CAPÍTULO 12

2 0 0
                                    

CHRISTOPHER
A pesar de todo lo que pasó jamás dejé de querer a Luna, es un persona demasiado importante para mí la cual amo con todas mis fuerzas, incluso daría mi vida por ella, por verla feliz. Aunque no pueda cambiar el pasado me ocuparé de que no sufra más y sea feliz, se merece todo lo bonito que hay, nunca conocí a una persona tan dulce como ella, no se merece ningún tipo de dolor. Pero muchas veces las personas más buenas son las que más sufren.
—Lo hiciste excelente, estoy muy orgulloso de ti—felicité mientras la abrazaba.
—Estaba muy nerviosa, pero pude controlarme.
—Lo hiciste muy bien.
—Pues ya se terminó, por fin.
—Felicidades amor mío—Ruby abrazo a Luna.
—Felicidades. Fue, wow, muy fuerte en serio. Estoy orgullosa de ti, Luna—expresó Melissa.
—Por un momento me dieron ganas de llorar, pero no podía llorar porque luego se me iba a romper la voz, pero todo bien, espero que pase el semestre—rio.
—Tengo hambre.
—Pues que estamos esperando, vamos a comer—Lucas ya estaba puesto para ir a cenar, pero Luna lo detuvo.
—Aún tenemos que esperar hasta que se termine.
—No me digas eso—hizo una expresión de llanto.
—Solo quedan dos exposiciones más, puedes soportarlo.
—No creo poder soportarlo.
Al terminar la exposición fuimos a mi casa a dejar los autos de los demás y así irnos en el auto de Luna al restaurante y bar Olimpo, teníamos ganas de ir desde hace ya bastante tiempo y al saber sobre la exposición de Luna decidí hacer una reservación.
—Yo manejaré—dijo Melissa tomando las llaves de Luna.
—Dios bendito—expresó Lucas con una cara de temor.
—Oye, no soy tan mala manejando, lo peor sería que Ruby manejará.
—Es cierto—le dio la razón y rio.
—Apúrense que tengo hambre y sueño—dijo Luna cansada.
—Yo manejo, Lucas que se vaya enfrente, Ruby y Tony atrás junto con Chris y Lu. Así de fácil.
En el auto estábamos un poco apretados, pero era mejor que llevarnos dos autos. El restaurante quedaba a unos treinta minutos de distancia ya que está cerca de la playa y un poco alejado de la ciudad.
—Necesito alcohol en mi cuerpo—mencionó Luna.
—Oigan, ¿quiénes van a tomar? —cuestionó Melissa mirando por el retrovisor.
—Creo que todos, menos tú y Lucas—dijo Ruby.
—¿Quién dice qué yo no tomaré? —Lucas miró a Ruby alzando una ceja.
—Creí que no tomabas.
—Alcohol no, pero otras sustancias si—sonrió pícaramente.
—Te voy a llevar a un anexo.
—Ya pues.
El estacionamiento estaba lleno así que tuvimos que estacionarnos a casi tres manzanas del restaurante, eran casi las diez de la noche y nosotros no habíamos ni comido.
Luna y yo íbamos hasta atrás de los chicos caminando por la calle, no hacía mucho frío, pero se sentía la brisa fresca del mar, la mesa qué reserve está en el segundo piso del restaurante justamente con vista al mar, tiene una vista muy bonita en la noche.
—¿No te molestan los tacones? —quise saber.
—Un poco, pero puedo soportarlo.
—¿Segura?
—Si, no te preocupes.
—Tienes cara de que te duele mucho.
—Pero lo tolero.
—¿Te cargo? —pregunté y me detuve.
—Si, por favor.
Luna se quitó los tacones, me agaché un poco para que se pudiera subir a mi espalda. Les hice una seña a los chicos para decirles que todo estaba bien, seguimos caminando y nos detuvimos antes de cruzar el semáforo para arreglarnos antes de entrar al restaurante.
—Ya me dolieron de nuevo los pies—dijo Luna dando pasitos pequeños en su lugar.
—Ya ahorita nos sentaremos.
—Sabía que íbamos a venir al Olimpo.
—Tu siempre sabes todo—reí.
—Obviamente—sonrió.
La mayoría nos habíamos pasado de copas, treinta minutos después de comer fuimos al bar, brindamos, tomamos, bailamos y reímos. Fue una noche muy agradable y divertida, cada uno nos mirábamos muy felices y yo sé que lo estábamos. Necesitábamos tener salidas como estas más seguido.
El auto olía a alcohol, Melissa estaba en todos sus sentidos, Ruby iba de copiloto ya que se pasó de copas y necesitaba aire, Lucas y Anthony iban atrás junto con nosotros, Tony era quien se veía un poco mejor. Luna se había dormido, tenía sus piernas encima de las mías, su cabeza recargada en mi hombro, mis brazos la estaban abrazando evitando que se cayera.
—Bajen las ventanas, huele horrible—pidió Lucas.
—Nadie los manda a tomar de más, niños—regañó Melissa.
—Nadie vomité en mi auto, por favor—murmuró Luna.
—No prometo nada—dijo Ruby con la cabeza casi afuera de la ventana.
—Malditos borrachos.
—Estas igual, Luna.
—Shh, cállense.
Al llegar a mi casa la mayoría bajó del auto menos Luna y yo, les dije a los demás que iríamos en un momento en lo que Luna regresaba a la tierra. La única luz que había era de la puerta del garaje para entrar a la casa.
—¿Ya llegamos?
—Si—respondí quitando un mechón de cabello de su cara.
Se incorporó en el asiento sin mover sus piernas, recargó su espalda en la puerta, suspiró, abrió los ojos y me miró.
—Ya no quiero tomar—murmuró.
—Nadie te dijo que lo hicieras.
—Al menos me siento en mis sentidos—mencionó mirando sus manos mientras las movía.
Recargó su cabeza en el asiento sin dejar de mirarme.
—Te ves bien aun estando borracho—hablo.
—Tú también, aunque estés más borracha que yo—reí leve.
—Ni me digas, mi cabeza me va a matar, no puedo pensar—cerró los ojos.
Colocó su mano encima de la mía y la apretó levemente. Cada vez sentía que se acercaba más ya que su respiración comenzaba a sentirse más fuerte cada vez, volví a mirarla, ella ya me ya estaba mirando, comenzaba a sentirme nervioso. Había algo que quería hacer antes de que los nervios me lo impidieran y eso era besarla, necesitaba besarla.
—¿Te puedo preguntar algo? —me acerqué un poco a ella.
—Lo que sea—respondió sin apartar la mirada.
Me arriesgaré.
—¿Puedo besarte?—coloqué mi mano en su mejilla.
Sus ojos brillaron al instante y pude notar una pequeña sonrisa.
—Si—contestó acercándose a mí.
Después de su respuesta pasé mi mano a su nuca y la acerqué a mi para besarla, bajé mi mano a su cintura y la acerqué más a mí, tenía la necesidad de besarla y nunca parar de hacerlo. Levanté un poco su vestido para facilitarle sentarse sobre mi regazo, ella tenía sus manos en mi nuca y yo tenía las mías en sus muslos por debajo de su vestido, subí una de mis manos y la coloqué en su cintura haciendo presión para atraerla más a mí. No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos, pero supe que era mucho cuando los vidrios estaban empañados y comenzaba a hacer calor.
Los besos y los toques habían subido de nivel, era todo aún más intenso, se sentía como si ambos nos necesitáramos tanto que no podríamos parar, aunque quisiéramos, nuestros cuerpos y nuestra respiración se sentían calientes. Nos separamos para ayudarle a quitarse su saco y luego quitarme el mío, colocó ambas manos en mis mejillas y me volvió a besar con intensidad y pasión. Tenía qué parar ahora o arriesgarme a que pasará algo más lo cual no quiero que pase porque sé que ella no está lista aún para tener algo y no quiero presionarla, aunque esto comienza a sentirse como presión.
Carajo.
—Oye...—murmuré separándome de ella. Ella también se separó de mí, me miró por un momento y después juntó su frente con la mía—. Deberíamos parar—susurré.
—Lo sé—coincidió.
—Lo siento.
No dijo nada más, solo asintió tomó su saco, abrió la puerta y salió del auto. Me quedé sentado procesando la situación, llevé ambas manos a mi rostro debido a la frustración qué comenzaba a sentir.

¿Por qué esta vez se sentía todo tan diferente?

Through the wavesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora