Satoru Gojo se sienta en su camerino. La espera se le hace eterna y, cuando está por caer dormido, llaman a la puerta.
Es Ijichi, su manager. Tiene una cara tan larga que Satoru casi se siente mal por él. Al final no logra reprimir la carcajada que brota de su garganta.
—No es gracioso, Satoru —el pobre hombre echa una mirada a su espalda antes de hablar con tono discreto—, Suguru está realmente molesto.
El albino enarca ambas cejas, repentinamente interesado en la razón de la preocupación de su manager.
—¿Ha renunciado?
Ijichi simplemente negó con aires de resignación.
Por un momento casi canta victoria pensando que su broma habría surgido el efecto deseado. Satoru apoyó su barbilla sobre su puño en un gesto de desilusión.
—Puaj, ¿cuánto tiempo más tendré que soportar a ese aburrido?
—Te recuerdo que estás bajo contrato.
Satoru lo medita un poco, mas en el fondo lo sabe a la perfección, jamás lo ha olvidado. El azabache y él han coincidido frecuentemente en grabaciones de películas los últimos años y, pese a que jamás lograron tener una buena relación; el público parece empeñado en verlos juntos en la pantalla grande.
Así que, cuando no puede quejarse gritando a los cuatro vientos por tal tortura, opta por cobrar venganza a su manera: haciéndole la vida imposible a su coestrella.—Oh Ijichi de los cuatro cielos, relájate un poco y vayamos a la presunta escena del crimen.
Se incorporó con entusiasmo, haciendo sonar aquella ornamentaria adjunta a sus prendas de vaquero. Tomó el sombrero y se lo colocó antes de caminar hacia la salida.
No olvidó, antes de salir, dejarle una palmada cual apoyo a su atormentado compañero, que se dispuso a acompañarlo como su sombra.Arribaron al set de grabación unos minutos después. Por aquella ocasión se habría contemplado un montaje del reconocido 'el camino antiguo del pueblo'.
Satoru silbó y dio crédito al esfuerzo de la producción, mientras Ijichi le recitaba en un intento en vano su agenda entera. Por desgracia para él, aquella no sería la única distracción próxima al albino cuando una alta figura entró a su campo de visión.—¡Suguru! Me dijeron por ahí que te agradó el obsequio que dejé en tu camerino.
El trabajo de la maquillista del azabache fue perturbado. Casi la vio maldecir mil veces ni bien la trayectoria del delineado se desvió por el repentino movimiento del rostro del actor.
—¿Cuántos años tienes, Gojo? Incluso un niño de diez años es más maduro que tú.
Pero para el albino las palabras filosas de Suguru resultaban cual música para sus oídos. Sin embargo, algo no cuadraba en todo aquello.
—¿Heh? ¿Dónde está el Suguru enojado que me prometieron?
—Ustedes, par de tortolitos.
Era el director de la película que estaban grabando, un hombre de estatura baja aunque carácter desafiante.
La maquillista de Geto encontró la oportunidad perfecta para terminar su delineado en lo que prestaban atención al director.
—Esta es la última escena, así que intenten hacerlo...
—Tan bien como siempre pero mejor que nunca —añadió Satoru.
Y después se ponen manos s la obra, no más que horas donde, preso del guión, se viene desenvolviendo con sus armas. Satoru es distraído, no sabe con certeza el tiempo que ha transcurrido para cuando finalizan; Ijichi no se cansa de reclamarle que aprenda de su coestrella y cargue con reloj de mano. A él le gusta admitir que su enfoque está en otras cosas, como hacerle la vida imposible.
solo logra tener noción de las horas transcurridas, nuevamente, gracias al hombre de gafas.
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Lights , camera , LOVE!
FanfictionSatoru Gojo es tan gran actor como su coestrella Suguru Geto. Las aclamadas estrellas se encuentran en la cúspide de su carrera, pues la audiencia ha decidido que ama sus dinámicas en pantalla, pero hay un solo problema: en la vida real por poco y p...