Maldita sea pasó por su mente al no encontrar respuesta alguna en su examen de matemáticas. Después de todo, no por nada había estudiado toda la noche. Pareciese como si el profesor se hubiese encargado de poner todo lo que, por cuestión de sueño, no había alcanzado a estudiar.

El reloj estaba por marcar las 11:00 am, hora en la que el tedioso examen por fin terminaría y podría salir de aquel salón que para él, desde ese suceso, se había vuelto un martirio sentarse en el mismo lugar desde donde antes podía observar a su amada Alba. El simple hecho de estar allí sentado le hacia cuestionarse tantas cosas. Quizá incluso por eso mismo es que estaba tan distraído como para resolver con claridad las hojas que tenía enfrente encima de su mesa.

Con un sentimiento que él negó reconocer, finalmente, la hora llegó y entregó su hoja casi vacía. Sinceramente, le importaba poco (por no decir "nada") lo que eso le afectase a su vida académica y el posible regaño que recibiría de parte de su madre. Tenía cosas mejores en las que preocuparse en estos momentos.

-¡Oye!, bro, ¿como te fue?- Habló Daniel, uno de sus mejores amigos, con una sonrisa quizá falsa.

-Probablemente del asco, no me interesa- Dijo Miguel con indiferencia, pasando a su lado sin siquiera mirarlo a ver.

Daniel lo miró con tristeza, más no le dirigió ninguna otra palabra y siguió su camino. Sabe que de entre todo su grupo de amigos, para él era mucho más difícil y no sabía cómo ayudarlo o que debería hacer.

Mientras tanto Miguel llenaba su cabeza de pensamientos absurdos. Culpándose una y otra vez.

Llegó a su casa, y tras un suspiro, abrió la puerta para encontrarse con su madre sentada en la sala, tomando entre sus manos un sobre. Mantenía la mirada hacia el antes mencionado con el ceño fruncido en tono de confusión.

-¿Por qué Alba te envía una carta?- Exclamó su madre aún con el rostro confundido, mirándolo fijamente después de a ver visto que Miguel había llegado.

Un silencio recorrió toda la habitación. Él simplemente la miró con una expresión de entre asombro y tristeza. -¿Qué?- Se acercó a ella, estiró la mano demandando qué le entregue el sobre. Su madre entendió el gesto y se lo entregó. Enseguida, y sin decir nada más, Miguel casi corriendo, se dirigió hacia su habitación.

Se liberó de su mochila y se sentó en su cama. Miró el sobre entre sus manos, unas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Después de un par de minutos y muchas preguntas sin respuesta, decidió secarse las lágrimas; luego de respirar profundamente con los ojos cerrados, abrió el sobre y leyó el contenido de la carta.

"Hola, Miguel. Te conozco muy bien y sé que probablemente te estés culpando sobre esto.

La decisión que tomé, tiene una explicación y créeme en que no tiene absolutamente nada que ver contigo ni con lo que hiciste. Yo te amé más de lo que crees. Viví la etapa más feliz de mi vida a tu lado, así que por favor, no te culpes.

¿Recuerdas el día de nuestra primera cita? Por fin te habías atrevido a invitarme después de tanto tiempo de emociones que ambos escondiamos tras nuestra amistad...

Ella amaba las flores, y él lo sabía. Nervioso, se acercó hacia ella después de la escuela y de su bolsa sacó un pequeño ramo de flores hechas de papel; sus favoritas, los tulipanes.

-¿Te gustaría salir esta noche?-

El rubor la hizo sentir calor en sus mejillas. Tengo que contenerme si no quiero gritar pasó por su mente. -Eh- balbuceó -¡Sí! Me encantaría-

-¡Genial! Entonces, ¿nos vemos hoy a las 7:00 en el cine?

-Me parece muy bien

Se mostraron una sonrisa, después de que Alba tomó el ramo de flores que con mucho esfuerzo había hecho Miguel. A él siempre le costaron las manualidades, sentía que perdía la cabeza y se impacientaba demasiado. Aún así, las hizo con mucho amor por y para ella...

10 ʟᴇᴛᴛᴇʀꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora