Parte 13 Género en Conflicto

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El tiempo parecía pasar lento mientras trataba de asimilar cómo Vicky disfrutaba ser yo. La tensión entre nosotros era palpable, y el hecho de que me sintiera atrapado en el cuerpo de mi prima solo agravaba la situación. Después de unos días de silencio y reflexión, Vicky y yo nos encontramos nuevamente en el apartamento.

—Adrián —dijo Vicky con un tono serio, pero lleno de preocupación—, he estado pensando en lo que me dijiste, y en cómo te sientes. Quizá haya una solución que no habíamos considerado.

La mirada en sus ojos era de determinación, y eso me hizo preguntarme qué estaba pensando.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, tratando de ocultar mi ansiedad.

Vicky respiró profundamente antes de continuar. —He estado investigando un poco, y pensé que tal vez podrías considerar ser un chico transgénero. Quiero decir, ya que estás en el cuerpo de un hombre, podrías... no sé, vivir así y ver si te adaptas. No sería una solución permanente, pero podría ayudarte a encontrar una manera de ser feliz con lo que tienes.

El ofrecimiento me tomó por sorpresa. En lugar de sentir alivio, lo que experimenté fue una mezcla de incredulidad y frustración.

—No es tan simple, Vicky. No quiero vivir en el cuerpo de mi prima y simplemente disfrazarlo como si fuera un chico. Quiero volver a mi propio cuerpo. Esto es completamente ajeno a lo que soy.

Vicky frunció el ceño, visiblemente frustrada. —No estoy diciendo que sea fácil, pero es una opción. Si lo piensas, podrías encontrar un equilibrio en esta situación. No estás siendo justo al rechazarlo sin considerarlo.

Sentí cómo mi frustración se acumulaba. —¿Cómo puedes pedirme que acepte eso? Estar en el cuerpo de alguien más, incluso con un cambio de nombre y una nueva apariencia, no me hace sentir como en casa. No quiero vivir así. Solo quiero volver a mi vida normal, a mi cuerpo.

La conversación se tornó más acalorada. La desesperación en mi voz era evidente.

—Esto no es justo para mí. Estoy tratando de resolver esta situación, no de vivir una mentira.

Vicky, con los brazos cruzados y su mirada decidida, respondió:

—Y estoy tratando de ayudarte a encontrar una solución. Pero si solo estás dispuesto a seguir sintiéndote miserable, entonces no hay mucho que pueda hacer.

El silencio se apoderó de la sala mientras ambos tratábamos de procesar la conversación. La tensión se sentía en el aire, y el conflicto entre nuestras perspectivas era innegable. Me sentía atrapado entre la desesperación por volver a mi cuerpo y el creciente sentimiento de que Vicky estaba encontrando su lugar en su nueva vida.

Finalmente, la frustración alcanzó un punto crítico. Me levanté y me dirigí al baño, buscando un momento para calmarme. Mientras me miraba en el espejo, la sensación de desasosiego se intensificaba y empecé a llorar. Sentía cómo mi identidad estaba en juego, y no estaba dispuesto a aceptar una solución que no me ofreciera un verdadero regreso a mi vida anterior.

La imagen de Vicky en el espejo me devolvía la mirada, pero lo que veía no era simplemente el reflejo de mi prima; era la representación física de la desesperación que sentía. El peso de la situación era abrumador, y la idea de aceptar una vida que no era la mía me llenaba de un miedo indescriptible.

Me hundí en el suelo, abrazando mis rodillas mientras las lágrimas caían sin control. Sabía que la situación era complicada, pero no podía dejar de anhelar el regreso a la normalidad, a mi verdadero yo. La propuesta de Vicky, aunque bien intencionada, me había hecho sentir aún más perdido. Estaba en un cuerpo que no reconocía, viviendo una vida que no quería, y la incertidumbre sobre si alguna vez pudiera regresar a mi vida anterior me desgarraba por dentro.

Después de un tiempo, escuché un suave golpe en la puerta. Era Vicky. Su voz sonaba más suave, casi arrepentida.

—Adrián, lo siento... No quería que te sintieras así. Solo estaba tratando de ayudar...

Tomé una profunda respiración, tratando de recuperar la compostura. Sabía que Vicky también estaba lidiando con sus propios conflictos internos, pero no podía evitar sentir que nuestras prioridades estaban en direcciones opuestas. No respondí de inmediato, necesitando unos momentos más para procesar lo que había sucedido.

Finalmente, abrí la puerta y la miré. La tristeza en sus ojos reflejaba la mía. Ambos estábamos atrapados en una situación que ninguno de los dos había pedido, y aunque nuestras perspectivas eran diferentes, compartíamos la misma confusión y desesperación.

—Lo sé, Vicky... —dije con la voz quebrada en llanto—. Pero no puedo vivir así. Necesito volver a ser yo, a mi vida. No puedo aceptar otra cosa.

Devuélveme mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora