Capítulo 18

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- Muy buena broma, preciosa. Por poco caigo.

Mi mirada estaba fija en el suelo, esperando que pudiera captar la seriedad con la que decía eso, porque no podría repetirlo dos veces.

Ojalá fuera un mal chiste como ellos querían. No había nada que deseara más en el mundo.

- Por favor, no hablemos de esto justo aquí. No soy capaz de mentirte y hay algunas cosas que necesito explicarte para que lo entiendas.

Su rostro se puso tan serio de repente que llegó a asustarme. Me tomó nuevamente de la muñeca sin importarle la gente alrededor y me llevó hasta su sitio de reuniones con enfado.

Había metido la pata y temía haberlo herido de todas formas.

- ¿Por qué no me lo dijiste? - Me soltó con un poco más de brusquedad hundiéndome más. - Mierda pudimos ahorrarnos muchas cosas ¿Acaso estás jugando conmigo?

- ¿Qué? - Me sorprendí ya que no entendí de dónde venía aquello. - No. Por supuesto que no.

- Annia dime la verdad ¿Qué es lo que quieres y qué es lo que estás haciendo conmigo? Ya no puedo más con esto.

- No estoy haciendo nada contigo, te lo prometo.

- ¿Y por qué es que no te creo? Cada día que pasa tu solo te sigues metiendo más y más adentro de mi cabeza. - Llevó una de sus manos hasta la sien dando a entender que de verdad lo sentía así. - No lo entiendo...

- Mira, No sabes lo mucho que deseo que esto sea solo un juego, una mentira o una broma inocente. Fui una estúpida, lo sé y lo siento. Creí que lograría encontrar alguna forma de continuar, pero el tiempo jugó en mi contra. - Mi voz se rompió hasta que las lágrimas corrieron por mis mejillas al explotar de una vez por todas. - Quería conocer el pueblo, quería hacer amigos y sobre todo quería conocerte a ti. Por favor no te enojes conmigo, nunca lo hice con mala intención.

Dejó salir el aire retenido acercándose, provocando que mis ojos se clavaran aún más en el suelo.

- Por más que lo intento, no puedo enojarme contigo. - Llevó su mano a mi barbilla y tiró con suavidad hacía arriba obligándome a mirarlo. - No logro entenderlo ¿Por qué hiciste todo esto, Annia? Deposité toda mi confianza en ti, te abrí las puertas de mi hogar, por favor dime que no me equivoqué al hacerlo, dime que no es real lo que tratan de hacerme creer de ti.

Suspiré cuando dejó una caricia en mi piel y supe que debía poner distancia antes de confundirme más.

- Necesitaba ver el mundo, al menos una vez. Sé que puede sonar absurdo, pero es la verdad. - Quité su mano y me alejé buscando un sitio para sentarme necesitando espacio. Le vi dirigirse a otro lado tomando una botella, sirviéndose un trago en lo que hablaba. - Llevo toda mi vida encerrada entre los mismos límites, solo con la compañía de mi madre. Cuando se fue, decidí que era el momento de cumplir con este deseo. No pretendía hacerle daño a nadie, mucho menos a ti. Yo quería ver un poco a lo lejos y luego volver, pero te conocí por accidente y las cosas cambiaron drásticamente.

- Espera un momento ¿Encerrada? - Detuvo todo lo que estaba haciendo al darse cuenta. - ¿Acaso tu madre te tenía prisionera? Annia, dímelo y tomaré cartas en el asunto.

Aún no estaba del todo calmado por lo que comenzó a alterarse al escuchar esas palabras y tuve que detenerlo.

- No, nada de eso. Estoy bien, tranquilo.

- Entonces ¿Por qué te encerró? Creo que tienes elementos de sobra para defenderte o para camuflar el conflicto.

- Ya te lo dije... A día de hoy, ella sigue sin conocer esa pequeña parte de mí. - Dirigí la vista a mis manos mientras jugueteaba con mis dedos. - Siempre dijo que la gente se asustaría con mi apariencia. Tenía rasgos inusuales que nunca antes habían visto y eso no solía agradarles a las personas. Así que me ocultó, en lo más profundo del bosque alejándome de todo y de todos.

La chica del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora