Capítulo 49

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Miré hacia el pequeño reloj en mi mesa de noche, eran las cinco de la mañana. Habían pasado solo dos días despues de lo ocurrido en la comisaría, Bruce con tan solo un par de contactos, encarceló a Lillith por cuarenta años en prisión por secuestro y complice en homicidio a primer grado. Por una parte, estaba feliz, al menos ella iría a la carcel con el rostro roto. Sin embargo, eso no paró las noches de imsomio las cuales había olvidado. El doctor me recetó una dosis un poco más fuerte del medicamento, aunque me advirtió que no abusara mucho de ello. La terapia ayudó un poco, trataba de no hablar del secuestro en absoluto, solo hablaba de las voces. Esa maldita voz.

Me levanté de la cama para salir de mi habitación, no tenía caso volver a dormir a estas alturas. Vague por los grandes corredores de la mansion, hasta que llegue a una puerta conocida. Abrí un poco la habitación, dejando ver la oficina que tenía. Jeremiah no bromeaba en haber hecho una replica de esta misma habitacion en el laberinto, era como si estuviera ahí nuevamente. En el escritorio había un pequeño cuaderno, al abrirlo vi todos los bozquejos que había hecho antes de todo lo que pasó.

Sin dudar me senté y tomé un lapiz, y comencé a dibujarlo a él. Desde la primera vez que vi su bello perfil, sus intensos ojos verdes y las pequeñas pecas que tenía. Trataba de dibujarlo lo más parecido a mis recuerdos, con sus labios rosados y gruesos. Una lagrima salió de mi mejilla en cuanto recordé todos sus besos, la manera en la que me hizo enamorarme de él poco a poco. Y dolía, mierda, dolía no poder verlo más. Tal vez si hubiera aclarado mis sentimientos más rápido, hubieramos pasado más tiempo juntos. No caí en cuenta que hora era, solo pasé todo el tiempo posible dibujandolo.

—¿Qué estás haciendo?

Un grito ahogado salió de mis labios y rápidamente cerré el cuaderno para volverme. Bruce estaba en la puerta de mi oficina, tenía puesto su pijama, lo cual indicaba que recién se había levantado. Tomé el cuaderno para luego abrir el pequeño cajón del escritorio y colocarlo ahí.

—Nada —respondí—, solo estaba pensando.

Bruce asiente, acercandose a mi. Me levanto de la silla y la empujo para que vuelva a estar frente al escritorio. Veo como mi hermano mira toda la habitación, las pinturas en los estantes y los pinceles en el escritorio.

—Es temprano.

—No pude dormir —admití.

—Si sabes que no soy un extraño, ¿verdad? —Bruce me da una media sonrisa—. Soy tu hermano.

"Ella está muerta para mi"

Y eso era lo que dolía más. No sabría si podía perdonar a Bruce despues de lo que pasó esa noche. Siempre defendí a mi hermano en todo, pero esa noche me di cuenta de que él no trató de defenderme a mi.

—Lo sé —respondí—, de hecho, estaba pensando en retomar mis estudios.

—Sí —sonrió él—, como gustes, podemos hablarlo con la universidad y ver si puedes ponerte al día con algunos trabajos.

Asentí, aunque me resultó algo raro que aceptara tan fácilmente. Después de lo sobreprotector que estaba estos últimos días, sentía que esto lo hacía más como un compromiso que por mi decisión.

—Hablando de trabajo —empecé—, quisiera citar a Victor Zsasz a la mansión.

La cara de Bruce cambió por completo, se volvió a una seria y comenzó a negar con la cabeza.

—No te estoy pidiendo permiso, Bruce —seguí—. Hay temas que tengo que hablar con él, antes que tú lo despidieras yo le ofrecí las armas en las que estabamos trabajando, y pienso cumplir con mi palabra.

MONSTER ||Jeremiah Valeska||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora