Capítulo 2

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¡Rayos! ¡Rayos!¡Rayos!

Fue lo único que pensó Mimi mientras su mirada mirada se perdía en la azulada mirada de aquel chico u hombre rubio. Su corazón latía a mil por segundo, su cuerpo temblaba por el nerviosismo que involucraba aquella situación y no era para menos, porque esa mirada era demasiado profunda y misteriosa, como el mar. No recordaba haber visto una mirada tan bella como la de él anteriormente.

Algo similar ocurría con Yamato, no recordaba cuando había sido la última vez que se encontró con una mirada tan dulce e inocente como la de aquella chica, era tan brillante como el sol y ese contacto la hacia cálida.

—¿E?— Balbuceo Mimi rompiendo el silencio— Dis-disculpa yo no quería caer sobre ti.— Habló la chica nerviosa.

Yamato no pudo evitar sentirse un tanto extrañado al escuchar como esa chica le hablaba de "tú"

—N-no te preocupes.— Respondió.

Mimi se movió levemente y el rubio se dio cuenta que no estaban en una buena posición, así que, rápidamente se alejó de ella y se levantó. Pasó la mano por su ropa sacando el polvo y luego extendió su mano para ayudar a la chica.

La castaña observó su mano sorprendida y no dudó en tomarla para levantarse. Cuando ya estuvo de pies, pasó la mano por su vestido intentando sacar el polvo.

—¿Estás bien?— Preguntó el rubio.

—¿E?— Balbuceo la castaña— S-si, estoy bien.— Alzó la mirada hacia él— Gracias a ti.

"A ti"

Bueno, era evidente que esa chica no sabía con quién estaba hablando, tal vez era nueva. La observó de pies a cabeza, no recordaba haberla visto anteriormente

—¿Y tú?— Preguntó la chica— ¿Cómo estás luego de aquel golpe?

Yamato hizo una mueca, sinceramente no había sido algo tan grave, en sus entrenamientos para la guerra había recibido peores estocadas— Estoy bien.— Respondió.

—Que bien.— Mimi suspiró y observó el árbol— No pensé que caería.— Siempre se había caracterizado por ser delgada, no pesaba mucho.

—Se nota que no pensaste.— Habló Yamato—En verdad estás loca ¿cómo rayos pensabas en escalar aquel árbol?— Preguntó el rubio— ¿Acaso no viste que sus ramas eran débiles por lo viejo que está?

—No, no lo vi.— Habló Mimi— Y lo siento, pero no tuve opción, necesitaba pasar el muro.

¿Pasar el muro?

—¿Querías atravesar el mundo?— Preguntó el oji-azul— ¿Es una broma, cierto?

—No.— Respondió— No lo es, en verdad necesitaba atravesar el muro.

—¿Por qué?

—Porque necesito escapar de aquí.

—¿Escapar de aquí?— Preguntó Yamato sorprendido.

—Sí, escapar.— Contestó la castaña— Por eso quería atravesar el muro.

Yamato hizo una mueca y observó levemente el muro— Aunque hubieras llegado al final del muro no hubieras logrado mucho, al otro lado solo hay un acantalido que podría matarte si caes.

—¿Qué?— Preguntó Mimi sorprendida.

¡Rayos!

—Y-yo...— Balbuceo la castaña— Yo enserio pensé que si atravesaba el muro podría escapar, no me imaginé que...—Llevó una mano a su frente— Bueno, si lo pienso mejor hasta la muerte es mejor opción que estar aquí.

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Yamato alzó una ceja sorprendido, era primera que escuchaba que una persona no quisiera vivir en el palacio, ya que generalmente ese era el sueño de todos los Otomanos debido a las comodidas y riquezas que poseía aquel lugar. Que alguien no quisiera vivir ahí era algo inusual.

¡Muy inusual!

—¿Por qué la muerte sería mejor opción que estar aquí?— Preguntó el rubio preguntó desconcertado.

—Porque es un lugar de miserables.

—¿Miserables?

—Sí, miserables.— Respondió Mimi y tomó asiento al borde la fuente llevando sus manos al rostro— Miserables que me tienen encerrada como exclava contra mi voluntad, lejos de mi tierra, de mis amigos...— Su voz se quebró— De mi gente.

Fue en ese momento y al escuchar aquellas palabras cuando Yamato entendió que se trataba de una chica traída posiblemente como parte del nuevo grupo de mujeres al harem.

El rubio hizo una mueca, en verdad no sabía que hacer. La chica alzó el rostro y literalmente sintió una energía negativa recorrer su cuerpo al ver sus ojos llenos de lágrimas.

Se mordió el labio inferior y se acercó a ella.

—¡Oye! Tranquila.

—No.— La chica respondió abruptamente— No puedo tranquila, necesito escapar de aquí. Quiero mi vida de regreso, no estar corriendo peligro aquí.

¿Corriendo peligro?

—Aquí no corres peligro.

—Claro que sí.— Respondió la castaña— Los hombres que me trajeron hasta este lugar aniquilaron a muchas personas de mi pueblo, raptaron chicas como yo y las alejaron de sus familias, fácilmente podrían hacerme cualquier cosa.

Yamato hizo una mueca al escuchar aquello, sabía que todo eso era algo común para ellos, pero de tan solo imaginarlo provocaba que se sintiera extraño.

—¡Hey! No tengas miedo, lo malo ya pasó, ahora estás en el harem, a las mujeres que viven ahí no le hacen daño.

—No quiero regresar a ese lugar.— Respondió la oji-miel— Si lo hago me obligaran a estar con el sultán y no quiero.

"Estar con el sultán"

Yamato se mordió el labio inferior al escuchar esto, él era el sultán, así que, se estaba refiriendo a él.

—¿Por qué no quieres?

—Porque quieren obligarme a acostarme con él y no quiero.— Lloró la chica— Eso es un pecado.

—¿Un pecado?— Cuestionó el oji-azul.

—Si, un pecado.— Respondió Mimi— En mi tierra juntar a un hombre con una mujer sin estar casados es fornicación y mis padres me enseñaron que eso es malo, muy malo.

Por las palabras de Yamato supo al instante que aquella chica era extranjera y no Otomana, ya había escuchado que en otros lados el matrimonio era el sacramento más importante que una pareja estuviera junta.

—Según las leyes de este reino eso no es pecado.

—Lo sé, me lo dijeron.— Respondió Mimi— Sin embargo, eso no significa que no sea pecado para mí.— Suspiró— Mis padres me enseñaron que eso estaba mal, que no debía hacerlo y yo siempre he querido respetar sus enseñanzas, sobretodo con esto.— Tragó saliva— Además, no lo conozco ¿cómo quieren rayos que esté con un desconocido? Que pueda ser mi padre.

—¿Ser tu padre?— Preguntó Yamato sorprendida ante aquella declaración. Se suponía que él era el sultán y evidentemente no se llevaba por muchos años de diferencia con ella.

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⏰ Last updated: Oct 21, 2024 ⏰

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La sultana del imperioWhere stories live. Discover now