Capítulo 10: El Precio Del Desprecio

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Al amanecer, el palacio estaba en un estado de emergencia. Nicolás, el primer caballero, regresó acompañado por la reina Isadora y Celeste para reportar sobre la feroz batalla y la resurrección de los Bernard. La tensión en el reino era palpable.

Celeste, aún recuperándose de sus heridas, fue convocada a la cámara de la reina. Nicolás y Edward la acompañaban, con expresiones que combinaban preocupación y determinación.

-Celeste, necesitamos saber todo lo que ocurrió -dijo la reina Isadora, con una voz firme.

Celeste relató los eventos de la noche anterior, incluyendo la confrontación con Leo y la revelación de los Bernard. Mientras hablaba, el príncipe Edward fruncía el ceño, asimilando cada detalle. No le gustaba saber sobre la interacción de Celeste con Leo, pero se limitaba a escuchar.

-Esto es peor de lo que imaginábamos -dijo la reina finalmente.-. Necesitamos un plan para enfrentar esta amenaza.

- No lo entiendo, no entiendo. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que esa gente haya vuelto si murieron hace décadas? ¡¿Además, quiénes son esos Bernard y por qué demonios nos tienen tanto rencor?! -Edward finalmente expresó su frustración-. ¿Estamos seguros de que son ellos? Lo más lógico es que sean impostores. ¿O acaso soy el único que piensa eso?... ¿Por qué parece que soy el único que piensa eso? -Edward preguntaba cada vez más confundido por la situación.

-Son ellos, sin lugar a dudas -respondió la reina, sacando un retrato de una mujer de una caja secreta en su cámara-. Este retrato es de la matriarca de los Bernard.

Tanto Celeste como Nicolás se sorprendieron al ver el retrato.

-No puede ser -dijo Nicolás, mirando el retrato con los ojos agrandados.

-Es.....es ella, es Esmeralda -confirmó Celeste con voz temblorosa.

-¿Cómo que es Esmeralda? ¿La madre de esos hermanos? -preguntó Edward, cada vez más confundido.

- Estaba cubierta con una máscara la última vez que la vi, y por eso no logré identificarla. Además, los cadáveres no estaban en las tumbas, y ese anillo rojo... -justificó la reina, mientras sus pensamientos intentaban dar sentido a lo imposible.

- Pero, madre, piénsalo. Ellos pudieron haber encontrado la tumba de los Bernard, ya que tenían el mapa en la mansión, y haber vaciado las tumbas. Y como decís, el anillo lo tenía uno de los cadáveres de los Bernard, así que seguramente al sacarlo, ellos lo encontraron y decidieron quedárselo para confundirnos. Y lo de Esmeralda, pues, seguramente es una coincidencia: una mujer que se parece demasiado a la matriarca de los Bernard y nada más -respondió Edward a su madre, intentando convencerla de las locuras que decía.

- Es ella, no tengo ninguna duda. Nadie podría parecerse tanto; esos ojos azules son inconfundibles. Además, las características de esta familia coinciden perfectamente con la descripción de nuestros ancestros, los Lancaster, en los antiguos libros reales: tres hermanos, una mujer y dos varones, y luego está la madre. Los menores heredaron la apariencia de su madre, mientras que el mayor es una réplica exacta de su difunto padre -afirmó la reina con total seguridad.

- Son coincidencias, madre, solo coincidencias. Por favor, ¿estás escuchando lo que dices? ¿Cómo pueden ser ellos, personas que dejaron de existir hace décadas? Oye, ¿Alguien puede apoyarme en esto? -preguntó Edward, dirigiéndose a Celeste y Nicolás con preocupación.

- Ellos eran demasiado fuertes, casi inhumanos, especialmente por sus ojos... Pero sigues teniendo razón, príncipe. ¿Cómo es posible que estas personas sean quienes se extinguieron hace décadas? -respondió Celeste a Edward, mientras recordaba los profundos e iluminados ojos de Leo.

🖤 Herederos de la traición 🩶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora