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Charles despertó en un lugar oscuro, sintiéndose aturdido y débil. Su visión borrosa apenas le permitía distinguir las sombras a su alrededor. La voz de Esteban retumbaba en su mente, susurrando palabras de posesión y desesperanza. Trató de moverse, pero estaba atado firmemente a una silla.

—Eres mío, Charles. Nunca podrás escapar de mí —había dicho Esteban, su voz llena de una amenaza oscura y palpable.

Antes de que pudiera responder, Charles sintió una nueva punzada en su cuello, y todo se volvió negro nuevamente.

Cuando volvió en sí, un dolor punzante en sus pezones lo hizo gemir de dolor. Reconoció al instante la brusquedad de Esteban, recordando todas las veces que había sido sometido a ese trato. Trató de liberarse, pero sus esfuerzos sólo resultaron en un golpe violento en la cara.

—¿Acaso no es esto lo que buscabas? —rugió Esteban, con una sonrisa sádica en su rostro—. ¿Que te tratara como la puta que eres? Nunca podrás escapar de mí, Charles. Si fuiste capaz de arruinar mi vida, no te vas a ir tan fácilmente. Estás roto. Nunca podrás amar, porque los monstruos como tú no pueden amar a nadie.

Las palabras de Esteban eran como dagas en su alma, cada una penetrando más profundamente que la anterior. La siguiente oleada de violencia lo dejó inconsciente otra vez, golpeado y destrozado.

Cuando Charles volvió a recuperar la conciencia, todo su cuerpo dolía, pero el dolor más intenso provenía de su entrada. Sabía lo que había sucedido, incluso sin poder verlo. La venda en sus ojos le impedía ver cualquier cosa, pero el silencio era ensordecedor. Esteban no estaba cerca, o al menos eso parecía.

Charles no pudo evitar llorar, las lágrimas brotaban de sus ojos en un torrente incontrolable. Las palabras de Esteban resonaban en su mente, haciéndolo cuestionar todo. ¿Y si Esteban tenía razón? ¿Y si estaba realmente roto, incapaz de amar? Recordó a Carlos, la preocupación en su rostro, el cariño en sus gestos, y una sensación de desesperanza se apoderó de él.

"Estoy destruyendo a Carlos," pensó, "él merece ser feliz, merece alguien que pueda amarlo sin reservas, no alguien como yo, un monstruo que sólo trae destrucción."

Charles se dejó llevar por la oscuridad de sus pensamientos, convenciéndose de que alejarse de Carlos era lo mejor para ambos. Aunque su corazón se rompía ante la idea, no podía soportar la posibilidad de dañar a la única persona que realmente se había preocupado por él.

Sus lágrimas continuaban cayendo, y el dolor en su cuerpo era un recordatorio constante de su situación. Sin embargo, la angustia emocional superaba cualquier sufrimiento físico. Con cada lágrima, se iba convenciendo más de que su destino era estar solo, lejos de Carlos, para no causarle más dolor.

Eventualmente, el agotamiento lo venció y se quedó dormido, esperando que Carlos pudiera ser feliz sin él. En su corazón, albergaba una pequeña esperanza de que algún día, de alguna manera, Carlos pudiera perdonarlo por no ser lo suficientemente fuerte para quedarse.

En su sueño, Charles se aferró a la imagen de Carlos, recordando sus sonrisas, sus abrazos, y la calidez de sus palabras. Era un consuelo amargo, pero era lo único que tenía en ese momento de desesperación y dolor. Aunque las palabras de Esteban seguían resonando en su mente, una pequeña voz dentro de él se negaba a dejar de luchar. Pero por ahora, solo podía esperar y rezar para que de alguna manera, todo esto terminara.


Entre Sueños y Realidades (Charlos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora