Capítulo 17: Sólo una

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Sakura había sido muy caprichosa en muchos aspectos. Tenía su forma de ser y nadie lo negaba, ni siquiera ella quien se defendía de todas criticas negativas hechas a su persona, pero debían admitir que —por más de no tener tantos atributos como Karin o Ino—, tenía algo en su ser que la hacía poseer... ¿Ternura?

Por enésima vez, el azabache resopló antes de echarse nuevamente en el pasto del jardín, observó por leves minutos las hojas del árbol de cerezos balancearse suavemente ante la brisa débil. El verano empezaría azotar con gran fuerza, era uno de esos días aun en los que no llovía a todo dar como siempre. En esa época del año era donde el aguacero caía de forma rebelde sobre todo pueblo al menos durante unas tres semanas, en ocasiones malogrando sembríos y beneficiando a otros como los de arroz.

Habían encontrado ese lugar con Orochimaru un año después de habérsele unido, el feudal de ese pueblo era muy amable y justo, pero sus formas de administrar a esa pequeña aldea era tan mala que su gente apenas si tenía para sobrevivir.

Orochimaru tampoco les hizo demasiado bien, en sus experimentos esa gente, desesperadas por el hambre y algunos niños ingenuos, había sido la presa justa para las pruebas del ex Sannin. Luego de la muerte de este nunca más volvió a saber de ese pueblo. No tenía ningún nombre asignado según lo que tenía entendido. Su gente no era aliada con nadie y para otras aldeas ese pueblo no existía.

Ahora se daba cuenta que ese lugar podía subsistir muy bien sin ayuda de un gobernante que lo administrara. Había mucha pobreza en ese lugar, pero no tanto como cuando llegó.

Recordó con algo de pesar el dinero que le había dado al mocoso ese solo para que dejara de llorar, se preguntó ¿cuantas caries tendría ya ese niño? Una de las razones por las que no le gustaba mucho lo dulce. Debía admitir que le agradaba, en su mínima expresión, pero no tanto como había visto comer a Sakura o Naruto —cuando no lo veía atragantarse con Ramen, claro—, incluso a su hermano que en ocasiones le encontraba comiendo Dangos.

—¡He, Sasuke! Te quedarás todo el santo día ahí. Entra a casa ya —había escuchado de parte de Itachi, el idiota de su hermano mayor. Su único apoyo en esos instantes aunque el no lo aceptara en voz alta. ¿Cómo hacerlo si hasta hace dos meses pensaba que no había ser tan ridículo como él?; dijo ridículo, no idiota que era en donde entraba su estúpido ex compañero de equipo.

No quería entrar a casa, no cuando sabía que encontraría a la reina de sus complicaciones mentales sentada en el sillón, acariciando con cariño a esa bola que tenía como estomago, a ese ser que si no fuese por ellos, la mataría lenta y dolorosamente. Incluso una vez se lo preguntó. ¿Qué sucede cuando tu propio hijo, es quien te mutila lenta y dolorosamente?

—¿Qué sientes? —le preguntó aquella vez con el intento de hacerle un escarmiento.

—Feo... —respondió con una sonrisa en su rostro. Incluso al borde del colapso mental, ella seguía siendo... ella.

Sakura seguía confundiéndolo casa vez más hasta el punto en que meramente ya no soportaba más, el simple hecho de verla hacía que su cerebro se retorciera de la forma más horripilantemente posible, sus ojos se movían sin quererlo hacia su vientre, hinchado por los cinco meses que llevaba cargando a «su hijo». Y sí, porque resignado de que nadie le hiciese el mínimo caso, terminó por aceptarlo. ¡De acuerdo! ¡Ya! Ese niño era suyo.

¡Lo aceptaba! ¡Incluso pudo jurar que escuchó a Itachi aplaudirle por eso! Pues bien. Se habían salido con la suya, ese niño que había sentido moverme dentro de Sakura hacía unos días, esa cosa que le absorbía el Chakra a cada hora a esa de pelo rosado, ese bebé que era un simple experimento de Konoha, ese pequeño que llevaba sangre Uchiha, ese que pronto sería un infante, ajeno a todos os problemas que tenían los mayores, quisiera o no era parte de él.

Lives at stake: Uchiha HarunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora