14. Spencer.

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Junio de 2016

La adrenalina corría por mis venas mientras andaba junto a la mala hostia de mi mejor amiga. Nos dirigíamos hacia el Top Shame, el nuevo pub de Londres que estaba pitado de gente todos los findes de semana. Acabábamos de acabar con los exámenes finales del cuarto año, básicamente habíamos terminado el curso.

Katherine iba con paso rápido, provocando que sus plataformas resonaran con fuerza contra el suelo de Londres. Las personas que se encontraban en la fila estaban flipando, porque realmente nos estábamos saltando la cola.

Pero así éramos y mi amiga iba a encarar a su ex que estaba trabajando, por aquel entonces, como guardia de seguridad para el pub. El chico era alto, con cara de fastidio y parecía que a todas horas quería estampar a alguien contra una pared.

Nunca me gustó, me pareció que era un pasota y los pasotas nunca son buenos.

- ¡Williams! – Mi amiga gritó con todas sus fuerzas, asustando a algunas personas incluyéndome a mí. Joder, si no paraba esta locura, se iba a descontrolar. Mi amiga iba más delante que yo y me costaba correr como era debido. - ¡Te voy a matar!

No sé con detalles el motivo de su enfado pero debía ser muy fuerte y me estaba muriendo de la vergüenza mientras las personas que esperaban su turno nos miraban pensando que estábamos locas. La verdad que no se equivocaban.

Williams se giró, sin entender nada de la situación y seguro que desconcertado por la forma en la que mi amiga (su ex) se presentó en su trabajo.

-Katherine, no la líes ahora. – Su voz fuerte y rígida me provocó escalofríos. La valentía de mi amiga iba más allá que un tío potente y fuerte, porque sus músculos intimidaban a cualquiera. – Estoy en mi trabajo y con esas formas no te voy a responder a ninguna de tus preguntas.

- ¿A quién más le has enseñado los videos, Williams? – Preguntó con voz intencional, mi amiga parecía desquiciada y yo no sabía como controlar esto. Miraba por todos los lados, esperando a que esto se relajase mientras las personas pasaban a la discoteca sin ningún problema.

Williams tomó a mi amiga por el brazo y la alejó de la cola. Yo me acoplé e intenté seguirles, pero Williams me miró con advertencia de que no me acercara y entrase para el puto pub de una vez. Katherine estaba hiperventilando.

¿Pero qué coño estaba pasando? ¿Qué había pasado con la vibra positiva de mi mejor amiga hoy?

- ¿Carnet? – Una voz aún más profunda me sacó de mi confusión. Era un hombre alto, seguramente el compañero de Williams. Saqué mi carnet con un poco de torpeza y sin saber qué hacer, porque literalmente...- Puedes entrar. – Me metieron a la fuerza dentro de la discoteca/pub. Incluso, el segurata me empujó un poco para que entrase.

Eché un último vistazo a la discusión entre mi amiga y su ex. No pude seguir mirando más tiempo porque las puertas se cerraron de golpe, sometiendo a mi diminuto cuerpo en una oscuridad siniestra.

Lo máximo que alcancé a ver fueron sombras de personas dirigiéndose a algún sitio. Tenía dos posibilidades, ir hacia el pasillo de mi derecha o al de la izquierda. Pues los diestros ganan, así que empecé a andar intentando observar algo. Mientras andaba no había ni rastro de puertas. Nada.

Conseguí ver la silueta de un hombre, saliendo de algún sitio hasta llegar al pasillo para encender un cigarrillo con la mayor tranquilidad del mundo, pero yo estaba sudando de los nervios. No conocía este sitio y no sabía qué hacer.

Aquel hombre llevaba traje, planchado al punto y le quedaba apretado. Parecía que lo hacía aposta pero daba una mejor vista de su increíble cuerpo.

No pude verle la cara porque estaba de espaldas, pero su grande espalda intimidaba con tan solo echarle un vistazo. No se percató de mi presencia, al menos no lo esperaba. En verdad, no quería porque su aura que emanaba poder era algo que podría delatarme con tan solo verme. No quería que me viera como la nueva que no sabe dónde está porque no me hacía gracia ser tan fácil de manipular.

Se apoyó en la pared, con su cigarrillo en los labios y encendiéndolo. Nunca antes me había parecido un gesto tan atractivo.

Exhaló el humo del cigarrillo y ni siquiera me miró. Yo estaba tan absorta en todo lo que él hacía, que no podía dejarle de mirar.

- ¿Te has perdido? – Preguntó con una voz seductora, parecía incluso intencional. Mis latidos iban muy rápidos, casi se me sale el corazón por la boca al ver que sonría ladinamente. – ¿Te ha comido la lengua el gato?

Sus ojos claros eran increíbles y, cuando se posaron en mí, mis piernas comenzaron a temblar. Su cabello negro despeinado le daba un toque sexy que a toda mujer nos deleitaba.

-No, simplemente mi amiga se ha quedado a fuera y...- Él pasaba su mirada de mis ojos a mis labios, su altura era impresionante, ni Williams la tenía. Él no dejaba de sonreír. Me estaba poniendo muy nerviosa. – Aquí estoy.

Se río, burlándose abiertamente de mí. Será capullo.

- ¿De qué te ríes? – Pregunté, con fastidio. Frunciendo mi ceño ante su peculiar actitud.

- ¿De qué no me puedo reír? – Contratacó con voz ronca, volviendo a exhalar humo del cigarrillo. No sabía que responder ante eso, así que eché a andar. Sus ojos se plantaron en mi espalda, quemándome la piel con demasiada intensidad que no lo podía soportar.

¿Pero y este tío de dónde había salido?

Había un espejo al final del pasillo, el cual no había percatado. Le miré a través del reflejo donde nuestros ojos se encontraron. Entonces, mientras bajaba mi mirada hasta su cuello, tenía una cicatriz que sobresalía del cuello y llegaba hasta la mandíbula.

Abrí mi boca con asombro y, a la vez, con mucho miedo. ¿Este tío quién era?

Anduvo hacia mí con lentitud, haciendo que sus pasos resonaran con la música electrónica de fondo. ¿Qué debía hacer? No sabía si correr hasta el final del pasillo o quedarme quieta.

Di un paso hacia delante. Yo estaba de espaldas a él, no sabía con quietud la distancia que había entre ambos. Él negó con la cabeza, advirtiéndome de que no avanzara.

Mis huesos se congelaron ante su forma de mirarme, estaba cargada de oscuridad y misterio. Sentía que él era capaz de hacer cualquier cosa.

Y no me equivocaba. 

Spencer Cox.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora