1. Destino

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Agustín intenta no creer en el destino, porque el destino nunca ha sido amable con él.

Tiene la desgracia de nacer como único heredero de un reino en crisis, así que desde que nace como heredero único todas las esperanzas están puestas en él, pero eso no es lo peor. Lo peor sucede cuando tiene trece años y se presenta como omega en vez de como alfa, aquello para lo que lo habían preparado durante toda su vida.

—Te casarás con un omega heredero y rico que salvará nuestro reino. —es lo que repite su padre alfa de sde que tiene capacidad de pensar— Serás un gran rey alfa algún día, cachorrito mío, y nos darás muchos nietos. Vos vas a salvarnos a todos.

Excepto que no va a ser así.

Ve el horror en la cara de su padre cuando lo busca ese día fatídico, el día que empieza a sentirse extraño y su bajo vientre le arde y le duele. Se siente febril y sofocado, confuso y mareado, así que busca a su alfa de referencia, la persona que debería acogerlo en sus brazos protectores, cubrirlo con su aroma y decirle que todo estará bien, pero eso no sucede.

Su padre lo mira como si todos sus sueños se acabasen de esfumar, y él no lo sabe en ese momento, perdido en el calor de su primer celo y sin saber que le pasa, pero es exactamente así. Llora y gime pidiéndole ayuda, pero la mirada de decepción que le dirige la siente incluso en su estado.

—Llévenselo de acá.

Su omega interno llora y sufre por el rechazo, y no comprende porqué el cuerpo le duele y sus consejeros arrugan la nariz ante su aroma. Ve como su padre les ordena algo de nuevo y antes de que se de cuenta está solo en su cuarto, el calor lo abruma y siente una humedad entre sus piernas que lo hacen sentirse avergonzado aunque no sabe porqué.

En la bruma de su primer celo lo comprende entonces, entiende que se acaba de convertir en la mayor decepción de su reino, porqué no podrá salvarlo, al menos no como su padre desea que lo haga.

Él, Agustín Pardella, príncipe heredero de su reino y su futuro gobernante, es un omega.

***

Los días pasan uno detrás de otro después de ese nefasto primer celo, y sus padres no permiten que vuelva a tener uno otra vez. No le hablan, ni siquiera lo miran después de eso, pero la primera noche tras acabar su celo hay una caja de supresores en su mesilla y él empieza a tomarlos sin preguntar ni discutir.

Todos esperaban que fuese un alfa, se ve como uno y lo instruyeron desde pequeño como si lo fuese, pero todo es diferente ahora. Los mismos consejeros que lo trataban con respeto y admiración ahora lo ningunean como si no fuese nada, apenas un par de sirvientes le dirigen la palabra en palacio y hacen que se avergüence de su aroma a vainilla cuando oye como se ríen de él a sus espaldas, diciendo que es demasiado dulce y molesto.

—No te culpes. —le dice un día Pipe, cuando tiene quince años. Es uno de los omegas que trabaja al servicio de la corte y uno de los que más conoce. Le gustaría decir que son amigos— Mis padres me echaron de casa cuando me presenté y durante muchos años sentí que les fallé, pero después me di cuenta de que siempre fueron unos forros. La biología no se elige, Agus, vos no elegiste ser un omega. Sos perfecto tal y como sos.

Asiente lentamente, comprendiendo sus palabras, pero todavía no puede evitar sentirse como una decepción. El futuro de su reino ya pendía de un hilo antes, y lo hace muchísimo más ahora que su nación tiene bien poco que ofrecer.

Un omega de segunda, así lo llama su padre, aunque él es virgen y aparentemente eso es lo único que le podrá ofrecer a su futuro esposo alfa, el que ya le están buscando a pesar de que aún faltan tres años para que cumpla la mayoría de edad.

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