El duelo a medianoche

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Los de primer año de Slytherin sólo compartían con los de Gryffindor la clase de Pociones, o al menos así era, hasta que apareció una noticia en la sala común de Slytherin; que los hizo protestar a casi todos, menos a Harry, a él en realidad no le molestaba. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

La verdad es que lo que Harry deseaba más que ninguna otra cosa era aprender a volar, pero Malfoy hablaba mucho sobre volar. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch y contaba largas y jactanciosas historias, que siempre acababan con él escapando de helicópteros pilotados por muggles. Pero no era el único: por la forma de hablar de Seamus Finnigan, parecía que había pasado toda la infancia volando por el campo con su escoba. Hasta Ron podía contar, a quien quisiera oírlo, que una vez casi había chocado contra un planeador con la vieja escoba de Charles.

Todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente de quidditch. Excepto Neville, quien no había tenido una escoba en toda su vida, porque su abuela no se lo permitía. Harry pensó que ella había actuado correctamente, dado que Neville se las ingeniaba para tener un número extraordinario de accidentes, incluso con los dos pies en tierra.

Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado.

El desayuno del jueves se vio interrumpido, como todos los días, por las lechuzas que llevaban el correo. Harry no había recibido una sola carta desde la nota de Hagrid, algo que Malfoy ya había notado, por supuesto. La lechuza de Malfoy siempre le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho abría con perversa satisfacción para molestarlos a todos.

Un lechuzón entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les estaba enseñando a los Gryffindor una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.

Malfoy, que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor; le quitó a Neville dicho objeto de las manos, cuyo humo se había vuelto carmesí. Ron saltó de su asiento, pero la profesora McGonagall, que detectaba problemas más rápido que ningún otro profesor del colegio, ya estaba allí.

—¿Qué sucede?

—Malfoy me ha quitado mi Recordadora, profesora.

Con aire ceñudo, Malfoy dejó rápidamente la Recordadora sobre la mesa.

—Sólo la miraba. —dijo, y se alejó, seguido por Harry, Crabbe y Goyle.

Aquella tarde, a las tres y media, Harry y los otros Slytherin bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia.

 La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia

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Harry Potter: La Sombra de VoldemortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora