Capítulo CXVII. (Trampa)

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Capítulo CXVII. (Trampa)

POV Darío

—¿Puedo saber por qué tienes el ceño fruncido? Hace rato estabas de buen humor —me preguntó Jacobo y desvié la mirada de Bruno para prestarle atención.

—No pasa nada, solo estaba pensando.

—¿Es por qué Bruno está pasando mucho tiempo con esos chicos? —insistió y lo miré de mal humor —. Él los invito, es lógico que pase tiempo con ellos y los atienda.

—Ya lo sé, no me molesta que pase tiempo con otras personas —murmuré —, es solo que no actúa de la misma manera que siempre. Pero no importa, estoy seguro de que solo se debe a la situación en la que estamos, no me lo tomo personal.

—¿Estás seguro?

—¡Sí Jacobo! ¡Estoy seguro! —exclamé, y él retrocedió un paso para alejarse de mí —. Dios, lo lamento. No fue mi intención gritar, creo que si estoy alterado.

—Está bien, Darío. No te juzgo, y entiendo que te sientas afectado por esa situación.

—Tan amable como siempre, Jacobo. Cuando actúas así, me siento como un idiota —susurré y observé a George —. Por cierto, me acabo de dar cuenta de que ustedes están distanciados, ¿discutieron o algo?

—No, no discutimos. Pero, de alguna manera, el ambiente entre nosotros se siente extraño, y ya sabes cómo es esto, es complicado. Y, no quiero insistir hasta que él mismo dé su brazo a torcer —me dijo.

—Tienes razón. No insistas si no hiciste nada malo, los hombres son complicados —espeté y le puse atención al trabajo de mis «estudiantes» en ese momento. —¡Así no se sostiene un arma! ¡Se harán daño ustedes mismos! —Les llamé la atención y me acerqué para ayudarlos.

Tomé un arma para explicar nuevamente como usarla, mucho más lento que la primera vez, para darle tiempo a todo el mundo de entender y replicar mis acciones. Sin embargo, me di cuenta de que la mayoría de ellos estaban exhaustos, y ya había pasado la hora de comer, así que me acerqué a los chicos.

—George, creo que deberíamos darle un descanso a estos chicos. Están bajando el rendimiento porque están agotados —le sugerí.

—Es cierto, no están trabajando al mismo nivel que en la mañana —agregó Jacobo.

—Está bien, supongo que un descanso les vendrá bien para recuperar energía —dijo George y se acercó a los chicos —. ¡Buen trabajo a todos! ¡Se pueden tomar treinta minutos para comer y descansar! ¡Los quiero aquí a las cuatro en punto!

Me di cuenta de que estaban aliviados por el tiempo de descanso, algunos se dispersaron por el campo para buscar a sus amigos y otros entraron a la casa. Yo también estaba agotado, así que tan pronto como me di cuenta de que nadie me estaba observando, me estiré y suspiré con flojera.

—¿En dónde está Adrián? —le pregunté a Jacobo.

—Lo vi salir del campo con M hace un rato.

—Espero que me haya guardado comida, estoy hambriento —murmuré.

Los tres caminamos a la casa que, de nuevo, estaba llena de gente en todos lados. Pero no tardé mucho tiempo en encontrar a Adrián, porque estaba sentado en el sofá más grande de la sala con M. Ambos estaban comiendo e ignorando el ruido a nuestro alrededor, como si estuvieran solos.

—Estoy agotado, no quiero volver... —me quejé y me dejé caer a su lado.

—No queda mucho tiempo de entrenamiento, come algo y recupera energía —me dijo Adrián y me entregó un recipiente de comida.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora