MEGAN FOX - Punto y Aparte

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POV _____ [G!P]

Años atrás...

Era tarde, después de una larga jornada de rodaje en la segunda película de Transformers. Megan y yo habíamos discutido más de lo habitual, pequeñas diferencias que acumulaban una tensión que parecía imposible de liberar. Sabía que ella estaba cansada de los paparazzi, de los rumores, de las exigencias de la industria. Pero yo no podía escapar de ese mundo. No quería perder todo lo que habíamos logrado juntas.

Esa noche, en su apartamento, la conversación que empezamos con suavidad se tornó en un intercambio de reproches que ni siquiera sabíamos que teníamos acumulados. Megan me miraba con el ceño fruncido, sus ojos brillando con rabia y tristeza.

—_____, ¿no entiendes? Ya no puedo más con esto —me dijo, cruzando los brazos—. Esto nos está destrozando. Estoy agotada.

—¿Y qué puedo hacer? —respondí, mi voz temblando de frustración—. ¡Te amo, Megan! Dios, pensé que con eso nos bastaba, no quiero dejarlo todo.

—¿Dejarlo todo? No estoy pidiéndote eso... ¡Pero necesito algo más de ti! ¡Estoy cansada de ser un secreto, de ser tu refugio solo cuando te conviene! —su voz se quebró al final de la frase, y mi corazón se rompió con ella.

—No eres un secreto, fuiste tú la que tomo la decisión de que las cosas se lleven así, no tienes que reprochármelo ahora —dije cruzándome de brazos.

Me quedé en silencio. Esa noche lo supe. Tal vez no era suficiente para ella. Tal vez su miedo de enfrentar lo que la gente diría nos había mantenido en la sombra por demasiado tiempo.

Ella bajó la mirada, sus dedos jugueteando con el collar que siempre llevaba. Era un regalo que le había dado en nuestro primer aniversario.

—Te amo, _____, pero esto... —se detuvo, tomando aire—. Esto no es vida. No puedo seguir así. Es un punto y aparte.

Las palabras salieron como cuchillos, cortando cualquier esperanza que me quedaba. Traté de acercarme, de tomar sus manos, pero ella dio un paso atrás.

—No —murmuró, casi como si hablase para sí misma—. No puedo seguir luchando por esto, perdón, pero me rindo.

Y así, en el silencio cargado de esa noche, se marchó. No hubo gritos, no hubo dramatismo. Solo una despedida silenciosa, como si ambas supiéramos que aquello era inevitable.

Los días siguientes fueron una nube de confusión y dolor. Me encerré en mí misma, incapaz de procesar lo que había sucedido. En cada entrevista, cada evento público, me preguntaban por qué estaba tan apagada, pero las palabras nunca salían. Solo una sonrisa forzada y evasivas. La prensa hacía su trabajo, inventando teorías, pero solo nosotras sabíamos lo que realmente había pasado.

Desde esa ruptura, el tiempo había seguido su curso. Años habían pasado, y aunque había intentado seguir adelante, siempre había un vacío. Una parte de mí seguía aferrada a lo que teníamos, a lo que habíamos sido.

Actualidad...

El sol brillaba a través de las ventanas del estudio, creando patrones danzantes en el suelo mientras el equipo de producción preparaba el set para la nueva película, "Alice". A medida que la emoción crecía, también lo hacía mi nerviosismo. No era solo una película más; era el reencuentro con Megan Fox, la mujer que había robado mi corazón desde hace años.

Mi nombre es ______, y, como siempre, la gente tenía sus opiniones sobre mí. Desde que decidí vivir mi verdad, había tenido que enfrentar el juicio de muchos, pero el amor de Megan había sido uno de los pocos refugios en mi vida. Nos conocimos en un set, donde la química fue instantánea, tanto en pantalla como fuera de ella. Sin embargo, por diversas razones, nuestra relación terminó. El tiempo, como un ladrón sigiloso, se llevó los días felices, aunque los sentimientos nunca se desvanecieron.

Mientras me preparaba en el camerino, la mezcla de nervios y anticipación se apoderó de mí. El primer día de rodaje siempre era emocionante, pero el saber que vería a Megan me hacía sentir un torbellino en el estómago. La puerta se abrió y, ahí estaba, con esa sonrisa que podía iluminar cualquier habitación. Megan siempre tenía un aura que la rodeaba, un magnetismo que atraía a todos. Su cabello oscuro caía en ondas suaves sobre sus hombros, y su mirada era como un fuego.

—_____, ¡qué bien verte! —dijo, acercándose con un brillo en sus ojos.

—Igualmente, Megan. Ha pasado tanto tiempo —respondí, sintiendo cómo los recuerdos se agolpaban en mi mente.

—Demasiado tiempo —susurró, con un tono que hacía que mi corazón latiera más rápido.

El rodaje comenzó, y aunque teníamos escenas que interpretar, era difícil concentrarse. Cada mirada, cada risa compartida, despertaba en mí sentimientos que creía enterrados. En el set, éramos profesionales, pero fuera de él, había una conexión que nunca se rompió. 

Después de varios días, las tensiones comenzaron a crecer entre nosotros, y, en una pausa, decidí arriesgarme.

—Megan —dije, acercándome a ella en un rincón tranquilo del estudio—. Necesito hablar contigo.

—¿De qué se trata? —preguntó, sus ojos escrutando los míos.

Tomé un respiro profundo, sintiendo cómo el peso de la incertidumbre se apoderaba de mí.

—Sobre nosotras... sobre lo que pasó entre nosotras —dije, sintiendo cómo las palabras brotaban de mi boca como un torrente.

Ella se quedó en silencio, sus labios apretándose levemente.

—_____, yo... —comenzó, pero la interrumpí.

—Sé que no terminamos de la mejor manera, y no quiero que pienses que estoy aquí solo por nostalgia, pero la verdad es que te he echado de menos. Aún me importas —confesé, sintiendo la vulnerabilidad invadirme.

Megan se quedó mirándome, y en sus ojos vi una chispa que nunca había desaparecido.

—Yo también te he echado de menos —dijo al fin, su voz suave—. Nunca dejé de pensar en ti.

Mi corazón se detuvo por un segundo, y supe que había una oportunidad para nosotros. Nos acercamos más, y ese espacio que nos separaba se desvaneció. Sus labios se encontraron con los míos en un beso que era a la vez familiar y nuevo. La química que había estado dormida durante años volvió a encenderse, y sentí que el tiempo se detenía.

A medida que nos separamos, Megan sonrió, un brillo en sus ojos que prometía más que solo recuerdos.

—Tal vez esta vez lo hagamos bien —sugirió, y no pude evitar sonreír.

Los días se convirtieron en semanas, y cada día en el set se sentía como una nueva oportunidad. Las risas y las miradas compartidas se volvieron más intensas, y nuestra relación floreció de nuevo, aunque con una madurez que antes no teníamos. Hablamos de lo que significábamos, y, en esas conversaciones, encontré el hogar que había buscado.

Al final de la filmación de "Alice", organizamos una cena con el equipo. La energía en el aire era eléctrica, y, después de que las luces se apagaron y la música comenzó a sonar, Megan tomó mi mano, atrayéndome hacia el centro del lugar. Lo único que podía ver era a ella. En ese instante, entendí que aunque las cosas no siempre habían sido fáciles, estaba exactamente donde pertenecía: a su lado.

Así comenzó un nuevo capítulo en nuestras vidas, uno en el que no solo éramos actores en una película, sino dos almas entrelazadas que estaban listas para escribir su propia historia, una que prometía ser aún más apasionante y auténtica que la anterior.

One Shots | Famosas y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora