Verdades

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En un oscuro y lluvioso día en Yokohama, Chuuya había perdido todo lo que valoraba. Despojado de su pasado, se vio obligado a unirse a la siniestra organización en busca de un nuevo propósito y dirección.

Dazai, que había observado el potencial oculto en Chuuya, lo había empujado a unirse a la Port Mafia. Aunque al principio Chuuya lo despreciaba por su actitud despreocupada y sus constantes apodos, como "perro", "enano" o "pequeño", pronto se dio cuenta de que Dazai lo estaba desafiando a convertirse en una versión más fuerte de sí mismo. Pero eso no significaba que Chuuya fuera a soportar las burlas del contrario

A medida que Chuuya se adaptaba a su nuevo entorno, se convirtió en un activo invaluable para la Port Mafia. Su habilidad para manipular la gravedad lo hacía un arma mortal en las misiones. En su interior, sin embargo, había un fuego ardiente, alimentado por el resentimiento hacia Dazai y la sensación de haber perdido el control de su vida.
Un día, durante una misión crítica para recuperar un artefacto valioso robado por un grupo rival, Chuuya fue emparejado con Dazai. Aunque Chuuya se sentía reticente, sabía que necesitaba demostrar su valía. Mientras se adentraban en el territorio enemigo, la tensión entre ellos era palpable. Chuuya, con su carácter explosivo, no pudo evitar lanzar miradas de desdén hacia Dazai cada vez que este lo llamaba con un nuevo apodo.
Durante el enfrentamiento, la combinación de sus poderes resultó devastadora. Chuuya utilizó su habilidad para manipular la gravedad, mientras que Dazai usó su ingenio para anticipar los movimientos enemigos. Sin embargo, Chuuya se encontraba frustrado por la ligereza de Dazai, quien parecía disfrutar del caos a su alrededor. Fue entonces cuando Dazai, con una sonrisa burlona, le gritó:

-¡Vamos, pequeño perro! ¡Demuestra lo que puedes hacer!

El apodo fue como una chispa en un barril de pólvora. Chuuya, lleno de furia, desató todo su poder. La gravedad en su alrededor comenzó a fluctuar, enviando a los enemigos volando por los aires. En ese momento de furia, Chuuya se dio cuenta de que no solo estaba luchando contra sus enemigos, sino también contra sus propios demonios internos.
Finalmente, tras una intensa batalla, lograron recuperar el artefacto. Mientras regresaban a la base de la Port Mafia, Chuuya se sintió abrumado por una mezcla de emoción y frustración. En ese instante, Dazai lo miró con seriedad, dejando a un lado sus constantes bromas.

-No te preocupes, Chuuya. Eres más fuerte de lo que crees. El verdadero desafío es controlar esa fuerza -dijo Dazai

Chuuya, aunque seguía resentido con Dazai por sus constantes burlas, comenzó a comprender la complejidad de su relación. Dazai no solo lo había empujado a unirse a la Port Mafia, sino que también lo había impulsado a enfrentarse a sí mismo y a descubrir su verdadero potencial.
A partir de ese día, aunque las bromas de Dazai no desaparecieron, Chuuya comenzó a aceptar su papel en la Port Mafia y su complicada relación con Dazai

Con el paso del tiempo, Chuuya notó algo que no podía ignorar, una sensación extraña que se manifestaba cada vez que estaba cerca de Dazai. Al principio, lo atribuyó al cansancio o a alguna enfermedad. ¿Cómo podría ser de otra forma? Sentía su corazón acelerarse de manera incontrolable cuando Dazai lo miraba, y sus manos se tensaban con nerviosismo al escuchar sus comentarios sarcásticos. Creyó que, tal vez, los constantes enfrentamientos y las misiones habían comenzado a afectarlo mentalmente, pero pronto, con una mezcla de horror y confusión, Chuuya se dio cuenta de lo que realmente estaba pasando: estaba enamorado. La sola idea lo invadió con una ola de repulsión y asco. ¿Cómo podía sentir algo así por Dazai, el hombre que lo había manipulado, insultado y, en su opinión, jugaba con él como un gato con un ratón? Cada vez que la palabra "amor" cruzaba por su mente, Chuuya sentía el impulso de golpearse a sí mismo para sacarla.

-¡Esto es ridículo!", murmuraba para sí mismo

Era imposible que él, Chuuya Nakahara, el temido ejecutor de la Port Mafia, estuviera enamorado de alguien tan irritante y despreciable como Dazai. Además, Dazai era un mujeriego notorio, coqueteando con cualquier mujer que se cruzaba en su camino. Siempre se le veía sonriendo despreocupadamente, lanzando piropos con su típica actitud encantadora. Eso solo hacía que el corazón de Chuuya se retorciera de una manera incómoda, sintiendo una extraña mezcla de celos y frustración.
¿Cómo podía tener esos sentimientos hacia alguien así? Dazai era todo lo que Chuuya despreciaba: arrogante, insensible, y siempre tenía esa sonrisa burlona que parecía esconder algo más oscuro. Pero cada vez que Chuuya intentaba ignorar esos sentimientos, volvían con más fuerza, como si su propio cuerpo se rebelara contra su mente, incapaz de entender lo que le estaba sucediendo, Chuuya decidió que lo mejor sería enterrar esos sentimientos en lo más profundo de su ser. No podía permitirse debilitarse con algo tan absurdo como el amor, y mucho menos por alguien como Dazai. Si la Port Mafia se enteraba, perdería todo el respeto que había ganado a través de la fuerza y el miedo. Además, no tenía ningún sentido confesarle sus sentimientos a Dazai. El solo pensarlo le producía una mezcla de vergüenza y rabia.
Así, Chuuya se prometió a sí mismo que guardaría ese secreto para siempre. Fingiría que esos sentimientos no existían, y seguiría enfocándose en su trabajo, en ser la poderosa arma que la Port Mafia necesitaba. Trató de convencerse de que con el tiempo, esos sentimientos desaparecerían, que solo eran una ilusión pasajera provocada por el constante roce con Dazai. Pero, en el fondo, sabía que no era tan fácil, cada vez que veía a Dazai, su corazón traicionaba su decisión, latiendo con fuerza en su pecho. Y cada vez que Dazai lo llamaba "pequeño" o "perro", aunque le irritaba, había una parte de él que, secretamente, disfrutaba de esa atención.

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