PRÓLOGO

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El sonido de los objetos impactando contra la pared, retumbó una vez más en sus oidos, por lo que decidida y ya sin una pizca de miedo tomo las llaves que el hombre de mediana edad al que siempre considero como un tio, le ofreció, camino hasta la puerta de la habitacion y sin pensarlo mucho, inserto la llave y la giro con prisa. En cuanto la puerta se abrió, la luz del pasillo inundó la habitación y la áspera voz de quién había sido su amigo por años, la aturdió.

-¡¿Que haces aquí?! -  Pregunta en medio de un grito.

  - Me enteré de lo que sucedió- Confiesa apenada la debilucha joven.

- ¡Vete! No quiero ver a nadie - Demanda. 

-No me iré, no cuando más me necesitas- Le responde con seguridad. 

-¡No necesito a nadie! ¡y mucho menos a ti!- Le contradice levantandose del suelo y caminando desafiante hacia ella.

-¡Claro que sí! Deja de actuar como el hombre de hierro, porque no lo eres... ¡Llevas días aquí encerrado!- Exclama con exasperación.

-No...-Insiste en tono de advertencia.

-Ya te dije que si- Demanda la mujer tomándolo del rostro aún en contra de su voluntad.  - ¿Enserio crees que es justo que mientras ella está feliz con el, tu estés aquí y así?- Pregunta aferrándose a sus mejillas.

-Vete...- Músita con desesperación.

  -¡No! No es justo-  Se responde a si misma.

-Y yo no voy a permitir que desperdicies tu vida en alguien que no valga la pena - Completa con seguridad.

Luego de aquellas palabras un sollozó fue lo último que se escuchó antes de que el peliplata se desplomara en los brazos de la joven castaña, quien lo recibió gustosa y dejo un sonoro beso en su cabeza.

-Todo va a estar bien, lo prometo- Susurra en un tono amable. - Yo estoy aquí, y no te dejare solo- Completa para aferrarse una vez más al agarre y sentir a los segundos que el hacia lo mismo. Ya estaba decidido, no se iría, al menos no hasta saber que el estaría bien...
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12 AÑOS DESPUÉS.
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El "Click" del control pasando a la quinta diapositiva se hizo presente en la habitación, sin embargo, al igual que en las cuatro últimas, este no presto atención y mantuvo su vista fija en el portafolio de documentos frente a el.

- ¡Señor Taisho!- Grita con desespero la joven de cabello morocho.

Ganandose asi a duras penas la atención de su jefe, quien no hacia más mirar los papeles de la carpeta negra en la mesa.

- ¿Que sucede Kagura?- Responde con desgano.

- No me ha prestado nada de atención- Le recuerda sobandose la cien. - ¿Para qué me pide que le explique si me ignorara?- Completa frustrada y tomando asiento en la silla al lado del la del hombre.

A pesar del atrevimiento de la joven el no se inmutó y solo le dedicó una mirada de desaprobación que ella no tardo en notar y que en un intento de arreglar la situación, la llevo una vez más a bociferar.

- Discúlpeme... Pero si está tan consternado por esos documentos ¿porque simplemente no los abre?- Suelta apenada.

- Debo esperar a que ella llegue- Le recuerda.

- No creo que la señorita se moleste- Insiste la pelinegra.

- No importa, debemos esperar hasta mañana cuando ella ya esté en Tokio- Asegura levantandose y entregándole el portafolio. - Asegúrate se guardarlo bien, y después puedes retirarte, es todo por hoy- Completa saliendo de la sala de juntas.

Hasta el próximo verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora