CAPITULO VIII

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        Las oficinas de las empresas Duque que había en Londres, no eran para nada similares al imponente edificio central en Madrid; aunque eran modernas y cumplían con su trabajo, dejaban completamente de lado la parte de llamar la atención. Y por si eso fuera poco, Key solo había escuchado hablar de Editoriales Paladín, pero a la fecha, no tenía ni idea del verdadero grupo de empresas al que pertenecía; pues tal y como le había explicado a su primo, quería saber todo acerca de Alejandro por él mismo, y no por la información que Internet ofrecía.

Por lo tanto, cuando Evan la ayudó a bajar del auto, y finalmente se adentraron en el complejo empresarial, la tigresa ni siquiera prestó atención a los nombres que destacaban frente al edificio que se dirigían. Cosa de la que ligeramente se arrepentiría minutos más adelante. Su hermano en cambio, no podía quitar de su rostro la expresión "Tengo un gran secreto".

-Entonces ¿El cliente que veremos ahora, es para el cual querías los dibujos de mujeres fuertes?-. Preguntó curiosa, haciendo un divertido gesto con sus brazos, para mostrar sus músculos.

-Exacto... y debo decir que me sorprendieron tus creaciones...-. Evan levantó una ceja pensativo, y luego sonrío divertido. -Muy egocentrista de tu parte ¿No?

-Yo más bien diría realista-. -. Replicó encogiéndose de hombros inocentemente. -¿Quieres probar? Aun me debes una por lanzarme al río...-. Sus ojos brillaron llenos de desafío, provocando en su hermano una sonora carcajada; ambos eran bastante competitivos.

-Eso fue un terrible accidente...-. Era cierto; y aun sentía culpa porque ella terminó en el hospital por un descuido suyo. -Pero tranquila, que estoy a punto de pagártelo, y con interés desmesurado-. Él asintió satisfecho por lo que había dicho. -Como sea, la verdad es que son bastante buenos ¿Me preguntaba en que te inspiraste? Claro, aparte de ti...-. Terminó socarrón.

Ella lo fulminó con la mirada mientras entraban al elevador, y se debatió cuál de las dos últimas frases de su hermano, quería atender primero. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para decidirse, pues el celular de Evan empezó a sonar, y él se entabló en una conversación que ella difícilmente entendió después del hola. El japonés no era su fuerte.

Cuando llegaron al piso destinado, Evan le dio un ligero golpe en el brazo para hacérselo saber, y después le indico que saliera. Ella se encaminó guiada por él a través del lugar, aunque era evidente que tenían que llegar a la recepción que estaba en medio, bloqueando el paso. No fue hasta ese instante, que reparó en el nombre que se leía sobre está. Duque.

Un pinchazo le cortó la respiración, mientras que su estómago se agitaba incómodamente. No necesitó darle muchas vueltas a lo evidente; en especial después de ver la cara que había puesto Evan. Supuso que de alguna forma, Alejandro estaba involucrado en esta ecuación; el problema es que no terminaba de imaginarse cómo; sin embargo, decidió no preocuparse mucho de eso, después de todo ¿Cuánto tiempo podía faltar para que lo descubriera?

Su hermano cortó por un minuto la comunicación en su celular, solo para anunciar a la joven recepcionista que los estaban esperando; en cuanto ella escuchó su nombre, hizo una rápida llamada, luego les confirmó lo que él había dicho, y les indicó el camino a seguir.

Apenas entraron a la oficina, y el olor que circulaba en el ambiente le ofreció la respuesta que buscaba. La tigresa se giró para ver la expresión de su hermano, y él se limitó a sonreír traviesamente, mientras continuaba enfrascado en su conversación; por las expresiones de su rostro Key dedujo que se trataba de una plática informal, ya que se veía relajado y animado, por lo cual no le fue difícil saber con quién hablaba. Ella levantó una ceja de forma acusatoria, para después simplemente sentarse a su lado en las sillas frente al escritorio.

Cazando el DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora