Capítulo 37: El Inspector.

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Roier.

Hace un mes que pagamos el deposito del restaurante, y hace dos meses que empezamos a amueblarlo.

Estacioné mi auto y salí, abriendo la cajuela, saque bolsas del supermercado y la cerré, entrando por la puerta de atrás al establecimiento.

Dentro, varias personas se movían de aquí para allá, acomodando platos, vasos, cubiertos, servilletas y demás, Tina, la jefa de meseros coordinaba todo. Cuando me vio entrar, vino a ayudarme.

—Que bueno que llegas, hay un señor raro ahí afuera que pregunta por ti —fruncí el ceño.

Dejé las bolsas sobre el gran mesón en medio de la cocina y caminé hasta las dobles puertas que dividían la cocina del exterior. Pude ver a un hombre de espaldas en las puertas de entrada.

Abrí la puerta muy poco, cerrándola detrás mío, el tipo se giró y mi confusión aumentó.

—¿Natalan?

—¿Roier?

me observó y lo observé de pies a cabeza, mi atuendo no era el mejor, estando en shorts y una simple camiseta; él por su parte, vestía un elegante traje negro.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, metiendo mis manos en mis bolsillos.

—Soy el inspector de salubridad —soltó una risita nerviosa, acomodando las mangas de su traje.

—¿Y no viste mi nombre en los papeles?

Alcé una ceja, sonriendo de lado. El pelinegro por su parte, negó con la cabeza.

—Solo venía el nombre del señor Etoiles.

—Entiendo, pásale, wey.

Una vez adentro, Natalan empezó a observar todo, anotando un par de cosas en una libretita que traía, poco después empezamos a platicar y ponernos al corriente. Resulta, que Nat vive en la ciudad vecina, pero lo mandan aquí regularmente, esta divorciado y tiene un hijo, conversamos manteniendo cierta distancia.

En el pasado, fuimos grandes amigos, pero en la preparatoria desarrollé cierto amorío por él, nunca correspondió mis sentimientos, sin embargo, no hubo resentimientos o algo por el estilo.

—Y dime, Roiercito.

Reí por el apodo.

—Eu.

—Eres soltero, casado, divorciado...—mordí mi labio, acomodando una silla que estaba chueca.

Una de las meseras se acercó, Natalan había pedido diversas cosas del menú, parte de su trabajo, dejó un plato de sopa de verduras frente a él y una cesta de pan.

—Mmmm, no sabría como decirlo.

Me senté frente a él, acompañándolo. Seguimos platicando sobre nuestras vidas, yo no conté cas nada, solo temas por encima, Natalan por su parte, detalló cada cosa.

—Lo veo una vez a la semana, supongo que así es mejor —asentí, jugando y doblando una servilleta.

Escuché la puerta abrirse, seguida de risas y las voces de mis niños.

Bobby y Richas corrieron, peleando por quien subía mi regazo, reí y besé sus frentes, repartiendo caricias en sus cabecitas. Cellbit llegó después, fijando su mirada en el pelinegro y después en mi.

—Hola —le saludé, siendo ignorado, Natalan veía a los niños y después a Cellbit—. Cell, él es Natalan, el inspector de salubridad.

Asintió, regresando su mirada y tomando de los hombros a los niños, diciendo que fueran a molestar a Etoiles a su oficina, los niños salieron corriendo yo quedé confundido.

En ese instante la mesera regreso, cambiando los platos por otros con comida. Natalan reanudó la conversación como si nada, Cellbit se sentó a mi lado, poniendo su mano en mi muslo. 

Mencionó el tema de la preparatoria y me tensé, el agarre de Celbit aumentó, apretando mi piel en su mano, el resto de la tarde fue algo incómoda, Natalan hacía comentarios algo venenosos, mientras Cellbit trataba de controlarse por no decir nada fuera de lugar, como ahora.

—¿Lo recuerdas, Ro? —se rio, apartando el último plato—. Ese día fue divertido, y sabías a fresa.

La puta madre, ¿Por qué tenía que decir la vez que nos besamos por accidente?, las fosas nasales de Cellbit se hincharon y su mandíbula estaba muy apretada. Natalan se puso de pie, estirando su cuerpo.

—Muy bueno todo, también tu —desvié la mirada, poniéndome de pie.

—Si bueno, ¿Es todo?

—Si, yo paso su reporte, todo esta en orden y muy limpio —se acercó a mi espacio personal, Cellbit se puso de pie—. Fue un gusto volver a verte. Llámame, ¿Si?

Dejó un beso en mi mejilla y su tarjeta en la mesa, me aparté de inmediato, viendo como caminaba hasta la puerta y salía. Cellbit caminaba en esa dirección, me apresuré a detenerlo.

—Cellbo, Cellbo —apoyé mi mano en su pecho—, Cellbit, mírame.

—Ese filho da puta —reí, pero el aire me faltó cuando me besó, tan fuerte y posesivo que me abrumó, sus manos fueron a mi cintura, jalando mi cuerpo y pegándolo al suyo, sus labios se movían algo agresivo, mordiendo mis labios y mallugandolos.

Apenas podía seguirle el ritmo, cuando nos separamos, su mirada era oscura.

—¿Y eso? —relamí mis labios.

—¿No puedo besar a MI NOVIO? —su tono fue grave, mordí mi labio.

—Claro que puedes, pero me sorprendió que lo hicieras así —me hice el inocente.

—Ajá.

—¿Estás enojado? —reproche infantilmente, sus dedos apretaron mi cintura, pegó su frente a la mía.

—¿A qué juegas?

—¿Yo?, a nada —intenté separarme de su cuerpo, pero no me lo permitió.

—Conmigo no juegues, no soy el idiota ese —su rostro era serio, y eso me prendía.

Verlo tan celoso y posesivo conmigo era tan candente, no pude evitar que mi mente divagara un poco, creando diversos escenarios en donde Cellbit profanaba mi cuerpo de una manera ruda y salvaje, así como el beso que acabamos de compartir. Mordí mi labio, sintiendo como la sangre se iba directo a lugares que no eran convenientes ahora.

—Que sexy te ves celoso.

Frunció su entre cejo, nalgueando levemente mi trasero, gemí en forma de broma, Cellbit rio y yo me contagié.

—¿Y si lo arreglamos esta noche? —propuse, frotando mis caderas sobre las suyas, suspiró.

—No se vale dormirse.

—Culo el que se duerma.






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ay, ay, nuevo personaje desbloqueado, será bueno o nao?

Editando mientras veo planetoier hardcore, 10/10

Se vienen capitulos interesantes, ojo piojo.

Siendo todo de mi parte, nos vemos pronto, byecitoooooo.

-Incógnita <3

Un amor confuso | Guapoduo. Where stories live. Discover now