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La recepción continuaba bajo el cielo estrellado, iluminada por suaves luces encantadas que flotaban por encima de las mesas. Había música, risas, y un ambiente de felicidad palpable entre los amigos y familiares que compartían la celebración con Hermione y Pansy.
Después de haber compartido su primer baile como esposas, Hermione y Pansy se habían separado un momento para interactuar con los invitados. Pansy, aún más cómoda en su nueva vida de aceptación, charlaba animadamente con Luna y Ginny, mientras Hermione estaba sentada junto a Harry y Ron, quienes parecían haberse relajado por completo con la situación.
—No puedo creerlo —comentó Ron, llevándose un bocado de pastel a la boca—. Nunca imaginé que terminarías casada con Parkinson.
Hermione rió, dándole un suave golpe en el hombro a su amigo.
—No lo veas como algo tan extraño. Al final del día, no importa de dónde vinimos. Lo que importa es lo que hemos construido juntas.
Harry, observándola con su típica mirada reflexiva, asintió lentamente.
—Tienes razón, Herm. Y aunque al principio fue un shock, ahora que lo veo, tiene todo el sentido. Ustedes dos son perfectas la una para la otra.
Hermione sonrió, agradecida por el apoyo de sus mejores amigos. Desde aquella vez en la Madriguera, había habido un crecimiento silencioso en la comprensión de Harry y Ron. Les había llevado tiempo procesar el cambio, pero al ver la verdadera felicidad de Hermione, sabían que cualquier duda que hubieran tenido carecía de importancia