Egoísta VIII

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La fiesta continuó con normalidad, a excepción de un grupo de amigos que se mantenía pendiente de México; había pasado un rato desde que lo vieron salir, pero no era correcto intervenir aún.
Finalmente, lo divisaron bajando por las escaleras y cuando se reincorporó al grupo estaba sonriente de nuevo, con ganas de echar desmadre, aunque lo acompañaba un ligero olor a cigarro.

Todo siguió igual entre bromas y risas, mas llegó un momento en que Ecuador empezó a presumir su resistencia al alcohol y terminaron alentando que se abriera espacio en una mesa para colocar distintas botellas.
Era un clásico juego de bebidas que no tardó en convertirse en reto, uno en el que poco a poco fueron cayendo los "perdedores" o quienes preferían sólo ser espectadores, como Perú.

Al final quedaron en pie México y Ecuador, quienes como último reto mezclaron cuatro diferentes tipos de alcohol para crear una especie de cóctel. Todo indicaba que el ecuatoriano sería el vencedor, pero entonces éste dejó su tercer vaso a medio beber y se desplomó sobre un puff cercano, mientras que el mexicano apuró su trago y lo azotó en la mesa, recibiendo las aclamaciones del resto conforme alzaba los brazos, victorioso.
Aunque aplaudían, tanto Guatemala como Colombia intercambiaron miradas; Perú por su lado torció la boca, intranquilo.

Otros countries iniciaron un nuevo juego y aunque esta vez México no participó, sí fue a servirse un tequila doble; alzó su vasito para brindar por ellos e hizo ademán de beber.
—¿Tomarás más? ¿En serio?
El tricolor giró el cuello para mirar al recién llegado.
—¡Obvio! Si eso no fue nada —declaró contento, para luego beberse el contenido de golpe—. ¡Tú no te preocupes, Perú! Yo sé cuándo parar...
Dicho esto, se alejó para presenciar cómo se desarrollaba ese juego. El peruano miró a un rincón, donde Colombia atendía a su embriagado "hermano" que se había desparramado sobre el puff, aunque a juzgar por sus expresiones, Ecuador también recibía una buena reprimenda por parte del omega. Había visto las botellas, eran bebidas fuertes, por lo que no le sorprendía que acabara así y eso sólo lo ponía nervioso.

Cuando los juegos terminaron, varios ya soltaban carcajadas y otros coreaban las canciones en turno... o más bien las gritaban. México se desenvolvía entre estos grupos, alegre y escandaloso; parecía divertirse y Perú no le hubiera dado tanta importancia, excepto porque veía que cada vez le costaba más mantenerse en pie.
El grupo en el que estaban chocó los vasos, derramando su contenido entre ellos.
—¡Ora pendejos! ¡Ya me bañaron todo! —se quejó el mexicano en un tarareo, cerrando un ojo para revisar su bebida—. ¡Me dejaron bien poquito!
Inclinó el vaso hacia sus labios, pero de inmediato se lo arrebataron y al enfocar la vista descubrió a Perú frente a él.
—Ya bebiste suficiente, México.

Éste frunció el ceño y balbuceó algo en protesta, intentando empujarlo, aunque sólo consiguió perder el equilibrio y a punto estuvo de caerse, de no ser porque el pelirrojo lo sostuvo a tiempo. Liberó una risita.
—Bueeeeno creo que sí bebí poquitito de más~
—¿Tú crees? —ironizó Perú, rodando los ojos, para luego guiarlo hacia una silla y ayudarlo a sentarse, recargado contra la pared—. Te traeré agua, espérame aquí.

Perú se alejó en dirección a la barra rogándole a San Martín, a Inti, hasta a la mismísima Pachamama que todavía hubiera botellas de agua ahí... y que mientras, México no se fuera de cara al piso.
Por suerte había una disponible, pero en su camino de regreso se topó con Japón y Corea del Sur, dos omega que se mostraron felices de verle e iniciaron una conversación, que más bien iba enfocada en halagar su porte, sus manos grandes, lo bien que le quedaba la ropa...
Ah, demonios.


Sentía que el resto del mundo se movía sin él, pese a mantenerse lo más quieto posible. La música era ahora un eco distante que no comprendía y sentía los labios resecos.
México entreabrió los ojos, notando su visión algo borrosa, y se talló con pereza antes de volverse a recargar. Alguna parte de su cerebro le decía que andaba valiendo verga, pero lo demás estaba demasiado atontado para procesarlo.
Aunque sí había otras cosas que procesaba. Abrió los ojos y giró el cuello hacia un lado.
—Tengo que mear.

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Como pudo se levantó de aquella silla y fue apoyándose en los muros de camino al baño; grande fue su sorpresa —y frustración— al encontrarlo cerrado. Tras esperar un poco, tocó con insistencia y recibió un "¡está ocupado! ¡Largo!", seguido de un par de gemidos.
México recargó su cabeza en la madera.
—No mamen, váyanse a coger a otro lado... ¡Es el único puto baño!

Al no obtener respuesta, soltó un quejido y giró hasta recargarse contra la pared, cerrando los ojos. Carajo, sabía que debían añadir por lo menos dos baños en su momento.
¿Y ahora qué? O arruinaba las orquídeas de Guatemala o se quedaba sin dignidad.
—Creo que puedo ayudarte con eso.
México mantuvo los ojos cerrados, sintiendo la presencia del recién llegado.
—¿Ah sí? ¿Cómo?
—Hay otro baño arriba ¿no?
—Ese es privado, pendejo.
—Descuida, le pregunté a Guatemala y dijo que podías usarlo.
El tricolor abrió un ojo. Su vejiga estaba a punto de reventar, así que agradeció que Guate fuera su íits'in y que eso conllevara ciertos privilegios.
—Órale pues.
Stimmt! Ven, cuidado con las escaleras...

México dejó que lo guiaran, pues justo ahora su perspectiva no era muy confiable. Una vez arriba, anduvieron otro tramo hasta abrir la puerta de un cuarto; al menos la música ya no reverberaba en sus oídos y podía concentrarse en sus movimientos.
Tambaleante, dejó su celular en un mueble y se dirigió a ese baño, casi pudiendo escuchar los cantos celestiales salir de éste.
—No tardo.
Cerró tras de sí, dejando en la semioscuridad a Austria, quien esbozó una sonrisa extraña. De manera metódica fue donde el celular y le bajó todo el volumen, para luego volver a la puerta del cuarto, echándole el seguro.
—Tómate tu tiempo...


Perú finalmente halló la pausa para escabullirse de Japón y Surcorea. Se apoyó en la pared unos instantes, aturdido por las dulces feromonas que ese par estuvo emanando y tras sacudir la cabeza, reanudó la marcha. Sin embargo, cuando vio la silla vacía se detuvo en seco; miró a ambos lados, confundido.
¿Dónde estaba México?


El mexicano salió del baño dando tumbos, con las manos a medio secar y el cinturón mal abrochado. Su acompañante se acercó con lentitud.
—¿Todo bien?
—Mejor de lo esperado... Ahora no sé... cómo voy a bajar las escaleras —balbuceó, sosteniéndose de un mueble.
Aguardó unos segundos, intentando discernir entre la alfombra y sus pies, antes de caminar hacia la puerta. Cuando pasaba por su lado Austria estiró un pie disimuladamente, provocando que el tricolor tropezara y cayera en la orilla de la cama.
México soltó una risita por su torpeza y se recostó en el colchón, cubriéndose los ojos con su brazo; sentía que todo daba vueltas a su alrededor.
—Ugh... Dame un minutito ¿sí?

El austriaco liberó una suave carcajada.
—Bebiste mucho ¿cierto? —musitó, acomodando sus piernas de manera que quedara acostado por completo—. Para ser un alfa, te vuelves adorable cuando estás ebrio, Mexiko.
La cama crujió bajo su peso mientras se posicionaba encima de él.
—Eso me encanta...


Perú se inclinó sobre algunos puffs, preguntando a sus ocupantes por el mexicano pero al igual que él, también lo vieron sentado en esa silla la última vez. Guatemala, quien se le había unido, cuestionaba también a otros countries, obteniendo el mismo resultado. Sólo quedaba buscar arriba, aunque dudaba mucho que pasara desapercibido al intentar subir, no en su estado actual. Era demasiado extraño.
—Che ¿qué tenés? ¿Pasa algo?
El pelirrojo se volvió hacia Argentina, quien a su vez iba acompañado de Brasil.
—No encontramos a México —explicó Guatemala—. Estaba aquí hace unos minutos y no contesta el celular.
—O que não está no banheiro?
Perú negó con la cabeza.
—No, ya revisé. De hecho está... ocupado.
—¿Qué sucede, parceros? —preguntó Colombia, quien se acercó al notar sus expresiones consternadas—. ¿Por qué tan afanados?
—Col, ¿has visto a México?
El tricolor arqueó una ceja ante la pregunta del bicolor.
—Lo vi subir hace poco con alguien. Creí escuchar que iban a otro baño.
—¿Cuál otro baño? —inquirió la guatemalteca, ahora sorprendida.
Perú en cambio miró al colombiano, repentinamente serio.
—¿Con quién iba?

Oneshots MexperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora