Capitulo 11.

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Narra Roxana:

La mujer parada frente a nosotros con canas desperdigadas sobre su cabello negro, se queda boquiabierta al escuchar lo que Yakod acaba de decir.

—¿Estas jugando?,—pregunta la mujer y enarco una ceja—,que felicidad, pensé que te hibas a quedar solo el resto de tu vida.
—Por poco y si,—digo extendiendo mi mano—,un gusto conocerla señora.

—Debes cambiarte, esa ropa la llevas puesta desde anoche,—dice Yakod tomándome de la cintura y pegandome a el—,Con tu permiso.
—Los vemos más tarde,—digo mientras Yakod me jala por todo el lugar.

—Ven,—me indica que entre a una habitación—,entra.
—¿Ahora que vas a hacer?,—pregunto en medio de la oscuridad.

—Tengo un obsequio para ti,—las luces se prenden de un momento a otro dejándome con la boca abierta.

—¿¡Una biblioteca entera!?,—la hermosa sala pintada de blanco con una gigantesca biblioteca con todo tipo de libros, es aún más grande que la que ví en Francia—,¿¡Con un piano!?.
—Dejame decirte algo Roxana, tú amas estos libro y tocar el piano,—toma uno de los libros en sus manos—,Yo amare el resto de mi vida verte feliz, seré afortunado al verte sonreír cada que tomes un libro en tu mano. Leí completo este libro hace unas semanas, se que es tu favorito hace mucho, seré yo el que te trate como el protagonista en el trata a la mujer que tanto ama.

—¿Sigues siendo Yakod Novikov?,—pregunto—,¿O te cambiaron?.

—Sigo siendo Yakod Novikov, solo hay un pequeño cambio. Tu serás mi esposa y no soy hombre de tratar mal a una mujer.
—Hay si como no,—ironizo.

—Soy de los salvajes en la cama, y románticos cuando quiere,—su mano en mi cintura me da vuelta—,Pero no tanto.
—¿Donde está Kyran?, es el único que me distrae de la orrible realidad,—digo tratando de soltarme—,Yakod.

—El niño lo traerán mañana o hoy en la noche,—me besa—,por ahora te tengo totalmente solo para mí.
—No, hoy quiero el día libre para entrenar,—digo soltandome—,me prometistes buscar ropa cómoda para eso.

—Vamos entonces,—me indica que salgamos y lo sigo asta llegar a una habitación.
—¿Esta es mi habitación?,—pregunto.

—No, está es la mía, Pero pronto también será tuya tengo algo de ropa que mandé a comprar para ti antes de llegar aquí,—dice buscando algo en su armario.

—Es un bonito lugar,—expreso cuando me da algo de topa—,¿Y si me quedo con esta habitación?.
—No, Pero si tanto la quieres puedes dormir aquí, conmigo.

—Que más da, de todas maneras ya me acostumbré,-me quitó los tacones y entro al baño.

No lo escucho hablar ni nada asta que terminó de vestirme y salgo.

—Pensandolo bien, yo la podría entrenar señorita,—dice al verme salir.
—No gracias, se cómo hacerlo sola.

—Los vamos,—salimos de la habitación asta llegar a un campo de entrenamiento, los hombres curpulentos entrenan.

—Estos hombres solo tienen el cuerpo Pero no sirven para la batalla,—digo sin un poco de simpatía.
—Yo mismo me encargado de su entrenamiento, estás bien entrenados,—agrega Bladimir acercandoce.

—Al parecer no has hecho bien tu trabajo, no sirven,—sonrio—,asta yo les podría ganar.
—Ya basta, no tengo porque darte explicaciones a ti,—dice subiendo el tono.

—No le hables así,—dice Yakod y sonrió.
—Bueno ya, vine aquí a entrenar no ha discutir con un peón,—camino—,no es por ofenderte, así trato a las personas.

Amor entre rejas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora