Es bien sabido que cada sitio posee un aroma particular. Si ibas a Londres, eras capaz de oler el aroma del Támesis; si ibas a Nueva York, eras capaz de oler la mezcla de contaminación y agua de perritos calientes; si ibas a la costa mediterránea, podías oler la deliciosa comida propia de esas tierras. Y si ibas a Madripoor, eras capaz de oler esa curiosa mezcla de lujo, corrupción y sueños rotos.
Y sobrevolando la ciudad, moviéndose a alta velocidad entre los edificios, había un dúo cuyos sentidos estaban siendo asaltados por esos olores.
– Puaj, el aire aquí huele peor que en el rancho de mi tío.
Carlos varga, el Inmortal Spider-Man, se quejaba del aire de la peligrosa ciudad mientras se balanceaba entre sus edificios. Pero no iba solo, puesto que agarrada firmemente a su espalda se encontraba una de sus más queridas amigas y aliadas. Wolverine olfateó el aire, adquiriendo una mueca de molestia.
– No te quejes tanto, redes. Está claro que tú no has tenido que oler el traje de Logan después de una misión de dos semanas, esa cosa era un arma biológica. – la heroína volvió a olfatear, centrando sus sentidos. – ¡Izquierda!
Varga dio un giro brusco, haciendo que la heroína mutante fortaleciese su agarre para no salir despedida.
– ¿Segura de que es por aquí? – preguntó el arácnido.
– ¿Ahora dudas de mi olfato? – dijo Laura molesta.
– No, es solo que veo muy difícil que estés rastreando con el olfato a una cría de metro treinta mientras te doy un tour turístico por la ciudad.
– Si te callas la boca es más fácil. Joder, ahora entiendo porqué llevas máscara completa, me he comido treinta mosquitos en menos de diez minutos. – De pronto, los ojos de Laura se agrandaron bajo su máscara. – ¡Allí! ¡Ese edificio!
Varga aterrizó en el tejado con delicadeza, dejando bajar a su amiga. Laura siguió olisqueando, concentrándose.
– Está aquí, en el sótano. – dijo con seriedad.
– Oye, ¿cómo es posible que sepas la ubicación exacta sólo con el olfato? – preguntó el arácnido.
– ¿Cómo es posible que sepas la ubicación exacta de un peligro sólo con tu sentido arácnido? – le respondió Wolverine de forma sarcástica.
– ¡No es lo mismo y lo sabes! – dijo Varga irritado. No es que se quejase de su instinto arácnido, era uno de sus poderes más útiles y que le habían ayudado a sobrevivir. Pero le molestaba sobremanera no poder darle una explicación científica. Simplemente funcionaba y ya. – ¿Quieres bajar por fuera o por dentro?
– De la forma rápida. – Laura se colocó en el borde de la azotea, dándose la vuelta para mirar a Varga. – Nos vemos abajo.
La heroína se dejó caer, dejando con la palabra en la boca a Varga.
– ¡Sabes que odio cuándo haces eso!
El héroe corrió al borde de la azotea, saltando tras Wolverine. La heroína caía con tranquilidad, las manos apoyadas en la cabeza mientras veía descender a su amigo.
– ¿Por qué haces siempre esto? – preguntó Varga cuándo la alcanzó en el aire.
– Porque sé que siempre vas a atraparme, igual que atraparías a todo el mundo.
– Ugh, odio cuando llevas razón. – con un rápido movimiento, Spider-Man la agarró de la cintura, moviéndose en el aire y lanzando una telaraña a la fachada del edificio.
La redirección repentina les hizo salir despedidos cuándo se encontraban casi a ras del suelo, catapultándoles hacia la puerta de metal del edificio y destrozándola. Varga aterrizó en posición de defensa, con los pies y las manos en el suelo listo para saltar en cualquier momento. Laura, por su lado, había aterrizado con una postura baja y sus garras desplegadas, lista para cualquier hostil.
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Immortal Spider-Man
FanfictionA los dieciséis años Carlos Varga, nacido en Nuevo México, fue mordido por una araña radioactiva imbuida en energía gamma. Desde entonces, lleva nueve años como el único e inimitable Spider-Man. Pero su vida cambia una vez más cuando indaga en todas...