Capítulo 38

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Y sí, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al sentir su respiración detrás de mí, temblé de a poco y él se alejó como una sombra.

Sentí el rechinar del sofá cuando tomo asiento, voltee y sus ojos gritaban lo qué sus labios contenían. Está vez le veía...estaba fascinada por el brillo en sus ojos.

Con un movimiento descuidado de su cabeza me insistió para que tomará asiento, me senté encima de la pequeña mesa de decoración. No quería alejarme, quería estar cerca de él, porque lo sentí con todas mis fuerzas, y no era sólo debido a mis habilidades no, era algo más fuerte.

Algo que vibraba y me arrastraba como una enorme ola, él era las rocas y yo el mar, destinada a chocar una y mil veces contra él, porque él era mi sustento para seguir. El silencio reino a lo largo de la mansión en ruinas, creí escuchar el goteo de las hojas congeladas en los árboles, el viento helado y desolador, la oscuridad acechante...igual a mí....igual a ellos.

Adrián se inclino con ambos codos encima de sus rodillas, la cabeza escondida y sujeta por sus brazos, pasaba sus manos una y otra vez por el sedoso cabello, un impulso desesperado me abarcó cuando llevaba ya un tiempo en ese estado.

Con cuidado y cariño tome sus manos contra las mías, manchadas de su propia sangre, la herida se había curado, besé las líneas de las palmas de sus manos, besé sus dedos uno a uno en silencio, cuando abrí los ojos su mirada estaba en el suelo con ambas esferas cerradas, tal vez era la culpa de lo que había sucedido hacía cuatro años o era algo más abrí mis habilidades hacía él.

Saboreé su vergüenza...y eso terminó de quebrar mi corazón.

- ¿Por qué no me quieres ver? - susurré - Abre los ojos Adrián, estoy aquí cariño, siempre lo estaré.

Su cuerpo se puso rígido aún con los ojos cerrados, acaricie sus mejillas, y deslice mis dedos apartando mechones rubios de su increíble y varonil rostro.

- No te merezco - dijo tan bajito qué creí que a penas había hablado - No mereces a un asesinó, no mereces que te vea, soy un ser repugnante - el desprecio hacía él mismo me hizo hervir la sangre.

- Eres alguien especial y magnífico - besé su rostro con suavidad - ¡Por favor! - volví a insistir, lo sentí dudar pero poco a a poco abrió sus ojos.

Me quedé sin aliento al comprobar la profundidad de sus pupilas dilatadas, eran negras como el carbón, y estaban brillosas, su rostro húmedo por lágrimas derramadas.

En un movimiento rápido me tomó de la mano y me acurrucó contra su cuerpo, abrazo mi cintura con fuerza como si tuviera miedo de irme.

- Prométeme qué no te irás - murmuró y la calidez de su corazón bombeando con fuerza me hizo ronronear pegando mi cuerpo aún más al suyo, elevando las piernas y sintiendo su respiración subir y bajar.

- Jamás - juré, una de sus manos acariciando mi cabello con dulzura.

- Me haz jodido Jade Hudson - susurró - Me haz jodido a lo grande, jamás he sentido amor, Pero contigo estoy aprendiendo a sentir - dejó un beso en mi frente con afecto - Me estás enamorado sin darte cuenta.

- ¿Y eso es bueno o malo? - se quedó en silencio durante mucho tiempo, mis ojos parpadearon más de una vez para evitar dormir ante los movimientos de sus dedos en mi cabello.

- Cuando te enamoras de alguien como yo, es algo malo - dijo al final - Eligeme siempre Jade - suplicó por lo bajo - Eligeme por encima de todo, por una vez , sólo por una vez en mi vida no quiero ser la segunda opción de alguien - sus dedos se detuvieron, me alzó conectando su mirada con la mía - Enamórate de mí Jade, no importa que suceda, enamorate de mí hoy, mañana y siempre - besó mi rostro entre las sombras del salón.

Una Enfermiza obsesión +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora