El viaje a la finca fue emocionante. Estábamos en la camioneta, con Sue a mi lado, Fernando de copiloto y su amigo al volante. Mientras nos acercábamos, no podía evitar asombrarme de lo hermosa que era la finca. Los campos verdes se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y el aire fresco llenaba mis pulmones.
Sin darme cuenta, en un gesto automático, le puse suavemente el cabello a Sue detrás de la oreja, como solía hacer Valerio. Sue se quedó asombrada, mirándome con una mezcla de sorpresa y algo más que no pude identificar del todo.
—Lo siento, —dije rápidamente, sintiéndome un poco avergonzada—. Es una costumbre que tengo.
Sue sonrió, aunque parecía un poco confundida.
Durante el paseo, hubo un momento gracioso cuando Fernando intentó contar una historia de su juventud. Estaba tan emocionado que gesticulaba con las manos, y en un movimiento brusco, golpeó accidentalmente el sombrero del amigo que conducía, haciéndolo volar por la ventana. Todos estallamos en carcajadas mientras el amigo de Fernando se detenía para recuperar su sombrero.
Al llegar a la finca, un pequeño gatito comenzó a seguirme por todas partes. Cada vez que me detenía, el gatito se sentaba a mis pies y me miraba con sus grandes ojos curiosos. Sue observaba la escena con ternura, riendo suavemente.
—Parece que tienes un nuevo amigo, Valeria, —dijo Sue, acariciando al gatito.
Sentí una calidez en mi corazón al ver la sonrisa de Sue. A pesar de las incógnitas y miedos, sabía que estaba en el camino correcto, y momentos como estos me lo confirmaban.
Entramos a la habitación, ya que solo había una y Fernando y su amigo decidieron dárnosla a nosotras y ellos dormir en la sala, y aunque la casa estaba construida con materiales rústicos y sencillos, el ambiente se sentía cálido y acogedor. El viento nocturno se colaba suavemente por las ventanas, y las luces de la lámpara a queroseno creaban sombras danzantes en las paredes de madera. Sue parecía distraída, pero podía percibir una ligera tensión en el aire entre nosotras.
Sabía que esta noche sería decisiva. Habíamos compartido sonrisas, miradas y pequeñas complicidades a lo largo del día, y aunque el miedo de ser descubierta seguía presente, el deseo de que Sue me viera como Valeria—no solo una amiga—era más fuerte. Mi corazón latía rápido mientras pensaba en cómo acercarme sin asustarla, cómo hacer que entendiera que, aunque mi apariencia había cambiado, mis sentimientos seguían siendo los mismos.
Sue, mientras se quitaba los botines, suspiró profundamente y comentó, casi en tono de broma:
—Es curioso, Valeria... desde que llegaste siento como si ya te conociera de antes, como si fuéramos más cercanas de lo que en realidad somos.
Su comentario me descolocó por un segundo. ¿Podría ser que ya comenzara a sospechar algo? Me acerqué lentamente al espejo de la habitación, tratando de actuar con naturalidad mientras me soltaba el cabello, dejándolo caer sobre mis hombros.
—¿Te parece? —le respondí, mirándola a través del reflejo. —A veces las personas se conectan de maneras extrañas, como si compartieran algo más allá de lo visible.
Sue sonrió, aunque sus ojos parecían buscar algo en los míos, como si tratara de descifrarme. Me acerqué a la cama donde ya estaba sentada, y el nerviosismo empezó a acumularse en mi pecho. Sabía que esta era mi oportunidad, pero no quería apresurarme. La verdad era delicada, y cualquier movimiento en falso podría arruinarlo todo.
Decidí ser valiente, o al menos más atrevida que cuando era Valerio. Me senté a su lado y, suavemente, tomé su mano. Ella no se apartó, pero tampoco me devolvió el gesto, solo me miró en silencio, como si estuviera esperando que dijera algo más.
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Cambio de Suerte -COMPLETADA- GL
HumorUna diseñadora gráfica de 22 años, vive con sus padres en un departamento en la ciudad. Su hermano mayor, Carlos, de 25 años, parece tenerlo todo: buenos trabajos, libertad para salir a cualquier hora, y la posibilidad de traer a sus novias a casa...