la promesa de Sabine

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Llegó el día de las eliminaciones, y la tensión en la casa era palpable. Nadie podía predecir lo que iba a suceder. Los habitantes intentaban mantener la calma, pero la incertidumbre siempre hacía que estos momentos fueran insoportables. La votación había sido reñida, y aunque todos estaban nerviosos, Karime no podía quitarse de la cabeza las palabras de Sabine días atrás.

Si salvan a Karime, le doy un beso—había dicho Sabine en tono desafiante ante las cámaras. La promesa aún resonaba en los pasillos de la casa.

El día avanzaba lentamente, cada minuto cargado de una expectativa silenciosa. Los participantes se fueron sentando uno por uno en la sala de eliminación, cada uno con sus propios pensamientos. Karime, aunque se mostraba tranquila, no podía evitar pensar en todo lo que había pasado en los últimos días: los besos entre Gala y Agustín, su propio dolor, la promesa de irse de la casa y su decisión de quedarse por Briggite.

Sabía que esta noche todo podría cambiar. Podía ser eliminada, y aunque había decidido quedarse, una parte de ella sentía que tal vez marcharse no sería tan malo. Al menos, fuera de la casa, no tendría que ver a Gala y Agustín juntos todos los días. Pero otra parte de ella quería seguir luchando, quedarse por Briggite, por su equipo, y quizás por sí misma.

Los nombres de los nominados resonaban en el aire: Karime, Sian y Arath. Uno de ellos abandonaría la casa para siempre.

El presentador tomó su lugar frente a las cámaras, mirando a los tres nominados con una sonrisa profesional, pero la seriedad del momento era evidente. Las luces se apagaron, y las caras de los nominados se iluminaron en la pantalla, aumentando la tensión entre los espectadores y los compañeros de la casa.

El primer salvado de esta noche es... Arath.

Arath exhaló aliviado, levantándose del sofá con una sonrisa tímida mientras sus compañeros lo felicitaban. Karime trató de mantener la compostura mientras los latidos de su corazón se aceleraban. Ahora solo quedaban dos: ella y Sian.

La tensión era insoportable. Sabine, que estaba sentada cerca de Karime, la miraba con una sonrisa enigmática, como si ya supiera lo que iba a pasar.

Finalmente, el presentador levantó la tarjeta con el nombre del eliminado, su rostro serio mientras miraba a los dos nominados restantes.

La persona que abandonará la casa esta noche es... Sian.

Sian cerró los ojos, aceptando su destino con serenidad, mientras el resto de la casa exhalaba en un suspiro colectivo. El alivio de los que se quedaban era palpable, aunque empañado por la tristeza de despedir a un compañero. Los abrazos y las despedidas comenzaron, y mientras Sian se despedía de todos, Karime aún no podía procesar que había sido salvada.

Lo que vino después, sin embargo, la sacó rápidamente de su ensueño.

Sabine se acercó lentamente, una sonrisa divertida en sus labios. La promesa que había hecho días atrás estaba a punto de cumplirse, y toda la casa parecía estar al tanto de lo que iba a suceder. Los ojos de todos estaban sobre ellas.

Te lo dije, Karime, si te salvaban... te daría un beso—dijo Sabine, su tono casi juguetón, pero con una seriedad detrás de sus palabras.

Karime no supo qué responder. Su mente aún estaba procesando su salvación, pero ahora tenía que enfrentarse a algo completamente inesperado. La cercanía de Sabine, el susurro de las palabras, la expectativa de los demás... todo se sintió como una burla al caos que había vivido en los últimos días.

Antes de que pudiera reaccionar, Sabine cerró el espacio entre ellas y, en un gesto audaz, le plantó un beso en los labios. Fue rápido, apenas un roce, pero lo suficientemente claro como para que todos lo notaran. Los gritos y risas de los compañeros inundaron la sala en cuestión de segundos.

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