Cambios

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La ciudad de Alejandría se ubicaba en un continente isla de Naësu, en la mitad del Mar de Prometeo. Cuando Cassian Blake estudió aquí medicina, lo hizo principalmente porque quería poner sus habilidades al servicio de otros seres vivos. Cuando hacía un hallazgo o solucionaba un problema, o llegaba a un diagnóstico acertado, no sólo estaba combatiendo la enfermedad, sino que estaba poniendo el mundo en el orden que le gustaría verlo y usando sus talentos para ayudar a otros.

Durante sus estudios de medicina conoció a Elizabeth. Ella era estudiante de baile, y más concretamente de la escuela real de ballet. Pertenecía a una familia antigua de la nobleza nyasuk. El interés artístico y el refinamiento de Elizabeth le llamaron profundamente la atención desde el primer momento. Después de algunos meses de salir, oficializaron su relación. La casa real de Naësu aprobó esta unión que les hacía tener esperanza en la continuidad del linaje Blake y confianza en que su heredero real estaba sentando cabeza por fin.

Cassian realmente esperaba encontrar en la ciencia y en la medicina no sólo un consuelo, sino también una explicación. Quería especializarse en neurocirugía. Completó su formación en cirugía e incluso aprobó su pasantía, pero no llegó a especializarse debido a la intervención de la Confederación y el Consejo de Naësu, que le exigieron participar en las Guerras del Litio —o, como se las denominaba oficialmente, la Pacificación del Litio—, un conflicto armado en el Cinturón de Asteroides. En este conflicto, la Confederación luchaba por el control del litio contra los piratas manouk (híbridos de nyasuk y humanos), quienes también aspiraban a controlar el recurso.

Cassian primero fue médico de guerra, pero luego en una situación de emergencia tuvo que pilotar una nave de combate, y lo hizo con tanta habilidad que le ofrecieron esa especialización.

En este punto, Cassian seguía profundamente deslumbrado por la ciencia, pero lo inmediato de la necesidad lo forzó a ir por otro camino. El camino de lo necesario en vez de lo elegido, el camino del deber en vez de la pasión. Y se acostumbró cada vez más a acallar esa voz en su interior siempre preguntándose el porqué de las cosas, se acostumbró a seguir órdenes, se adormeció en la comodidad de no tener que tomar decisiones.

En el calor de la guerra fue donde vio la miseria, la brutalidad y el dolor humano más de cerca. Allí, en una tienda de campaña, o en un puesto de avanzada, o tratando de cubrir a sus compañeros. Para ese entonces se dedicaba por completo a pilotar, siempre con esa excepcional habilidad. Comenzó a beber, a fumar, a tomar pastillas, sin medir las consecuencias. El observar de primera mano lo breve de la vida, verse forzado a matar en vez de sanar y el sufrimiento lo llevó a buscar cualquier sustancia.

Ya no pensaba en las repercusiones que podría tener una mala salud para el heredero de Naësu. Ya no le importaba el futuro, ni el costo personal; su única motivación era terminar con la guerra, sin importar si ello implicaba su propia muerte o ser abatido por otro.

— Estás bebiendo demasiado — lo reprendió una mañana Elizabeth, mientras suavemente corría las cortinas de su habitación, en Alejandría, con vista a la orilla del mar y la bahía.

Cassian agarró la almohada y con remordimiento se tapó la cabeza para no ver la luz. Las visitas a Elizabeth se le volvían cada vez más difíciles, porque ella comenzaba a recriminarlo por su salud, legítimamente preocupada por su bienestar.

— Arthur me lo dijo todo, Cassian — dijo Elizabeth dulcemente, mientras se sentaba en uno de los bordes de la cama, y estiraba su mano para tocar el largo cabello negro de Cassian. Cassian le tomó la mano y la llevó hacia su frente.

— Si estoy enfermo me tienes que cuidar — contestó Cassian, con una sonrisa seductora para evitar una conversación seria — Si soy adicto no puedes dejarme ahora.

Aether Nullius ©: ArmagedónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora