XXIX. El elegido

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Hoy se cumplen veintiún días desde la última vez que estuve en Lavenham. Ya estamos establecidos en el piso nuevo y sigo en el proceso de adaptarme a él. Bueno, de adaptarme a todo.

Este apartamento está al sur de Londres. Puedo llegar a las orillas del río caminando un par de manzanas.

Aunque estuve recelosa al principio, no me costó asumir que era muy bonito. Ethan ha buscado todas las cosas que me gusta que haya en una casa: ventanas altas y enormes, suelo de parqué brillante y cálido y una cocina espaciosa. Si puede estar abierta al salón, mucho mejor.

Un largo pasillo con cuadros de flores en las paredes conecta la cocina-salón con dos habitaciones y dos cuartos de baño, aunque solo uno tiene bañera.

La verdad es que es un sitio precioso. Es un lugar increíble para formar un hogar.

Después de estar todo el día recorriéndome Londres de arriba a abajo para buscar trabajo, llego a casa muy cansada. Me anudo el pelo y me descalzo. Adoro este suelo porque puedo ir descalza siempre que quiera.

Le doy un beso a Ethan, que se levanta para recibirme como siempre. Está frente a su portátil en la mesa del comedor. Ante mi mirada, entiende rápidamente que no ha sido un buen día.

一No te preocupes, cariño. Saldrá algo más pronto que tarde. De momento, sabes que tenemos dinero. No tienes que preocuparte de eso.

Rodea mi cintura con los brazos y me pega a él. Olisquea mi pelo y me dejo caer, permitiendo que me sujete un poco.

一Necesito un trabajo 一insisto.

Las palabras que no quiero que diga se atascan en su garganta. Puedo oír las ruedas de su cerebro girando a toda velocidad, pensando cómo escurrir el bulto.

Ya sé lo que piensa sobre todo esto. Él tiene aún mucho dinero guardado. Podríamos vivir mucho más cómodamente de lo que lo hacemos, pero no quiero ni tocarlo.

Se lo he dicho de todas las formas posibles. Odio cualquier cosa que tenga que ver mínimamente con Vietnam y aquel viaje.

La peor idea que ha tenido en toda su vida tuvo unas consecuencias terribles para mí... y para él. No quiero tener nada que ver con eso y le he advertido que no usaré ni una libra que me ofrezca si viene de ahí.

Él no lo ve así, claro. Y eso nos ha ocasionado muchas discusiones en este tiempo que hemos convivido otra vez.

一Yo solo digo que...

一No digas nada, Ethan, mejor no digas nada 一le advierto con la mirada. Me separo de él, incómoda一. No vamos a empezar con eso otra vez.

一Entiendo tu postura, pero utilizarlo es solo rentabilizar lo que pasó. Hacer que merezca la pena.

Abro y cierro la boca varias veces, mirándole atónita. Se me pasan muchas cosas por la mente pero no quiero decir ninguna.

Tengo que hacer un esfuerzo constante y férreo todos los días para no reprocharle nada de eso.

Cada vez que intenta acercarse a mí y mi cuerpo lo rechaza. Cada vez que intenta que volvamos a tener una complicidad que entre nosotros ya no existe. Cada vez, tengo que recordarme que mi perdón iba en serio y que no voy a pasarme la vida reprochándole el error que cometió.

Sin embargo, cuando vuelve a sacar el tema e intenta convencerme, me cuesta el triple morderme la lengua.

一Iré a ducharme.

No responde nada más.

一Max va a venir a cenar, ¿te parece bien? Me ha llamado esta mañana y quería vernos. Le dije que no había problema.

Lejos de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora