En la antigua Japón, el joven emperador Manjiro Sano era conocido por su belleza imponente y su carácter implacable. A pesar de ser un líder temido y respetado, había algo que faltaba en su vida: una consorte digna de estar a su lado en el trono. Los consejeros de la corte le presentaron a las mujeres más hermosas y nobles del reino, esperando que alguna lograra captar su atención. Sin embargo, ninguna de esas candidatas logró hacer latir su corazón.
Un día, durante una de las audiencias con sus concubinas, una mujer de rango medio, famosa por su vanidad, intentó acercarse demasiado al emperador, buscando su favor. Con una mirada fría y un movimiento rápido, Manjiro la apartó de un manotazo, su mano conectando con el rostro de la mujer. Los cortesanos observaron en silencio, temerosos de la furia del emperador. La concubina, humillada y llena de rabia, se retiró de inmediato, incapaz de soportar la vergüenza.
En ese momento, una figura menuda y delicada se acercó con cautela. Era una sirvienta, apenas más que una niña, con piel blanca como la porcelana y ojos azules que brillaban con una mezcla de inocencia y preocupación. Manjiro, aún irritado por el incidente, la miró con dureza, esperando que retrocediera como todos los demás. Pero en lugar de eso, la joven se inclinó ligeramente, su voz suave rompiendo el tenso silencio.
"¿Se encuentra bien, Su Majestad?" preguntó, su tono lleno de genuina preocupación.
Manjiro parpadeó, sorprendido por la osadía de la joven y por la extraña calma que su presencia le infundía. Nunca antes había visto a alguien tan valiente y a la vez tan frágil. Esa pequeña sirvienta, en su humilde atuendo, había logrado algo que ninguna otra mujer había conseguido: despertar su interés.
El tiempo pasó, y Manjiro no pudo sacar a aquella joven de su mente. Investigar su identidad fue una tarea fácil; su nombre era Takemichi, y pertenecía a una familia de sirvientes que había trabajado para la corte durante generaciones. A pesar de su baja posición, había algo en ella que atraía al emperador como un imán.
Finalmente, tomó una decisión que sorprendió a todos en la corte. Despidiendo a las concubinas que habían fracasado en ganarse su favor, Manjiro nombró a Takemichi como su concubina principal, elevándola por encima de todas las demás. El escándalo fue inmediato; ¿cómo podía una simple sirvienta, sin linaje ni riquezas, convertirse en la favorita del emperador? Pero Manjiro no prestó atención a las habladurías. Estaba decidido a seguir su corazón, o al menos, lo que creía que era su corazón.
No pasó mucho tiempo antes de que Takemichi quedara embarazada. Los rumores se extendieron por todo el palacio, susurrando que el embarazo era un intento desesperado de Takemichi por asegurarse un lugar permanente al lado del emperador. Pero la realidad era mucho más simple y cruel: su cuerpo, aún joven y no preparado, luchaba con las dificultades del embarazo. La situación se volvió aún más peligrosa cuando llegó el momento del parto.
El dolor que Takemichi sufrió fue inimaginable. Los médicos de la corte, incapaces de esperar más, tomaron la decisión de practicar una cesárea, un procedimiento arriesgado en aquella época. El corte en su vientre no solo le dejó una cicatriz física, sino que también marcó el inicio de su descenso a la soledad y el sufrimiento.
Después del nacimiento del bebé, un niño que llevaba el nombre de Manjiro, el emperador comenzó a mostrar indiferencia hacia Takemichi. Lo que antes era un afecto tenue pero real, se desvaneció por completo. El bebé, ahora la joya del imperio, se convirtió en el centro de la atención de Manjiro, mientras que Takemichi era relegada a un rincón oscuro del palacio. Los días pasaban, y el emperador se volvía cada vez más distante.
Takemichi, quien una vez había sentido amor por el emperador, comenzó a experimentar una mezcla de resentimiento y dolor. Las noches que antes habían sido llenas de promesas y susurros dulces se convirtieron en horas interminables de soledad. Intentaba recordar el rostro de Manjiro cuando la miraba con ternura, pero esos recuerdos se volvían cada vez más borrosos.
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One Shot - Tokyo Revengers
Fanfictionserán una serie de one Shot de maitake y posiblemente otras parejas