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JungKook estaba jodido, completamente.

El día anterior había sido su cumpleaños número veintiuno y aprovechando la mayoría de edad quiso salir con sus amigos a un club ahora que podía entrar sin problemas.

Lo que no tuvo en cuenta fue que se gastaría toda la mensualidad que sus padres le enviaban para la colegiatura de la universidad y para subsistir durante el mes en esa noche de club con sus amigos.

En el momento eso ni siquiera le preocupó, ¿por qué lo haría? Estaba pasándola demasiado bien, bailando, coqueteando con algunos chicos y bebiendo de todos y cada uno de los tragos disponibles.

Fue una noche maravillosa, tanto que al ver la cuenta ni siquiera le importó y sólo extendió su tarjeta.

Ahora se arrepentía, a penas era la primera semana del mes y él ya estaba sin fondos.

Como vivía en los dormitorios de la universidad como el resto de los alumnos no le preocupaba tanto la comida o ese tipo de cosas.

Es decir, compartía habitación con BamBam y tenían un mini refri en medio de las camas, siempre lleno de comida congelada que también calentaban en la estufa portátil.
Eso era lo de menos.

Pero debía conseguir dinero para pagar la colegiatura y no estaba demás decir que no era tan barata, y que debía pagarla en tres días.

A lo largo de toda su vida JungKook siempre había sido alguien bastante popular, no importaba a dónde llegara, siempre llamaba la atención de las chicas y de algunos chicos también.

Debido a su gusto por el ejercicio que se reflejaba en un cuerpo trabajado y esbelto, su manera de vestir, los tatuajes que comenzaron a llenar su piel desde los diez y siete años y la motocicleta que conducía, nunca había tenido problemas para conseguir amigos o simplemente conseguir lo que le viniera en gana.

Cuando era un adolescente de a penas quince años tuvo su primera novia, era muy bonita y era un año mayor.

Pero a pesar de eso nunca sintió una conexión verdadera con ella, siempre hubo algo que lo detenía, algo que lo hacía sentir incómodo.
No tenía ninguna duda de que le gustaba, era muy hermosa, pero quizás sólo no era su tipo así que decidió terminar esa relación que no iba hacia ningún lado.

Después de unos meses besó a su primer chico en una fiesta, y se calentó tanto que terminó dejándolo tocarle el pene hasta hacerlo correr.

Fue una experiencia demasiado placentera que lo dejó tan abrumado, desconcertado y con ganas de mucho más.

En ese momento se planteó que quizás le gustaban los hombres también, no pensó que sólo le gustaran los hombres pero eso lo comprobaría un año después cuando se enamoró de otro muchacho, tanto que experimentó su primer corazón roto.

Pero también había experimentado de todo con su cuerpo, y se percató de lo mucho que le gustaba tener a chicos lindos debajo.
De lo mucho que le gustaba dominar y de lo bueno que era para eso.

Comenzó con el ejercicio, la buena alimentación, entre comillas, las perforaciones, los tatuajes con permisos falsificados de sus padres y para cuando entró a la universidad a los diecinueve no fue sorpresa que fuera el centro de atención en poco tiempo.

Pronto conoció a los que serían su círculo de amigos cercanos durante los próximos años y probablemente durante el resto de su vida.

No ocultaba su homosexualidad, siempre se sintió orgulloso, y como podía darle una paliza a cualquiera fácilmente entonces nadie lo molestaba, así que se dedicó a tener encuentros casuales y disfrutar de lo mucho que esas parejas de una noche lo adulaban por sus increíbles habilidades y su insaciable hambre de más.

𝑫𝑶𝑵'𝑻 𝑪𝑨𝑳𝑳 𝑴𝑬 ❤︎ 𝙺𝙾𝙾𝙺𝙶𝙸 | 𝕥𝕖𝕣𝕞𝕚𝕟𝕒𝕕𝕒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora