Prensa del corazón

13 3 3
                                    

– ¡Y por eso tenemos que hacer algo! – gritó el colaborador de turno, poniéndose de pie.

Desde que se había revelado que los dioses existían en este mundo, se habían abierto debates alrededor del mundo sobre si esas criaturas debían pagar impuestos extra, si eran peligrosos para la convivencia, o incluso si realmente se les debía permitir vivir entre los humanos. Pero en Grecia los debates eran aún más salvajes, llegando hasta la prensa del corazón. Esta en concreto debatía los mitos hasta niveles insospechados, implicando que algunos de sus dioses deberían estar en la cárcel por los mismos.

– No estoy de acuerdo – comentó el experto en mitología al que habían invitado –. No sabemos si los mitos son verdad y, en caso de serlo, qué partes podrían haber sido alteradas.

– ¡No está bien defender a un hombre que secuestró a una niña y la obligó a casarse con él! – le escupió otro de los colaboradores.

– Repito, no sabemos qué edades tenían ellos cuando todo eso ocurrió. Hay versiones más nuevas y más antiguas de todos los mitos, incluso este.

– ¡Además se la llevó al agujero más oscuro que existe! ¡Se la arrancó de los brazos a su madre! ¿¡Cómo puedes defender eso!?

– ¡Y no te olvides de que secuestró a otras después! – añadió el primer colaborador que había hablado –. ¡Eso debería demostrar qué clase de hombre es!

– ¡Deberíamos denunciarle por ella! ¡Que la rescaten de ese malhechor y se la devuelvan a su madre!

El experto en mitología no sabía dónde meterse ante esos ataques a gritos de los colaboradores del programa. La presentadora del mismo intentaba poner orden sin éxito mientras veía cómo el pobre hombre estaba muy cerca de llorar de pura impotencia.

– ¡Basta ya! – les gritó la presentadora de forma contundente –. ¡Callaos, u os largáis del plató y no volvéis!

Los dos colaboradores callaron y se sentaron. La presentadora respiró profundamente para calmarse antes de dirigirse al experto. Le tocó el hombro para llamar su atención, viendo que estaba muy alterado.

– ¿Quiere que vayamos a publicidad y nos calmemos todos un poco? – le preguntó la presentadora.

– No, estoy bien – le contestó el experto –. Me gustaría llamar a alguien. Fue mi mentor, a pesar de que es más joven que yo, y su campo de experiencia es precisamente este mito. Conoce detalles que incluso entre los mitólogos desconocemos. Él y su esposa se han dedicado a buscar cada fragmento, cada texto, cada detalle, cada cerámica relacionada con estos dioses y los mitos que los envuelven.

– Hagamos una pequeña pausa publicitaria mientras nos da su número.

– Está bien.

Después de esos dos minutos de publicidad, llamaron al mentor del experto. Sonaron tres tonos, en los que los colaboradores bromeaban de que no iba a cogerlo, y al cuarto contestó.

– ¿Diga? – preguntó el hombre de voz dulce al otro lado de la línea.

– Buenas tardes, señor – dijo la presentadora –. Le llamamos en directo del programa...

– Sé qué programa, no se preocupe. Les estoy viendo mientras cocino. Díganme.

– Pues estamos aquí teniendo un debate sobre los gobernantes del inframundo, ahora que se ha confirmado que los dioses existen en este mundo, y querríamos saber su opinión. Su colega nos ha comentado que usted y su esposa son grandes expertos del inframundo.

– Sí, eso es verdad. Nos conocimos en la universidad por esa obsesión, siendo yo un par de años mayor. Además, tenemos un relato de vida parecido al suyo del que prefiero no hablar ahora mismo.

Prensa del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora