Capítulo 3.

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"Cavaste tú propia tumba."

No es una frase muy cojonuda, pero da a conocer su significado. La frase no me daba miedo, y él no tenía mucha pinta de ser un chico malo... Bueno, quizás un poco, pero él se ve normal, cómo cualquier otro idiota que quiere dárselas de macho y que nadie puede pasar por encima de él. Pero además, después de lo que me paso, creo que ya ni el diablo me asusta.

-Es un tigre. -susurró Azul.

Rodee los ojos mientras ignoraba el pequeño y extenso discurso de la directora.

-Tal vez sea otro dulce, tierno y lindo gatito. -susurré y reí.

La directora detuvo su discurso y su mirada se posó en nosotras.

Maldita sea... Otra de las cosas que no aguanto es que me miren a los ojos.

-Veo a muchos alumnos nuevos por aquí... -mojó sus labios y negó con su cabeza- ¿Las normas ya las conocen? -dio una pausa levantando sus cejas- ¡Nada de salir después de las diez! ¿Correcto? ¡Nada de peleas! ¡No chicos ni chicas en la misma habitación! Y si pillo a una chica o a un chico en la sección de su sexo contrario, tendrán problemas ¿Quedó claro?

-Sí, señorita. -dijeron todos al unísono.

-Bien... Ahora los nuevos a secretaria por sus horarios y los antiguos ya se los renovamos por internet -sonrió-. Por hoy no tendrán clases, sólo habrá una pequeña convivencia para que se conozcan más -dio una palmada con emoción-. Espero que este año sea grato y sin retrasos -marcó la palabra retrasos-. Nos vemos luego, alumnos.

Me levanté de la mesa junto a Azul y Peter, y nos dirigimos hacia el pasillo.

-¿Y que harán ahora? -preguntó Peter.

Miré a Azul y negué con la cabeza encogiéndome de hombros.

-Tengo que ir a buscar mi horario. -le contesté a Peter.

-Yo igual, la directora se suponía que me lo entregaría en la mañana, pero no estaba. -enarcó una ceja y bufó.

Peter asintió con su cabeza y sonrió.

-Bueno, hablamos más rato ¿vale? -levantó sus cejas y guiñó su ojo.

-Vale. -dijimos en tiempo moderado junto a Azul.

Y Peter cada vez se alejaba más de nosotras.

Le sonreí a Azul y la pesqué del gancho para ir a secretaria y retirar nuestros horarios.

-¿Y como has llegado aquí? -preguntó Azul mientras caminábamos por el largo pasillo.

-Problemas familiares -le sonreí-. ¿Tú?

-Mis padres fallecieron. -bufó y frunció sus labios.

-Lo siento. -susurré.

-Descuida -me sonrió-. Así lo preferimos todos, ya que ellos sufrían mucho por el cáncer.

Nos quedamos en silencio ambas.

Ella se veía confiable, pero no lo suficiente como para decirle que mi padre falleció, mi madre se mudó a Portugal y que tengo una vida en Oakland que sustituí por esta.

Entramos a una sala que estaba antes que la dirección y allí estaba Alessandra, la secretaria y estaba atendiendo a un chico de mi porte, cabello castaño claro y unos lentes que usaba de seguro por su dificultad al ver.

Él se giró y mantuvo contacto con Azul mientras sonreía, se giró hacia Alessandra, esta le entregó el horario, su uniforme y la habitación que le correspondía. Él a pasos torpes giró y salió por la puerta.

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