El joven y El miedo

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1

-Aquí está -colocó la taza junto a él y se alejó un par de pasos para tomar del anaquel superior otro plato- ¡Oe! -golpeó su hombro ligeramente- No te duermas aquí Marimo.

-¿Mm?

-No dejes que enfríe el té, te lo meteré por tus estúpidas orejas si es necesario, porque no voy a desperdiciarlo. -le tomó dos o tres intentos formar una llama con el encendedor, a Zoro no le molestó el ruido metálico, ni los chispazos, pero lidiar con un cocinero rabioso a primer hora de la mañana era un verdadero dolor de culo.

-No iba a desperdiciarlo -sostuvo el cuenco unos momentos antes de llevarse el tercer sorbo, el sol despertaba también con ellos luciendo un naranja precioso que se ocultaba tras esas nubes, aunque puede volverse rutinario cuando lo has visto hasta el hartazgo-. Eres muy ruidoso -el olor a mantequilla inundó sus sentidos, también el caramelo y el escozor del vapor que provenía del horno, se sentía cálido, cómodo como un arrullo de una hamaca meciéndose dócil de un vaivén a otro. Y él tenía tanto sueño...

Se escuchó ruido de cosas caer más al fondo.

-¿Huhm? Es una lástima Marimo, creo que no tendrás más opción que joderte entonces. -no recibió respuesta- ¿Mm? -cuando volteó casi alcanzó a ver el alma del espadachín ascender fuera de su cuerpo, ¿Cómo podía alguien dormirse tan rápido?- ¡Oe! -estaba listo para golpear sus costillas, y lo hizo, pero sólo se topó con un frío trozo de acero- Dormido, y aún desenfundas rápido, si estás tan alerta bebe eso.

-Deja de molestar, cocinero depravado. -finalmente giró dedicándole una mirada fulminante, guardó la Katana nuevamente, y el viento punzante dejó una delgada línea sobre la pesada mesa de madera.

Sanji sólo le dedicó atención a una cosa.

-¿Cuánto dormiste? -estaba paralizado, el asombro en su rostro se leía a leguas de distancia y del shock casi deja caer su cigarrillo. Hasta donde sabía, Zoro descansaba al menos tres horas durante la noche, el resto del tiempo lo pasaba de guardia.

-¿Para qué quieres saber? -sus ceño parecía fruncirse más con la incomodidad.

-¿Marimo tú dormiste anoche? Pareces un maldito mapache.

-No te interesa.

-¡¿Ni siquiera una mísera hora?!

-¡Huele delicioso! -el estruendo de la puerta los descolocó a ambos.

-No es posible que estén peleando desde tan temprano. -Nami llevó una mano a la frente ingresando detrás de Luffy.

-¡Comida, sí! -intentó abrir el horno, cuando además de quemarse se desplomó luego de tocar la manilla de kaeroseki de la puertezuela, Sanji supo que su día había comenzado.

2

-¿Entonces?

-Hoy por la tarde, casi noche, probablemente cuando caiga el sol.

-Gracias Nami-san, ¿Puedo traerle algo más?

-Estoy bien por ahora.

-Bien ¡No se olvide que estoy a su completo servicio! -su intento de besarla fue inútil como tenedor para sopa, pero era su deber intentarlo.

-Ah, por cierto.

-¿Huhm Nami~swaan? -bailoteaba.

-¿Sabes qué sucede con Chopper?

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