Mɪᴇᴅᴏ

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• POCHE •

- Fue el mejor hombre, el mejor padre y el mejor esposo, siempre estaré agradecida con la vida por haberlo conocido... - decía Elizabeth mientras secaba las lágrimas de sus mejillas. Era exactamente como la recordaba, claro, ahora tenía su cabello gris y las arrugas en su rostro eran más evidentes. "El mejor esposo" si como no, por eso abandonó a su primera mujer cuando más lo necesitaba -... Espero que donde quiera que estés amor mío, estés descansando en paz... - dijo antes de quebrar en llanto. Sentí una sensación extraña en mi pecho al ver como Valentina y los otros hijos de mi padre, corrían hacia ella, consolándola. ¿Ahora ella era una más de esa familia?, ¿Por eso no volvió jamás a mi lado? Maldita sea, las lágrimas amenazaron con salir, así que suspiré hondo y traté de tranquilizarme. Un brazo rodeo mis hombros, para mi sorpresa no se trataba de Calle, si no de Andi, quien me jalo hacia ella. Yo la miré desconcertada, pero su mirada y su pequeña sonrisa, me transmitió tranquilidad, como en los viejos tiempos, así que no me separé, solo volví a mirar a mi hermana, quien seguía sosteniendo la mano de aquella mujer que me había arrebatado a mi padre.

Después de unos minutos, el ataúd estaba bajando por fin al hoyo donde habían escarbado, para despedirnos para siempre de Juan Carlos. Los lamentos se escuchaban por todas partes, las palabras consoladoras y llenas de tristeza igual, incluso Camila estaba llorando, ni siquiera yo lo hacía, pero no me culparía por eso, sé que no soy una mierda de persona por no llorar en el funeral de mi padre.

Vi como Valentina caminaba hacia mi, y antes de poder reaccionar, sentí como me rodeo con sus brazos, y sin pensarlo, hice lo mismo. Tenía años sin abrazar a mi hermana, y eso fue la gota que derramó el vaso, ya que las lágrimas salieron por fin de mis ojos.
Valentina lloraba desconsolada, me dolía mucho verla así, y el hecho de que fuera por el, me hacía odiarlo más, incluso cuando no era su culpa.

- Tranquila - dije en un hilo de voz.

- Era mi padre Poche... - respondió entre lágrimas. "También el mío, o al menos eso me dijo mi madre"

- Lo sé pequeña, pero el está descansando, debes sentirte aliviada, ¿No? - dije tratando de animarla. Sé que no soy muy buena en eso.

- Lo estoy, pero aún así duele bastante - contestó.

- Valentina, ¿Puedes...? - Elizabeth hizo una pausa al verme, pero supo disimular - Hola Poche, ¿Cómo estás? - preguntó "amablemente"

- Bien - contesté en seco.

- Valentina, ¿Puedes ir con tus hermanos? Es que le tomarán una foto a los hijos de Juan Carlos - dijo dándome una vistazo rápido.

- ¿Te veré después? - me preguntó mi hermana con una pequeña sonrisa.

- Claro, búscame cuando quieras - respondí. Ella se despidió de todas antes de irse.

- Agradecería que te fueras, no perteneces aquí - la maldita voz de Elizabeth llamó mi atención, y después de unos segundos, capté lo que la perra acababa de decirme.

- ¿Qué? - pregunté acercándome peligrosamente, pero Andi me detuvo.

- No vale la pena - dijo con su mano en mi brazo.

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