Capítulo 7

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¿Diez Citas?

Miles

Me colocó el traje, lo más rápido que mis manos me lo permiten, me dejó el mono hasta la cintura para salir directo al garaje y esperar al equipo y que me coloquen el audífono.

Solo miro a mi padre y al estratega quien me coloca el audífono.

—Te quiero todo el día en la pista. —mi padre se lleva el vaso de whisky, y se pasa la mano por la cabeza. —Te quiero entrenado Miles sin descanso, no habrá más descansos para ti, si no puedes ser bueno fuera de la pista, sé lo dentro.

Lo miró y me abstengo a iniciar una pelea qué sé qué tarde o temprano va a surgir.

Tomo la balaclava acomodado mi pelo para atrás, cierro el mono hasta el cuello y entro a mi auto, colocó el volante al igual que me ayudan con el casco, enciendo el auto y siento la energía correr por mi cuerpo.

Cómo puedes querer a tu familia, cuando toda la vida has estado en una, pero no te sientes parte de ella.

Mi madre y Daisy son la única razón por la cual trato de no pelear con mi padre frente a ellas, como lo hacía Dylan quien por muchos años cargó la mochila de ser el hermano mayor, el qué soportó los regaños de mi padre, para que Daisy y yo, no lo hiciéramos.

Pero cuando Dylan murió todo cambió, si antes era jodido ahora lo era más.

—Listo. —me dan la señal de poder salir.

Salgo despacio hasta llegar al inicio de la pista, me cegó por unos minutos solo escuchando el motor.

—Ahora. —el reloj comienza a avanzar, aceleró el auto manteniendo el ritmo en las curvas, mientras los neumáticos se comienza a calentar y es más fácil desplazarme, pero una vez que logran el calor suficiente se comienza a desgastar más rápido.

—El auto fue modificado, el motor, los frenos, el ala trasera.—menciona mi ingeniero. —Esto nos costará una sanción de cinco puestos en la carrera, pero el auto está teniendo un mejor agarre.

—Uno con treinta. —mencionan mi tiempo y mi padre habla por el audífono.

—Otra, otra vez. —el tiempo se reinicia.

—Uno con veinte.

—De nuevo.

—Uno con catorce.

—De nuevo. —demanda así por más de cincuenta vueltas en dónde es el tiempo límite que alcanzó, después de cambiar ya por segunda ocasión los neumáticos.

Las manos me arden, me duele el cuerpo, quiero agua y necesito descansar, pero continuo por más de treinta vueltas, pero ya no puedo así que bajo la velocidad del auto.

—Uno con trece. —marca mi estratega. —Debemos cambiar los neumáticos. —entro a boxes.

—Necesito descansar.—demando quitando el control.

Bajo del auto, quitándome el casco entro al garage y mi padre me mira mientras llena su vaso de whisky la cual ya está a un vaso de acabarse.

—Regresa al auto. —sentencia.

Busco una botella de agua en el pequeño refrigerador, pero cuando voy a abrir la puerta, siento el cristal de su vaso estrellarse con el mismo, haciendo qué uno de los cristales me brinque en la cara.

—Estoy harto qué no puedas seguir las reglas. —paso mi mano a la orilla de labio llenado mis dedos de sangre.

—Pero lo harás, empezarás a seguir la reglas ahora. —se acerca a mí tomándome del cuello de la camisa llevándome contra la pared. —No saldrás de esta maldita pista, hasta que seas el mejor corredor.—siento la sangre correr por mis labios.

Destino Entrelazado [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora