29. Jaemin

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Al escuchar a Johnny reestructurar toda la manada Lee con poco más que un concepto vago y unas pocas oraciones, pensó, por primera vez en su vida, que tal vez sabía lo que realmente significaba ser manada. Significaba lo que tenía Yangju. Un grupo de lobos trabajando juntos para sobrevivir y prosperar. Ni un solo alfa entre don nadies sin rostro, un rey entre campesinos. La manada Lee siempre había dicho que se suponía que los omegas eran cuidadores y criadores, pero eso no era todo. Eran los alfas quienes se suponía que debían cuidar a los menos capaces de cuidarse a sí mismos. Los ancianos y los niños y los miembros de la manada que no sabían cazar.

Aún así tenían valor y el alfa era alfa porque su trabajo era asegurarse de que esos miembros sobrevivieran. Porque cuando Johnny había dicho “si no contribuyes no importa”, eso no había sido lo que quería decir en absoluto. Todos contribuían. Los niños con potencial de futuro, con ilusión y esperanza. Los ancianos con su experiencia y sabiduría. Algunos con arte, como hornear y otros con servicio real, como cuando Johnny hacía café durante ocho horas al día. Cada miembro de la manada aportaba lo que tenía para dar y no siempre era igual para todos.

— ¿Estás bien? — preguntó Jeno, caminando a su lado. Porque eso era lo que quería. Caminar junto a él. Nunca por delante. Jaemin asintió, preocupado de que si intentaba hablar, chillaría. Se apoyó en Jeno, cuyo toque se volvió vacilante.

— ¿Tus costillas?

— Mejor.

— ¿Costillas? — preguntó Johnny, volviendo la cabeza para mirarlos. Su mirada se fijó en el rostro de Jaemin y el corte allí, pero no dijo nada al respecto — ¿Necesitas ayuda?

— Estoy bien — negó Jaemin.

Jeno asintió, pero miró a Johnny — Preferiría que no tuviera que saltar la cerca como lo hice yo.

Johnny resopló y le indicó que dejara eso — Como si Doyoung fuera a saltar la valla cuando podría romperla. Derribamos una sección. Ellos pueden arreglarla. O diablos, no, y tal vez se den cuenta de que hay todo un mundo fuera del enclave. Diseminarse un poco.

— ¿Dónde está Doyoung, de todos modos? — preguntó Jeno, sin parecer sorprendido o desanimado por la ausencia del hombre.

Hubo una avalancha de hojas por encima de ellos y Doyoung se dejó caer de un árbol cercano, aterrizando limpiamente sobre una pierna, con la mala extendida para no soportar ningún peso. Se.estremeció un poco, pero no demasiado. Bajo un brazo llevaba un arma enorme. Jaemin retrocedió medio paso antes de tragar y reunir fuerzas. No le gustaba la idea de las armas y mucho menos estar cara a cara con una.

— ¿Betsy? — le preguntó a Doyoung, tratando de fingir que no estaba molesto.

Doyoung lo miró a él y luego al arma y sacudió la cabeza, con una mirada amarga en su rostro — No, esta no es un arma decente. Pero ahora somos civiles. Los civiles no necesitan armas de grado militar. Pero esto habría hecho el trabajo igual de bien si hubieran causado problemas.

— Asumí que, dado que Jeno dijo que los Lee desdeñaban a los humanos, todo lo que se necesitaría sería un disparo de una fuente que no
pudieran ver para detenerlos — Johnny se encogió de hombros, con el ceño fruncido en su rostro — No era el mejor plan, pero era lo que teníamos.

— Habría funcionado — declaró Jaemin, sin duda alguna — El alfa… Soohyuck, Soohyuck se habría aterrorizado. Al menos nos habría dejado ir a todos.

Jeno refunfuñó algo sobre estar avergonzado de haber admirado alguna vez al hombre, Jaemin lo apretó más cerca con su mano ilesa. Si no hubiera respetado una vez al alfa Lee, no sería Jeno y él amaba a Jeno tal como era. Solo les tomó unos minutos encontrar el camino hacia el agujero que Doyoung había cortado en la cerca, donde Jungwooo, esperaba con el Range Rover de Johnny y el sedán de Jeno. Los miró críticamente.

— No parecen heridos.

—No — estuvo de acuerdo Doyoung, plantando un beso en su novio — Fue difícil escucharlo todo desde mi posición, pero a menos que esté muy equivocado, ahora piensan que Johnny es el hombre lobo Jesús.

— Eso no es lo que piensan — protestó Johnny, pero Doyoung no le estaba prestando atención, guardando el rifle en un estuche.

Jaemin no sabía quién o qué era Jesús, ¿pero sospecharía tanto de los hombres lobo seguidores de las Escrituras como de las personas que lo respetaban a él? ¿O era un ella? Igualmente se sentiría ofendido. De alguna manera, la idea frívola de Doyoung no era una completa sorpresa. Lo que sí lo sorprendió fue su propia reacción. Había sido criado en las escrituras. Criado para pensar que el lobo prometido iba a salvar a todo su pueblo. Solo que ahora se daba cuenta de que sin importar lo que sucediera, si Johnny era una figura mítica o no, seguía siendo solo Johnny. Tal vez podría ayudar a los hombres lobo en su camino, pero al final, dependía de ellos salvarse a sí mismos.

Johnny les había dicho a los Lee que se cuidaran unos a otros, que se trataran por igual y con amor, pero dependía de ellos hacerlo. Por alguna razón, en lugar de ser aterrador, era tranquilizador. Cada uno era responsable de sí mismo. Todos elegían sus propias acciones. Igual que él, ahora. Había elegido su propio camino. Los Lee no tenían nada que decir. La manada Yangju no le había dicho cómo vivir. Incluso Jeno no lo controlaba. Era dueño de sí mismo y sus acciones le pertenecían.

— ¿Podemos parar en algún lugar y dormir un poco? — preguntó — Sé que tenemos que ir a casa y a la tienda, pero estoy agotado. Necesito dormir un poco y una ducha, luego podemos irnos a casa.

Johnny lo escuchó, se miró a sí mismo y asintió con una mueca — Un día completo en un automóvil no ha sido genial. Jeno, tú conoces mejor esta zona. Búscanos un hotel. Recargaremos y luego nos pondremos en
movimiento.

Cuando se alejaron del enclave y su cerca rota, Jaemin no miró hacia atrás.

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Doyoung es un loquito con su pequeño rifle que puede destripar cabeza a kilómetros, solo las ganas quedarán de ver a todos en forma militar.

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