Revelaciones

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La semana siguiente a la carrera en Aragón transcurrió en una mezcla de emoción y ansiedad. Ambos pilotos habían decidido que era hora de ser transparentes con sus equipos y hablar sobre su relación, pero la realidad de compartir esa información con Cliff, Alex y sus jefes de equipo los mantenía en un estado de nerviosismo.

Checo se encontraba en el garaje revisando los detalles de estrategia antes de salir a la pista al primer día de entrenamiento. La luz del sol filtrándose brillaba sobre la superficie pulida de la moto, pero su mente estaba lejos de los detalles técnicos. En su lugar, pensaba en la conversación que tendría más tarde con Cliff. Había algo poderoso en la decisión de abrirse, pero también un miedo palpable a las repercusiones.

Mientras tanto, Max se preparaba en su propio garaje, revisando los datos de telemetría. La rivalidad y la presión de la competencia estaban presentes, pero sus pensamientos siempre regresaban a Checo. Se había acostumbrado a la idea de que había algo más entre ellos, pero la incertidumbre de cómo sus equipos lo recibirían lo mantenía inquieto.

Justo en ese momento, Sandra entró en el garaje. Tenía un aire de determinación y algo de preocupación en su rostro.

—Max, necesitamos hablar —dijo, cruzando los brazos y mirándolo con seriedad.

Max la miró, sintiendo un ligero escalofrío. —¿Sobre qué?

—Los rumores sobre tu relación con Checo han ido creciendo, sobre todo en redes sociales. La prensa ya está al tanto de que ustedes tienen una conexión "especial" más allá de la competencia, y necesitamos preparar un cortafuegos antes de que esto se convierta en un problema —explicó Sandra, en tono firme pero comprensivo.

Max se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. No era sorprendente que los rumores estuvieran circulando, pero la idea de que la prensa pudiera interferir en su relación con Checo le molestaba.

—Estamos hablando de nuestra vida personal, Sandra. No debería importar lo que piensen los medios —respondió Max, sintiéndose frustrado.

—Lo entiendo, Max, pero en este deporte, la imagen lo es todo y lo sabes. Lo que hagas ahora puede tener un impacto significativo en tu carrera, los patrocinios y el equipo —dijo con seriedad—. Si decides llevar esto a la prensa, asegúrate de estar preparado para las preguntas.

Max asintió, sabiendo que Sandra tenía razón. La presión mediática era parte del juego, pero eso no cambiaba sus sentimientos por Checo. Tenía que encontrar la manera de manejar ambos mundos.

—Voy a hablar con Checo. Necesitamos encontrar una forma de manejarlo de una vez por todas —dijo finalmente, decidido.

Mientras tanto, Checo se encontró con Cliff en su oficina, un espacio lleno de trofeos y fotos de carreras pasadas. La atmósfera era más pesada de lo habitual, y Checo sintió un nudo en el estómago.

—¿Por qué me has pedido que venga? —preguntó Checo, tratando de mantener la calma.

—Porque necesitamos hablar de la carrera de Aragón y de lo que ocurrió entre tú y Max —respondió Cliff, mirándolo fijamente—. Hay rumores en el paddock, y es mejor que lo sepa ahora para poder aclararlo antes de que la prensa se haga cargo.

Checo respiró hondo. Este era el momento que había estado anticipando y temiendo a la vez. —Cliff, hay algo entre Max y yo que no podemos ignorar. Es complicado porque somos rivales en la pista, pero también hay una relación muy personal —dijo, sintiéndose más seguro con cada palabra.

Cliff frunció el ceño. —Entiendo que tengas sentimientos por Max, pero este es un deporte profesional. Necesitamos asegurarnos de que esto no afecte tu desempeño ni la imagen del equipo.

          

—Lo sé, pero no puedo cambiar lo que siento. Max y yo hablamos sobre esto. Creemos que deberíamos ser transparentes con nuestros equipos y con la prensa —respondió sintiendo la necesidad de defender su posición.

Cliff se cruzó de brazos y suspiró. —Siempre metiéndome en aprietos, Checo... Está bien, pero necesito que estés preparado. No solo se trata de ustedes dos; también afecta a sus carreras y a los patrocinadores. Vamos a necesitar una estrategia clara para manejarlo.

Sergio asintió, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. Era un paso adelante, pero sabía que las cosas no serían fáciles.

Esa noche, Max y Checo se encontraron en un café local, un lugar tranquilo donde podrían hablar sin interrupciones. La atmósfera era relajada, pero ambos sabían que lo que estaban a punto de discutir podría cambiar sus vidas.

—¿Cómo te fue con Sandra? —preguntó Checo, buscando la mirada de Max mientras se sentaban en una mesa apartada.

—Ella está preocupada por la imagen. Habló sobre los rumores y la necesidad de preparar "un enfoque" antes de que la prensa nos ataque —dijo Max, frunciendo el ceño.

—Lo mismo me dijo Cliff, quiere que hagamos una declaración conjunta. Le dije que hagamos lo que sea necesario, pero ya no quiero vivir escondiéndome. Esto es real para mí, Max —respondió Checo, sintiendo la presión en su pecho.

Max frunció el ceño. —No quiero que esto se convierta en un circo, Checo. Pero también creo que es importante ser honestos. La gente tiene derecho a saber quiénes somos.

—Lo sé —respondió Checo—. Solo espero que podamos hacerlo de la manera correcta, sin que se convierta en un escándalo.

Max tomó un sorbo de su café, sintiendo que la situación se complicaba. —Entonces, ¿qué hacemos? Necesitamos estar en la misma página.

Checo lo miró fijamente, sus ojos reflejaban la intensidad de sus sentimientos. —Hagámoslo, hablemos con nuestros jefes y seamos claros. Quiero ser honesto sobre lo que sentimos, sin importar las repercusiones. No quiero que esto se convierta en un secreto que nos persiga.

Max sonrió levemente, sintiéndose aliviado por la decisión de Checo. —Yo también quiero ser honesto. Tal vez, al ser transparentes, podamos encontrar una forma de equilibrar todo esto.

Los dos compartieron un momento de complicidad, un entendimiento mutuo que solo crecía con el tiempo. Sabían que lo que estaban a punto de hacer no solo era valiente, sino necesario para ambos. La competencia podría ser intensa, pero su relación también merecía un lugar en el mundo del Moto GP.

La semana pasó rápidamente, llena de preparativos y tensiones. Ambos pilotos hablaron con sus equipos, y aunque las reacciones fueron mixtas, había un aire de respeto por su sinceridad. Cliff y Sandra estaban dispuestos a manejar la situación con cautela, y aunque la prensa no tardó en hacer preguntas, Checo y Max se sintieron más fuertes al enfrentar juntos el desafío.

Finalmente, el día de la conferencia de prensa llegó. La sala estaba llena de periodistas, sus cámaras listas y sus micrófonos abiertos. Checo y Max se sentaron juntos, la tensión en el aire era casi palpable. Ambos sabían que este era el momento decisivo.

El moderador comenzó a hablar, y las preguntas comenzaron a fluir. Tras algunas consultas sobre sus carreras, la conversación rápidamente se desvió hacia el tema que todos esperaban.

—Se ha hablado de una relación más allá de la competencia entre ustedes. ¿Qué pueden decir al respecto? —preguntó un periodista, mientras todos guardaron silencio.

Checo intercambió una mirada con Max, ambos sintiendo la energía entre ellos. Checo tomó una respiración profunda antes de responder.

—Sí, es cierto. Max y yo hemos desarrollado una conexión más allá de ser compañeros de equipo y rivales en la pista. Queremos ser honestos con todos ustedes, con nuestros equipos y con cada uno de nuestros seguidores sobre lo que estamos sintiendo —dijo Checo, sintiendo el peso de las palabras.

La sala estalló en murmullos. Los flashes de las cámaras no paraban de alumbrar.

Max se unió a la conversación, agregando: —Esto no afectará nuestra competencia en la pista. Seguiremos luchando por nuestras carreras, pero no queremos ocultar lo que somos.

La sala se llenó de preguntas rápidas, pero Checo y Max se mantuvieron firmes, respondiendo con sinceridad y determinación. Sabían que lo que estaban haciendo era arriesgado, pero la sensación de liberación que sentían al ser honestos entre sí era inigualable.

Al finalizar la conferencia, Max y Checo se retiraron, sintiéndose más cerca que nunca. La decisión de abrirse había sido valiente, pero era solo el primer paso en un viaje mucho más complejo.

Mientras caminaban fuera de la sala de prensa, Max miró a Checo y sonrió, una mezcla de alivio y emoción iluminó su rostro. —Lo hicimos.

—Sí, lo hicimos. Y ahora, solo tenemos que enfrentar lo que venga —respondió Checo, sintiendo una oleada de confianza que lo empujó a tomar la mano de su ahora pareja.

—¡Chicos, chicos! — una voz conocida los alcanzó. Era Kattya, que tras correr detrás de ellos, respiró con dificultad. —Yo sé que con esta pequeña conferencia han hecho un gran anuncio, pero me encantaría poder tener una entrevista exclusiva con ustedes, algo que los acerque al público y cree una atmósfera más empática, ¿qué les parece? — mencionó dibujando una sonrisa.

Ambos sabían que su relación se enfrentaría a desafíos, pero también estaban preparados para afrontar cualquier obstáculo juntos. La competencia seguiría, pero había algo más que los unía. Con cada carrera, estaban construyendo algo que iba más allá de la velocidad: un amor que prometía ser tan poderoso como cualquier victoria en la pista.

One lap, Two wheelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora