♡ Capitulo 3 ♡

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Había pasado casi un mes desde que empezamos a planear nuestra huida, y hoy se celebraba un baile en el palacio. No sabíamos exactamente para qué, pero la pomposidad del evento solo acentuaba nuestro deseo de escapar. Mientras la música sonaba y las risas resonaban en el gran salón, nos mantuvimos unidas, pero sentíamos que cada nota era un recordatorio de lo que dejábamos atrás.

Una por una, comenzamos a escabullirnos, buscando la salida sin que nadie lo notara. La mayor era la primera en irse, seguida de la pequeña. Yo esperé un poco más, queriendo aprovechar los últimos momentos en el palacio, antes de perderlo para siempre. En el camino hacia nuestra habitación, una sensación de nerviosismo se apoderó de mí, pero también de libertad.

Una vez en la habitación, Alma ya nos estaba esperando con algunas provisiones que había preparado para el camino. Su rostro, marcado por la preocupación y el amor, nos ofrecía la calidez que tanto necesitábamos. Nos abrazó con fuerza antes de entregarnos un pequeño bolso cada una, lleno de comida y otros artículos esenciales para el viaje.

—Recuerden, mis queridas, que siempre estarán en mi corazón —dijo Alma, su voz llena de ternura—. Dios las bendiga y las proteja.

Tomé un profundo respiro, sintiendo el peso de la decisión que estábamos a punto de tomar. Mientras mis hermanas organizaban sus cosas, saqué la carta que había preparado para mi padre. Sentía que cada palabra que iba a escribir representaba a las tres. Me senté en la cama, la pluma temblando entre mis dedos.

Querido padre:

No podemos seguir siendo la sombra de la familia. Nuestros padres no nos aprecian, y es hora de que busquemos nuestra propia vida. Agradecemos el esfuerzo que hiciste al intentar ser un buen padre, pero hemos decidido que no podemos continuar así. No te diremos dónde estamos, ya que buscamos nuestra libertad. Te pedimos que no nos busques.

Al terminar la carta, una lágrima resbaló por mi mejilla y cayó sobre el papel, como un símbolo de todo lo que habíamos soportado. Doblé la carta cuidadosamente y decidí dejarla en el despacho de mi padre, como un eco de nuestra partida.

Una vez listas, nos reunimos una vez más con Alma, que nos dio su bendición, haciendo la señal de la cruz sobre nosotras.

—Que el padre, el hijo y el espíritu santo las protejan en su camino —dijo, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Tomamos nuestras capas con capuchas, abrigándonos contra el frío de la noche. Con el corazón latiendo con fuerza, salí de la habitación y me dirigí al establo, donde mis hermanas me esperaban.

Me subí a mi caballo blanco, un regalo de mi padre que ahora simbolizaba nuestra nueva vida. Miré a mis hermanas, que también se habían montado, y asintieron con determinación. Sabíamos que el camino sería difícil, pero estábamos unidas en esta decisión.

Sigilosamente, nos dirigimos hacia la salida del palacio, tomando un camino menos transitado para evitar ser vistas. La adrenalina corría por nuestras venas, y aunque los nervios estaban presentes, la emoción de la libertad nos empujaba hacia adelante. Finalmente, al cruzar los límites de las tierras del palacio, aceleramos el paso, dirigiéndonos hacia la ciudad donde vivía nuestra abuela.

La noche era oscura, pero las estrellas nos guiaban. Sin mirar atrás, nos lanzamos a la aventura que habíamos anhelado por tanto tiempo.

Mientras avanzábamos a través del bosque, el día no parecía ser el más adecuado para una escapada; nubes oscuras cubrían el cielo y amenazaban con desatar la lluvia en cualquier momento. Sin embargo, eso no nos detendría. La libertad que nos esperaba era más grande que cualquier tormenta.

El corazón de una Princesa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora