Six

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El aire fresco que entra por la ventana del auto despiena la chica pelinegra, hace volar los pelos que con tanto trabajo acomodó. La voz gutural acompañada de música instrumental de una de sus bandas de grindcore favorita suena por los altavoces. Tararea la fuerte melodía de la canción mientras mueve la cabeza. Le gustan estos días en los que sale a pasear junto a las personas que más ama en esta vida.

El auto va lleno a reventar. Si la policía los detenía a medio camino no sería una multa para nada barata. Ella sabe que a sus  acompañantes no les agrada la música, pero poco le importa cuando canta junto al vocalista. No puedo ver sus rostros, me da mucha curiosidad saber quienes son. El asiento trasero lo ocupan cuatro personas, y esa chica pelinegra va en el asiento del copiloto. ¿Quienes serán todos ellos? ¿Por qué siento que estoy presente cuando en realidad no lo estoy?

El conductor detiene el auto frente a una hermosa casa blanca, a pocos metros se observa el mar. Todos bajan del vehículo a una velocidad increíble, la emoción de estar aquí es mucha. Nadie lleva más que una maleta como equipaje, pero la chica pelinegra lleva mucho más que una maleta, lleva varias cajas cargadas de papeles y objetos importantes. Su mejor amiga también lleva una cantidad de equipaje similar. Juntas trabajarían durante las vacaciones.

Cuando ya se hubieron instalado todos en sus respectivas habitaciones, la chica me echó una ojeada a todo el lugar asombrada por la belleza. Luego empezó a rebuscar en una de sus cajas para ubicar los papeles en los lugares que ella crea conveniente. Leyó papel tras papel mientras los separaba en varias pilas. Todos parecían de mucha utilidad. Agarró uno, uno que al leerlo la hizo quedarse en shock. Lo leyó varias veces hasta que...

La luz me golpea en los ojos dejandome ciega por unos minutos. No me doy cuenta de donde me encuentro hasta que recuerdo lo que pasó el día anterior. Después de buscar por toda la habitación alguna llave, Simon y yo decidimos quedarnos a dormir allí.

Me desperté un poco confusa por ese sueño tan raro. Miré a mi alrededor y no encontré a Simón durmiendo a mi lado. Pensé que ya se habría marchado, que abandonó la misión. No me preocupé más por eso y me levanté de la cama, mientras más buscara, más cerca estaría de la verdad.

La habitación estaba iluminada completamente por la luz que entra por los grandes ventanales los cuales dejamos abiertos para que la juguetona brisa de la noche se colara dentro de la habitación.

Tras un largo bostezo, intenté peinarme un poco el cabello todo desordenado. Sin mucho éxito fui a mirarme en el espejo. No pude evitar la mueca que se formó en mi rostro al ver mis cabellos castaños todos enredados.

En esa habitación no quedaba ningún rincón sin revisar. Buscamos cada posible lugar en el que se pudiera esconder una llave, todo fue inutil. Quizás pudiera romper la puerta del clóset para ver lo que se esconde en su interior, pero no quiero deteriorar nada en la casa.

Miré a mi alrededor nuevamente. Si yo fuera esa chica, ¿donde escondería una llave? ¿donde nadie la encontraría? Seguí maquinando, pero no dió resultado hacerme esas preguntas, al parecer en la vida real no se pueden emplear todas las tácticas de una película.

No tengo la inteligencia suficiente para resolver este enigma que es mi vida. Menos tiene Simon, lo único que ha hecho es brindarme transporte y comida. Aunque estoy muy agradecida con él por ese gesto de amabilidad. Tal vez lo lleva en la sangre, ser bueno con todos.

Por momentos me parece irreal todo esto que estoy viviendo, parece una pesadilla, pero me pellizco, me doy cuenta de que todo es real y sigo simplemente existiendo ya que no sé ni quien soy.

Me colocó nuevamente las botas del día anterior. Nadie tiene que saber que llevo la misma ropa de ayer a pesar de haberme duchado. Simon insistió en usar ropa de la que hay en los clósets, pero ya estábamos usando el baño, las toallas, algunos instrumentos de la cocina e incluso la cama. No podíamos usar nada más.

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