CAPÍTULO V: El Ritual de Contención

33 5 0
                                    

Han dejó escapar un largo bostezo, invadido por el cansancio y la pesadez en su cuerpo. Eran las diez de la mañana, apenas habían transcurrido dos tediosas horas desde que las clases magistrales habían comenzado, y para su mala fortuna, las clases que su horario mostraban eran las que más detestaba y solo prometían un largo tormento, Teoría Económica Clásica y Banca y Finanzas Internacionales eran sin duda las clases que menos soportaba.

Su mente se encontraba en una desconexión desde la noche anterior, la cual no parecía encontrarse en orden y todo pensamiento que llegaba a su mente terminaba siendo otro completamente diferente, incapaz de siquiera formar un pensamiento coherente. Era el desastre causado por un chico en específico; un bailarín que disfrutaba de hacer perder su control.

Y es que, después del suceso desencadenante de todo ese martirio, la cama, la cual normalmente era su lugar de refugio y descanso, fue testigo del insomnio de Han, quien daba vuelta tras vuelta en su suave colchón, sin lograr conciliar el sueño debido a las múltiples preguntas y las escasas respuestas que atacaban su mente. Además, la repetitiva imagen de los labios de Minho contra su piel era imposible de olvidar, y, sobre todo, la sensación que aún permanencia en esa zona, y el calor del beso marcado perfectamente con una tinta permanente.

Por último, el poco tiempo que logró dormir fue abruptamente interrumpido ante el anuncio por parte del sumo sacerdote, pidiendo a todo el pueblo ir a la catedral, en donde se anunciaría otra lamentable noticia: La muerte de los gemelos García. Ambos encontrados en el bosque, a una distancia considerable de la parte trasera de la iglesia. Su muerte no había sido tranquila, pues según el vecino que los halló, Jason y James García habían sido decapitados, y fue con su propia sangre que los encerraron en un pentagrama dibujado en el pasto.

Pero lo que logró terminar con la poca calma que aún preservaban las personas que rodeaban la catedral, fue el último detalle contado por el señor que había encontrado ambos cuerpos, El pobre anciano, con un claro temblor en todo su cuerpo y su tez pálida del susto, entreabrió sus labios, intentando encontrar su propia voz, sin ser capaz de conectar su garganta con su mente.

— Poseían la marca impía —finalizó. Y fue suficiente para desencadenar entre los pueblerinos un montón de reacciones.

"La marca impía", o también conocida recientemente como "La marca del diablo", evoca una señal o cicatriz que transgrede lo sagrado, lo puro, y se asocia con lo profano o prohibido. Al llamarla "impía," sugería que es una marca que desafiaba las leyes divinas y morales de Dios, portando una esencia maldita y perversa. Representa no solo un vínculo con el mal o el diablo, sino una ruptura definitiva con lo celestial, un símbolo de rebeldía y corrupción que lleva consigo un aura de pecado irredimible.

Así habían decidido llamar a la mancha negra que encontraban en cada cadáver el cual había sido usado como algún tipo de sacrificio al Diablo.

Ante esas palabras, los sollozos, plegarias, llantos y susurros no se tardaron en aparecer; personas que gritaban el nombre de Dios, pidiendo perdón y misericordia. Suplicando no ser condenados por las acciones de pecadores.

¿Acaso ellos no lo eran también?

Como las últimas veces, el sumo sacerdote no tardó en pedir orden, comenzando el mismo discurso que lograba tranquilizar mínimamente a la gente. Los mandaba a rezar diez Padrenuestros y cinco Ave María, a agradecer al despertar, en cada comida y antes de acostarse a dormir; y confiar en que el Padre Todopoderoso fuera un ser misericordioso como siempre había profesado, encargado de castigar sólo a los causantes de aquellos homicidios, mientras que a sus corderos fieles a él los dejaría continuar con sus vidas de creyentes.

Y luego de esa exhaustiva reunión, se le fue pedido por parte del sacerdote que fuera el encargado de dar inicio y final al funeral de los gemelos García. No tuvo más opción que aceptar su orden, lo que significaba que su tiempo de ensayo se extendería aún más.

La Sonata del Diablo [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora