𝑱𝒖𝒆𝒈𝒐 𝑷𝒆𝒍𝒊𝒈𝒓𝒐𝒔𝒐

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La noche se sentía interminable en el Chateau, y aunque el silencio reinaba en la casa, dentro mío había un caos que no podía controlar. Amadeo ya estaba arriba, descansando —o al menos, eso creía—, pero yo no podía quedarme quieta. JJ seguía dando vueltas en mi cabeza, el calor de su cuerpo aún presente en mi piel.

Me levanté del sillón, tratando de sacudirme las sensaciones que me habían dejado sus últimas palabras. “Esto recién empieza”, me había dicho. Y aunque sabía que estaba mal, que jugar con fuego tarde o temprano iba a quemarme, algo en mí lo buscaba, lo necesitaba.

Subí las escaleras despacio, con cuidado de no hacer ruido, como si cada paso fuera una confesión. Amadeo dormía en la habitación al final del pasillo, pero en lugar de ir directamente hacia él, me detuve en seco cuando escuché el sonido suave de una puerta abriéndose.

La puerta de la habitación de JJ.

Sentí mi corazón latir a mil. JJ salió sin hacer ruido, apenas una sombra en la penumbra del pasillo, y por un segundo nuestros ojos se encontraron. No dijo nada, no hacía falta. Esa sonrisa de siempre, llena de arrogancia, volvió a su rostro mientras caminaba hacia mí, despacio, como si lo hubiera planeado todo desde el principio.

—¿Qué hacés acá? —le susurré, tratando de sonar firme, pero mi cuerpo ya estaba en alerta.

—Te dije que esto recién empieza, Amelia. Sabés que no podés escaparte de esto —me respondió, acercándose aún más. Sus manos encontraron mi cintura, y antes de que pudiera decir algo más, ya estaba pegado a mí, su cuerpo contra el mío.

El peligro estaba a metros de distancia. Amadeo dormía en la misma casa, confiando en mí, pero la adrenalina de lo prohibido me mantenía ahí, inmóvil, mientras JJ bajaba una mano por mi espalda, agarrándome firme de la cintura.

—Deberías irte —murmuré, sin convicción. Mi cuerpo traicionaba mis palabras. Las manos de JJ me quemaban, y mi respiración se aceleraba a medida que se acercaba más y más.

—No querés que me vaya, Amelia. Siempre es así, ¿o no? —susurró cerca de mi oído, su aliento caliente sobre mi piel. Sus labios rozaron mi cuello y sentí un escalofrío recorrerme. Sabía que estaba mal, pero no podía detenerlo.

Antes de que pudiera decir algo, JJ me empujó suavemente contra la pared, quedando atrapada entre su cuerpo y la madera fría. La cercanía, el peligro, la tensión... todo era un cóctel explosivo que me dejaba sin aire.

—No podés seguir haciendo esto —murmuré, aunque mis manos se aferraban a su camiseta, incapaces de soltarlo. Pero él no respondía, solo sonreía con esa seguridad que me volvía loca.

Su mano bajó lentamente, pasando por mi cadera, y lo que debía ser una advertencia se convirtió en una promesa rota cuando lo dejé acercarse más, cuando mis labios buscaron los suyos por puro instinto.

El beso fue feroz, cargado de todos los sentimientos que había estado reprimiendo desde que llegamos. JJ me apretaba contra la pared, sus manos recorriendo mi cuerpo como si el tiempo fuera a detenerse en cualquier momento. Era un juego peligroso, y los dos sabíamos que no había vuelta atrás.

—Sabés que lo querías —murmuró JJ, rompiendo el beso solo para seguir bajando su boca por mi cuello, mordiendo suavemente. Mi respiración era rápida, descontrolada, y cada segundo que pasaba sabía que estábamos yendo demasiado lejos.

—Amadeo está acá... —intenté decir, pero JJ solo rió, mordiendo mi oreja con suavidad.

—Eso lo hace más divertido, ¿no? —susurró, su voz ronca llenando el pasillo vacío.

Pero antes de que pudiera responder, la puerta de la habitación de Amadeo se abrió. Mis ojos se abrieron de par en par, y empujé a JJ de inmediato, tratando de recomponerme antes de que Amadeo pudiera ver algo. Pero JJ no parecía preocupado. Sonreía, como si disfrutara del riesgo, como si supiera que estábamos jugando con fuego y le encantara.

—¿Qué hacés? —preguntó Amadeo, su voz cargada de sueño y desconfianza mientras salía de la habitación. Nos miró a los dos, pero antes de que pudiera seguir hablando, JJ respondió con su tono tranquilo.

—Nada, loco, solo me estaba por ir al baño —dijo JJ, con una calma irritante. Me lanzó una mirada rápida, suficiente para hacerme sentir que el control lo tenía él.

—Vení a la cama, Amelia —dijo Amadeo, sin sospechar nada, aunque la molestia en su rostro era evidente. Me tensé, pero obedecí, alejándome de JJ lo más rápido que pude.

Mientras caminaba hacia la habitación, sentí la mirada de JJ en mi espalda, como una promesa rota, pero no dije nada. Amadeo me abrazó cuando me metí en la cama con él, y aunque traté de calmar mi respiración, el fantasma de lo que había pasado con JJ seguía presente en mi mente.

Sabía que esto no iba a terminar bien. Sabía que si seguíamos jugando, alguien iba a salir lastimado. Pero lo peor de todo era que, en ese momento, lo único que podía pensar era en cuándo sería la próxima vez.

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2024 ⏰

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𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝑫𝒐𝒔 𝑭𝒖𝒆𝒈𝒐𝒔 || 𝑱𝑱 𝑴𝒂𝒚𝒃𝒂𝒏𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora