todo lo que una niña perfecta necesita para ser perfecta.

¡Yo a su edad parecía un alíen gordo!

—Hola metiche. —Le alborote su cabello.

Me soltó al instante.

—Oye te muestro un poco de cariño y tú me agredes. —Arrugó la nariz perfectamente respingada mientras se acomodaba su cabello.

—¿Y a mí no me piensas saludar amada hija?

Levanté la mirada de Dalila para mirarlo a él. Se encontraba justo frente mío a pocos pasos de distancia mirando toda la escena con mi hermana. A ella se le fue la sonrisa que tenía en los labios. Su presencia es suficiente para acabar con el buen ambiente.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora