"Hasta que respiré mi último aliento, la última vez que me tocaste..."
Solo un diario y un par de fotos, nunca supo en realidad porque su "mamá" nunca se había casado, tal vez sus escritos le ayudarían a descubrir la razón.
Ah! Y Tojuro, su chicle...
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La ansiedad lo mataba. Por un lado, había invadido la privacidad de su madre, y por el otro, en la única fecha que leyó no mencionaba al hombre rubio. Entonces, ¿hablaban del señor Kyojuro? ¿Un romance? No conocía tan bien al señor Rengoku como para saber sobre él y Giyuu. Miles de escenarios posibles llegaron a su mente; todo daba vueltas.
Se había recostado en su cama, tapado hasta el cuello, contando las estrellas que brillaban con pintura fosforescente en el techo. ¿Debía comentárselo a Tojuro? Era de confianza, tal vez él le ayudaría a completar el rompecabezas.
El diario estaba lleno; lo hojeó viendo que estaba completamente entintado y las fechas coincidían con las fotos. Lo decidió justo antes de caer dormido: descubriría el romance pasado de su mamá.
Al despertar, apagó la alarma con pereza. Tomó el plumón para tachar del calendario el día pasado, se levantó bostezando y tomó su celular, encontrándose con un mensaje de buenas noches de Tojuro. ¡A las 3 a.m.! ¿Ese niño no sabía dormir? A esa hora él estaba en su décimo primer sueño. Contestó con un "buenos días" y agregó el emoji con monóculo, sorprendiéndose al tener respuesta inmediata:
[Giichi]: ¿Te dormiste a las 3 y ya estás despierto?
[Tojuro]: ¡SÍ! Ayer terminé la tarea, te dije 🤭
[Giichi]: ¿A qué hora llegas?
[Tojuro]: Después del desayuno, no quiero molestar :)
[Giichi]: ¿Y si vienes a desayunar? Hoy prepararé pan francés.
[Tojuro]: Quisiera!, pero me da pena 😔
[Giichi]: ¡No seas ridículo! Te espero en media hora.
Apagó el celular y suspiró; tendría que decirle a su mamá. Después de lavarse la cara y ponerse una playera cuatro veces más grande que él sobre sus shorts favoritos, bajó a la panadería. Era temprano, por lo que la gente abarrotaría la tienda.
-¡Mamá!- le gritó antes de entrar al bullicio - Buenos días, Kagaya-san- apenas cruzó el marco de la puerta, el hombre de ojos violetas pasó frente a él con una charola de pan.
- Hola, querido- con la mano libre acarició su cabello rebelde y siguió con su compra.
- Giichi, ¿puedes pasarme más bolsas?- guiñó el ojo Giyuu, lanzándole un beso al aire mientras cobraba.
- ¡Sipi!- estaban sobre la mesa entrando al cuarto de preparación del pan.
- ¡MURATA! ¿Estás bien?- el grito estridente de un chico con dos cicatrices en la cara que soltó de pronto la masa y se acercó al otro pelinegro quién se había quemado con una charola caliente lo sorprendió.
- Sí, estoy bien, no te preocupes...- mencionó el Omega. Giichi sentía que estorbaba en esa escena aparentemente "romántica" ya que Kumeno tomó la barbilla de Murata y la mano roja por la quemadura. Ambos cubiertos de harina y con el rojo calor del horno, perfectamente podía ser sacado de una escena de los libros que leía. No se quedó más, ya que un chico de cabello salmón entró gritando.
-¡EY, EY, EY! Se están acabando los croissants, ¡apúrenle, apúrenle!- tomó uno de los carritos llenos de pan para acomodarlo en los mostradores.
- Ma...- llamó su atención, pasándole las bolsas de papel - invité a Tojuro a desayunar, ¿está bien..?- mordió sus labios esperando una respuesta.
- Sí, está bien, no veo por qué no- cortó el ticket, entregándolo con algunas monedas al hombre de cabello lacio- Aquí tiene-
- Okey, voy a prepararlo entonces- dio un saltito y sonrió ampliamente.
- Ya vi que los gustos se heredan- subió las cejas el hombre para molestar al Tomioka mayor.
- ¡Kagaya-san, por Dios!- volteó a sus espaldas esperando que Giichi no lo hubiera escuchado.
-¡Digo, Ruka-san también se parece mucho a ti! ¡Son las tres generaciones!- Continuó molestándolo.
-Por favor, no quiero que Giichi lo sepa- golpeó sus mejillas que estaban rojas como un tomate.
-¿Por qué? Fue una historia bonita- reprendió el mayor.
-Exactamente, ya fue...- su voz temblorosa delataba la nostalgia por el comentario.
-Ay, querido ¿Quieres tomar el té conmigo?, ¿Tal vez hablar de él..?- se quitó de la fila para que el moreno siguiera cobrando.
- Ya no soy su paciente Kagaya-san- contestó negando con la cabeza.
-Pero soy tu amigo Giyuu-
-No quiero saber de él, pero quiero que esté bien, me enteré de que estaba enfermo, aparte de eso, no creo que pueda soportar verlo con alguien más...- entregó nuevamente el cambio y se dirigió al señor - ha estado bien sin mí los últimos 16 años...- concluyó pasando hacia atrás su cabello y sacando el aire bruscamente. - Puede venir después de las 4, tendré el té listo toda la tarde- le sonrió dulcemente.
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Pan francés; huevo, leche, rebanadas de pan blanco, canela, azúcar y vainilla. Colocó los ingredientes a su alcance, cascando un huevo y mezclándolo con la esencia de vainilla, mientras ponía el sartén antiadherente a la estufa a la par que tarareaba alguna canción como "Once Upon a Dream" de Lana del Rey. Pensaba en el diario y en las palabras saliendo de los labios de Kagaya-san, "los gustos se heredan", lo había escuchado, entonces él sabía sobre la historia de su madre y el señor Kyojuro. Siguió tarareando hasta que un par de golpes al marco de madera lo sacaron de su ensoñación.
- ¡Ya vine!- le llamó la atención el rubio - No sabía qué traer para no verme grosero, traje estas- mostró un ramo de azucenas azules- son para tu mamá-
- ¿Flores? ¿Qué? ¿Estás cortejándome?- se rió mientras volteaba el pan.
-Tal vez...- subió los hombros haciendo avergonzarse al moreno que le tapó la boca.
- ¡Idiota!- refunfuñó con las mejillas coloreadas.
Alguien carraspeó haciéndolos separarse inmediatamente-Buenos días, Tojuro- saludó desde la puerta Giyuu.
-¡Buenos días, señor Tomioka!- se acercó a él, recibiendo una caricia en el cabello por parte del mayor - Le traje esto- entregó las flores puestas en la mesa sorprendiéndolo - Mi tío dijo que eran sus favoritas cuando le comenté que venía a desayunar-Giyuu miró las flores con nostalgia. Tojuro se parecía más de lo que le gustaría a Kyojuro, y verlo con las flores le traía muchos recuerdos.