Ser hija de un Lawrence no es para nada fácil, nuevos cambios y nuevos rumbos tomarán la vida Rachelle, muchos problemas también. Algo cambiará cuando su padre abra un dojo en el valle, nueva escuela, nuevos amigos. ¿Amor?..
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Los chicos estaban en el parque entrenando, excepto Rachelle. Quien pegaba carteles en los arboles, ya que junto a Moon, Yasmine y otras chicas decidieron hacer un show vestidas de porristas. Era una idea alocada pero las chicas aceptaron la propuesta de la pelirroja.
Después del entrenamiento Rachelle estaba sentada en una de las bancas del parque donde Miguel se sentó a un lado de ella.
-¿Qué haces?- Preguntó el chico
-Las chicas de la escuela y moi, haremos un show bailando y cantando.- Respondió la chica con una sonrisa
-Genial, ¿Estas aburrida del karate no es así?-
-Migue, estoy harta. Primero cobra kai, luego Miyagi-Do, y ahora colmillo de aguila. He estado tan ocupada con este tipo de cosas que no he podido hablar con Sam, no he podido darle las gracias a Amanda y a Daniel por acogerme en su casa, no he podido recoger mis cosas. Estoy dejando de hacer cosas esenciales en mi vida por el karate. Y es algo que amo, pero siento que debo dejarlo. Siento que debo dejar de entrenar, y comenzar a utilizarlo en caso de que me tenga que defender. Aunque no se si pueda, la última vez que dije lo mismo termine en una guerra rojo vs negro en Coyote Creek.-
-Te entiendo, pero tienes que pensarlo mejor, eso lo dices ahora porqué estas cansada, pero tienes que pensarlo bien Rachelle, no puedes estar cada dos segundo diciendo que te vas del karate y luego apareces en un entrenamiento. Lo mejor es que lo dejes por un tiempo, y en ese lapso te des cuenta si verdaderamente lo extrañas o no.-
