●~Yoongi~●

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Min Yoongi tomaba un baño caliente en la extraña aunque espléndida tina antigua de porcelana, en su hermoso departamento en Seúl. El lugar transmitía una atmósfera vetusta y gastada que envidiaría cualquier decorador chic. Acomodada sobre el lavabo de encontraba Shooky,  la gata persa de Yoongi, que tenía aspecto de bello suéter gris de lana. Van, el perro labrador negro, estaba echado en la entrada que daba al dormitorio. Ambos lo observaban detenidamente como si temieran por él.

Yoongi bajó la cabeza al terminar de leer el diario encuadernado en piel; lo puso en un banquillo de madera al lado de la tina. Se estremeció y luego comenzó a sollozar. Se dió cuenta de que las manos le temblaban. Estaba perdiendo el control, algo que no le sucedía a menudo. Era una persona fuerte; siempre lo había sido. Susurró las palabras que cierta vez escuchó a su abuela decir.
-¡Oh, Dios, Dios! ¿Estás en alguna parte?
Jamás hubiera imaginado que aquel pequeño volumen tendría sobre él un efecto tan perturbador. Claro que no había sido sólo el diario lo que lo sumió en aquel estado de confusión y de sentimientos encontrados.
No, no había sido el diario que Jimin  escribió para Hoseok. Se imaginó a Jimin.  Podía verlo en su pintoresca cabaña en Maseulpo, en la isla de Jeju. Luego imaginó a el pequeño Hoseok, de doce meses de edad, con un par de brillantes ojos cafés.
Y finalmente a Jungkook.
El padre de Hoseok.
El esposo de Jimin.
Y el ex amante de Yoongi.
¿Qué pensaba ahora de Jungkook? ¿Acaso podría perdonarlo alguna vez? No estaba segura, pero al menos entendía por fin algunas de las cosas que habían sucedido. El diario le reveló ciertos detalles que necesitaba saber, así como secretos dolorosos que quizá no tenía por qué conocer.
Yoongi se hundió más en el agua y se encontró pensando en el día en que recibió el diario...el diecinueve de julio.
Al recordarlo comenzó a llorar de nuevo.

La mañana del diecinueve, Yoongi  sintió deseos de viajar por el río Han; así que se dirigió a Han River Cruise, el paseo en barco alrededor de éste que él y Jungkook tomaron por primera vez en un impulso, y que habían disfrutado tanto que lo repetían cada vez que podían.
Abordó el primer barco del día. Se sentía triste y también muy molesto. ¡Ay, Dios! Ya no estaba seguro de cómo se sentía.
El primer barco no iba muy lleno de turistas. Se sentó en la cubierta superior y contempló Seúl desde ese lugar de  privilegio ante las perturbadoras corrientes que la rodeaban.
Una persona que otra lo miraba sentado ahí, solo. Especialmente los hombres.
Yoongi por lo general sobresalía entre la multitud. Era lo suficientemente alto como para sobresalir, media casi un metro ochenta y sus ojos color avellana eran afables. Siempre se había sentido un poco desgarbado y creía que las personas se le quedaban viendo por razones equivocadas. Sus amigos no estaban de acuerdo; decían que poco menos que despampanante. Yoongi no podía creerlo. Era un chico bastante normal. En el fondo no era nada más que un chico de Daegu.
A menudo se recogía el cabello negro en una pequeña coleta, que usaba desde que tenía diez años. Le daba un aspecto intrépido, bastante masculino, aunque ahora suponía que estaba de moda en la gran urbe. Por fin su aspecto iba de acuerdo con la época. A veces usaba un poco de maquillaje, delineador para ojos y corrector.
Aquel día no se había puesto nada de esto. Definitivamente no se veía despampanante.
Había estado llorando horas y horas asi que tenía los ojos hinchados. La noche anterior, el hombre al que amaba decidió terminar su relación con él en forma repentina e inexplicable. No lo esperaba. Le parecía casi imposible que Jungkook lo hubiera dejado.
"¡Maldito sea! ¿ Cómo pudo hacerme esto? ¿Me habrá estado mientiendo todo este tiempo? ¿Todos estos meses? ¡Claro que sí! ¡Que infeliz!", reflexionó Yoongi.
Quería pensar en Jungkook, encontrar que había ocurrido para separarlos, pero terminó recordando los momentos, casi todos buenos, que habían compartido juntos.
A regañadientes tuvo que admitir que siempre podía hablar con él de prácticamente cualquier tema. Conversaba con Jungkook en la misma manera en que lo hacía con sus amigos. Entonces, ¿ qué sucedió? Estaba ansiosa por saberlo.
Él era considerado...por lo menos lo había sido. Como cumplía años en marzo, él le envío una rosa cada día de lo que llamó su mes de cumpleaños. Siempre advertía hasta los más pequeños detalles, como qué zapatos llevaba puestos, si estaba de buen o mal humor incluso en esos días lleno de estrés, o si una playera o algún suéter eran nuevos. Compartía con Yoongi muchas aficiones, al menos eso decía. Le gustaban, como a él, algunos programas de televisión como Running Man, Infinite Challenge, Knowing Bros. Cenar primero luego ir a tomar una copa al bar: Bungalow o al 1984. Le gustaban las películas extranjeras, las fotografías en blanco y negro y los óleos que encontraban en los mercados ambulantes.
Los dos atesoraban las tardes de domingo en el departamento de Yoongi, en las que él leía el Morning Seoul de cabo a rabo y Jungkook corregía sus poemas, mismos que extendía sobre la cama, el piso y hasta en la tabla de picar de la cocina.
Él lo ayudaba a sentirse en paz consigo mismo. Nadie más lo hizo sentirse así. Completo y maravillosamente en paz.
¿Qué podría ser mejor que estar enamorado de Jungkook?
Hasta donde Yoongi sabía, nada.
Él deseaba estar con él todo el tiempo. Era algo muy trillado, pero cierto.
Cuál él iba a Jeju, dónde vivía y trabajaba podían hablar por teléfono durante horas cada noche o enviarse correos electrónicos graciosos. Lo llamaba su romance a larga distancia. Sin embargo, él nunca había permitido que Yoongi lo visitará en Jeju. Tal vez aquella debió haber sido la primera señal de advertencia.
De alguna forma funcionó durante once gloriosos meses que parecieron transcurrir en un instante. Yoongi esperaba que él le propusiera matrimonio a la brevedad. Estaba seguro de que lo haría. Incluso alcanzó a mencionárselo a su madre; aunque, por supuesto, el estar tan equivocado lo volvía todo casi tan patético. No era común que si intuición le fallará en tal forma.¡Dios! Ahora sí que había cometido una equivocacion monumental.
De pronto Yoongi se dió cuenta de que estaba sollozando y de que en cubierta todos a su alrededor la miraban.
- Lo lamento mucho -murmuró él sintiéndose como un tonto-. Estoy bien.
Claro que no era cierto.
Yoongi nunca se había sentido tan mal en toda su vida. Había perdido al único hombre que amaba. ¡Y vaya que si amaba a Jungkook!

Yoongi no quiso ni pensar en ir a trabajar aquel día. No sé sentía preparada para enfrentar a la gente de su oficina. Ni siquiera a los desconocidos en un autobús. Ya había recibido suficientes miradas lastimeras en el barco, que le durarían toda la vida.
Cuando volvió a su departamento, después de su paseo, encontró un paquete apoyado en la puerta. Pensó que se trataba de un manuscrito de la oficina. ¿Acaso no podían dejarlo en paz ni un solo día? Tenía derecho a tomarse un descanso para sus asuntos personales de vez en cuando. Trabajaba duro para sus jefes. Ellos sabían cómo se apasionaba por los libros.
Yoongi se encargaba de las publicaciones en una conocida editorial de Seúl especializada en la edición de poesía y novelas. Le gustaba mucho su trabajo. Ahí fue donde conoció a Jungkook. Él se había entusiasmado cuando adquirió los derechos del primer volumen de poemas de él en una pequeña agencia en Gwacheon, casi un año antes.
Los dos se llevaron bien desde el principio; realmente bien. Semanas más tarde estaban enamorados, o al menos eso creyó él, en cuerpo y alma.
Cuando se inclino para recoger el paquete, reconoció los rasgos de la escritura. Era la letra de Jungkook. No le cabía la menor duda.
Estuvo a punto de dejarlo caer. Luego sintió deseos de arrojarlo muy lejos, con todas sus fuerzas.
No lo hizo. Se controlaba mucho a sí mismo; ése era su problema. Sólo miró el paquete. Por fin, aspiró profundo y le quitó la envoltura. Contenía un pequeño diario de apariencia antigua. Yoongi no comprendía. Entonces sintió un vacío en el estómago.
En la portada había manuscrito lo siguiente: "El Diario de Jimin para Hoseok". No era la letra de Jungkook.
¿Jimin?
De pronto a Yoongi le dió vueltas la cabeza y se quedó sin aliento. Jungkook nunca quiso hablarle de su pasado. Una de las cosas que descubrió una noche, después de beber dos botellas de vino, era que había tendido un esposo llamado Jimin, pero él nunca quiso hablar de él.
La única vez que discutieron fue por culpa del silencio que él guardaba sobre su pasado. Yoongi insistió end saber más, lo que sólo hizo que Jungkook se mostrara más taciturno. Era algo tan ajeno a su forma de ser... Cuando el asunto se convirtió en una pelea, él le aseguró que ya no estaba casado con Jimin. Lo juró, pero eso fue lo único que estuvo dispuesto a decirle.
¿ Quién era Hoseok? ¿ Y por qué decirle qué le había enviado a Jungkook ese diario? Los dedos de Yoongi temblaron cuando lo abrió en la primera página. Ahí encontró pegada una nota de Jungkook. Empezó a leerla.

Querido Yoongi:
No hay palabras para expresar lo que estoy sintiendo ahora. Lamento mucho lo que permití que pasara entre nosotros. Fue culpa mía.
Acepto toda la responsabilidad. Tu eres perfecto, maravilloso, hermoso.
Tal vez este diario te explique todo mejor de lo que yo podría hacerlo. Si tienes la entereza para hacerlo, léelo.
Es sobre mi esposo, mi hijo y sobre mí. Sin embargo, te advierto que habrá partes que tal vez te sean muy difíciles de asimilar.
Nunca pensé que me enamoraría de tí, pero así fue.
                                               Jungkook

Yoongi dió vuelta a la hoja.


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♡Nota de la Autora: ¡¡¡Holaaa!!!,  Así es cómo iniciamos esta adaptación, espero que les guste estaré tratando de actualizar seguido, tengo pensado que sean 21 capítulos más o menos.

Cualquier cosa escríbanme en el perfil, pueden llamarme Lex, los quiero y gracias por estar aquí.♡

~El Diario de Jimin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora