Capítulo 11: El Misterio del Medallón

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Tras el descubrimiento de la extraña reacción del medallón, Sara estaba más decidida que nunca a encontrar respuestas. Sabía que la única manera de ayudar a Andrés era entender el origen del objeto que había causado su transformación. Pasó varios días investigando en internet, buscando bibliotecas especializadas y contactando a personas que pudieran tener conocimiento sobre artefactos antiguos y maldiciones.

Finalmente, tras mucho esfuerzo, encontró a alguien que parecía tener información valiosa: un profesor retirado de historia, conocido por sus estudios sobre objetos malditos y mitología antigua. Sara no dudó en ponerse en contacto con él, y el profesor aceptó reunirse con ella tras escuchar un resumen de la situación. Sin embargo, Sara decidió mantener en secreto la verdadera naturaleza de lo que le había pasado a Andrés; no estaba segura de cómo reaccionaría alguien ajeno a la familia ante una historia tan increíble.

El encuentro se programó en un pequeño café en la ciudad, donde el profesor, un hombre mayor con gafas gruesas y un aire de sabiduría, esperaba a Sara. Ella llegó con el medallón cuidadosamente envuelto en un paño, tratando de no llamar la atención. Andrés no la acompañó, ya que era demasiado complicado y no quería exponerlo a extraños innecesariamente.

"Gracias por tomarse el tiempo de reunirse conmigo, profesor", dijo Sara al sentarse. "He estado investigando sobre este objeto, y todo lo que he encontrado sugiere que podría estar relacionado con alguna clase de maldición o encantamiento."

El profesor ajustó sus gafas y extendió la mano. "Permítame verlo." Sara sacó el medallón del paño y lo colocó en la mesa. El anciano lo examinó detenidamente, sus ojos brillando con curiosidad. Después de un momento de silencio, frunció el ceño.

"Este es un objeto muy interesante", dijo el profesor en voz baja. "Su diseño es claramente antiguo, pero no pertenece a ninguna cultura específica que pueda identificar fácilmente. Sin embargo, el patrón de grabados y símbolos sugiere que está relacionado con un tipo de magia de transformación... algo muy raro y peligroso."

Sara contuvo el aliento. "¿Transformación? ¿Cómo es que funciona?"

"Los medallones de este tipo, en la mitología que he estudiado, suelen tener la capacidad de alterar la forma física de quien lo porta", explicó el profesor. "Pero no son simples amuletos de cambio. Estos artefactos suelen estar ligados a lecciones o castigos. Si alguien sufre una transformación, es porque el medallón busca imponer algún tipo de aprendizaje o corrección. En muchas historias, la víctima tiene que cumplir con una especie de propósito o entender una lección antes de ser liberada."

Sara escuchaba atentamente, asimilando cada palabra. "¿Entonces la transformación no es permanente?"

"No necesariamente", respondió el profesor. "Pero revertirla no es sencillo. El medallón parece tener una voluntad propia. Para liberarse de su influencia, la persona afectada debe encontrar el equilibrio entre su estado actual y el propósito que el medallón ha impuesto. Desafortunadamente, cada caso es único."

"¿Hay alguna manera de acelerar el proceso o asegurarse de que se revierta?" preguntó Sara, casi suplicante.

El profesor la miró con gravedad. "No existe un manual para estas cosas. Cada maldición, cada medallón, tiene su propia lógica interna. Sin embargo, basándome en lo que he visto, podría sugerir que el entorno emocional de la persona transformada, su propio crecimiento interior y la comprensión de su situación podrían jugar un papel clave."

Sara guardó silencio, procesando lo que acababa de escuchar. El medallón no solo había transformado a Andrés físicamente, sino que parecía exigir algo más profundo, algo que ni ella ni él habían entendido del todo. La transformación no se trataba solo de su cuerpo, sino de una especie de viaje interno que Andrés debía completar.

"Gracias por su ayuda, profesor", dijo Sara finalmente, mientras envolvía de nuevo el medallón. "Esto me ha dado mucho en qué pensar."

Antes de irse, el profesor añadió: "Solo un consejo, joven. Este tipo de maldiciones a menudo tienen que ver con identidad. Lo que sea que tu ser querido esté pasando, asegúrate de que no pierda de vista quién es en realidad."

De vuelta en casa, Sara reflexionaba sobre las palabras del profesor. ¿Era posible que Andrés tuviera que pasar por un proceso de aceptación o crecimiento personal para liberarse de la maldición? Y si era así, ¿cómo podría ayudarlo? Mientras observaba a Andrés jugando distraído en su cuna, se dio cuenta de que, aunque su cuerpo era el de un bebé, su mente estaba luchando para no perder su verdadero ser.

Sara decidió que, desde ese momento, su enfoque cambiaría. No solo buscaría revertir la transformación, sino ayudar a Andrés a mantener su identidad intacta. Sabía que el camino no sería fácil, pero había algo de esperanza en las palabras del profesor.

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